Opinión

El empleo sigue de fiesta

La locomotora española sigue carburando a base de nuevos contratos. Nuestro liderazgo en la Unión Europea, con un crecimiento interanual al 3,4%, se asienta en gran parte sobre la incesante creación de empleo. Junio da continuidad a los magníficos números del pasado mes de mayo, cuando las cifras oficiales pusieron el listón por debajo de los 4 millones de parados por primera vez en seis años. Amparado en el desarrollo del turismo y el comercio propio de estas fechas, junio siempre ha sido un buen mes. No obstante, éste de 2016 lo fue especialmente. Síntoma de la óptima salud actual de nuestro país a pesar de la parálisis institucional que lo desgobierna desde hace más de seis meses. El número de desempleados ha bajado hasta los 3.767.054, alcanzando así su nivel más bajo desde 2009. Algo que certifica que el traje del verano siempre le sienta bien al trabajo en España. No obstante, es mucho más que una mera cuestión estacional. Supone la mayor reducción de paro interanual de la serie histórica que se inició en 1996.

Resultados que, mes a mes, refuerzan la eficacia de la reforma laboral que puso en marcha la ministra de Trabajo y Seguridad Social en funciones Fátima Báñez. Refrendada también por el número de afiliados a la Seguridad Social. Según las últimas estadísticas se produjo un aumento de 98.432 nuevos cotizantes, el triple que hace un año. Desde que la afiliación tocara fondo en febrero de 2013, España ha recuperado 1,6 millones de empleos, demostrando así que si dicha reforma se hubiera efectuado antes, quizás ahora habríamos creado los 3,3 millones que se perdieron durante la crisis. Otra de las buenas noticias es el aumento de la contratación indefinida en un 17,3% con respecto al mismo periodo del año anterior. Se redondean de esta manera 29 meses de crecimiento interanual del empleo. Algo que aún podría mejorarse con un Gobierno sólido. La estabilidad institucional animaría tanto la inversión interna como la externa y eso incidiría en la calidad del empleo y mejoraría aún más la credibilidad de nuestro envidiable crecimiento. Ahora, depende de que nuestros representantes públicos cumplan con su parte.