Dos zumbados peligrosos
Sánchez gobierna el país sometido a los abusos y las coacciones que Iglesias le impone día a día. El presidente está en Babia, pasando de todo, pues todo le resbala. Ambos hacen cuanto se les antoja y van a seguir haciéndolo, sin importarles repetir esa demencial gestión que hicieron de la peste durante la primera ola. Uno anunció en julio que la pandemia estaba bajo control y se largó a veranear. El otro juró que la mortandad en las residencias de ancianos no tenía que ver con él, ni se le podía imputar negligencia alguna, cuando atender a los longevos estaba entre sus deberes. Y también se fue de vacaciones. Hoy vuelven a andadas parecidas. Blindan el cepo Frankenstein, se suben el sueldo, aprueban el estado de alarma hasta el 9 de mayo, cierran el Congreso, suspenden la democracia y se dan al escapismo. No hay nada como estar gobernados por dos perturbados.
El historiador israelí Yuval Harari, autor de ‘Sapiens’, trilogía que vendió millones de ejemplares, ha tenido a bien alertarnos de que «el Covid puede originar y originará el peor sistema totalitario que haya existido”. Idea ésta que se la pone dura al golpista en ciernes, el marqués del moño japonés. Habrán advertido que según pasan los meses, Iglesias se parece más a esas geishas corruptas, que las hubo. Como dicho botarate cuenta con incultos y menesterosos a mansalva decididos a transformar la Monarquía en una República, al estilo de la de Maduro, el del moño, que tiene a Sánchez a sus pies y hace con él lo que le viene en gana, ya se cree el dictador de nuestro futuro. Por lo que nada se opone a que digamos, que estamos en manos de dos zumbados peligrosos.
Con tantos asesores secretos como tiene Sánchez, ¿ninguno le anima a romper con el nefasto socio, esa rémora inútil que ocupa su puesto y enreda y la lía sin aportar soluciones? Si el socialista es bienvenido en Bruselas, siempre que no acuda con el comunista, ¿por qué no lo manda al carajo? Muchos ministros de Sánchez están hartos de que un chiquilicuatre interrumpa las negociaciones más severas y hunda los planes del Ejecutivo. La última, despótica propuesta de Iglesias, el metomentodo, logró aprobar en el Congreso una fórmula opresora que acabase con las críticas al Gobierno en internet, convirtiendo a Sánchez, sin comerlo ni beberlo, en un tirano. Al nuevo rico le faltó añadir a su vocación represora un eslogan indecente y ridículo como él: “¡Mejor bozales que mascarillas!”.
Mientras el presidente no tire a la basura a su vicepresidente basura, seguirá sin dormir tranquilo, como muchos millones de españoles. A Moncloa le urge dar con otro inquilino. Este Gobierno confiscatorio e ineficaz, que ha hecho que surja una clase media empobrecida, que ahoga al autónomo, olvida al parado y obliga a las empresas a irse de España, es bastante peor que el virus. Sánchez tendría que dimitir e Iglesias, embarcarse en un velero con rumbo a Venezuela.
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