Naturaleza
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Suena raro, pero la ciencia lo avala: hace 20.000 años las abejas ponían sus huevos en huesos de otros animales

  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

Las abejas son las responsables de la miel y de la polinización que sostiene los ecosistemas. Vuelan de día, se reproducen sin descanso y sólo pican cuando se sienten en peligro. Parecen predecibles, como si ya lo supiéramos todo sobre ellas, pero el pasado cuenta una historia muy distinta.

Un estudio publicado en la revista Royal Society Open Science indica que, hace unos 20.000 años, algunas abejas también ponían sus huevos dentro de huesos de otros animales. Mandíbulas y vértebras fosilizadas sirvieron como refugio en un entorno donde el suelo escaseaba, una conducta tan inesperada que plantea nuevas preguntas a la ciencia.

Descubren que algunas abejas anidaban en huesos de animales hace 20.000 años

La investigación analiza restos hallados en la Cueva de Mono, en la actual República Dominicana. Allí, varias especies de abejas solitarias aprovecharon cavidades naturales de huesos fosilizados para depositar sus huevos y criar a sus larvas.

Los restos pertenecían a animales que habían servido de presa a grandes búhos hoy extinguidos. Durante generaciones, estas aves acumularon mandíbulas, vértebras y cráneos en el interior de la cueva. Con el paso del tiempo, los dientes se perdieron y dejaron alvéolos vacíos, justo del tamaño que necesitaban las abejas para construir sus nidos.

Las madres sellaban esos huecos con una mezcla de tierra y saliva, formando pequeñas cápsulas lisas y resistentes. Algunas cavidades muestran señales claras de uso repetido, lo que indica que distintas generaciones regresaron al mismo hueso para criar. No se trató de algo puntual, sino de una estrategia mantenida en el tiempo.

Cómo es el huevo de una abeja y cuánto tarda en nacer

El huevo de una abeja es pequeño y frágil. Blanco, alargado y muy pequeño, como un grano de arroz fino. La hembra lo deposita dentro del nido, normalmente junto a la reserva de alimento que ha preparado con polen y néctar. Todo queda cerrado y sellado. A partir de ese momento, el desarrollo continúa sin ningún tipo de cuidado.

En condiciones normales, el huevo tarda entre tres y cinco días en abrirse. De él sale una larva blanca y blanda que sólo se dedica a alimentarse. Tras una o dos semanas, se transforma en pupa y comienza el cambio definitivo hasta convertirse en abeja adulta. En total, el proceso completo suele durar entre tres y cinco semanas.

Es por ello que el lugar del nido resulta clave, pues durante todo ese tiempo, el huevo y la larva dependen por completo de que el entorno sea estable y esté bien protegido.

Cómo descubrieron que las abejas ponían huevos en huesos de animales

El trabajo lo lidera el paleontólogo Lázaro Viñola López, del Field Museum. El equipo detectó que el interior de ciertos huesos presentaba una textura pulida, muy distinta a la rugosidad habitual del material óseo. Ese detalle llamó la atención desde el primer momento.

Para confirmarlo, recurrieron a tomografías computarizadas en 3D, una técnica que permitió observar el interior de las cavidades sin dañar los fósiles. Dentro aparecieron estructuras compatibles con celdas de cría de abejas, además de restos de polen antiguo que las madres habían dejado como alimento para las larvas.

El estudio concluye que la falta de suelo adecuado fuera de la cueva empujó a estos insectos a buscar refugio en su interior. El terreno exterior, rocoso y afilado, dificultaba excavar nidos, mientras que dentro abundaba el sedimento fino y existía mayor protección frente a depredadores y cambios bruscos de temperatura.

Este hallazgo supone el primer caso documentado en paleontología que demuestra que las abejas utilizaron huesos de vertebrados como lugar de cría.

Los investigadores han bautizado estos rastros fósiles como Osnidum almontei, una nueva categoría que amplía lo que se sabía sobre el comportamiento de estos insectos en el pasado.