La desesperación de los filibusteros

Sánchez pactos

La verdad es que este Sánchez impostado, falaz, atrapa viejas, no da una. En estos días se ha presentado como el jefe de los LGTBI del mundo, colocando su mensaje de apertura progre urbi et orbi frente las reticencias del PP y, desde luego, con la denuncia de las negaciones de Vox. Pero es que ya digo: no da una en el clavo. Solo un dato en forma de pregunta: ¿Saben nuestros lectores qué partido ganó en el Barrio de Chueca en Madrid, sede emblemática del arco iris más vistoso? Pues el Partido Popular y no de una forma restringida, por los pelos; venció en todas las mesas electorales de la demarcación.

Extraña que en su feliz entrevista con Pablo Motos, Núñez Feijóo no extranjera de la bolsa de sus argumentos una señal, como ésta que ahora mismo, conociendo el dato, deja sin palabras a todos los apóstoles de Sánchez que van pregonando las resistencias del PP al encarar el fenómeno homosexual. La verdad es que, tras la comparecencia del presidente en la televisión, sus colaboradores estaban seguros de que con las contradicciones sobre los pactos del PP con Vox y, aprovechando el viaje del llamado «Orgullo» (¿para cuándo el del homónimo heterosexual?) el jefe lo tenía chupado. «Ganaremos por goleada», se decían eufóricos.

Pero a Sánchez le han salido los dos tiros por la culata. Los pactos, tras la estupenda noticia de Baleares, la recomposición extremeña, y la normalidad con que el electorado de la Comunidad Valenciana ha aceptado el anuncio del Gobierno de coalición con Vox, ya encierran poco recorrido de campaña. Y permítaseme una digresión sobre este punto valenciano: ¿Quién es el ágrafo mal encarado que está repartiendo la especie del torero Vicente Barrera como un tipejo analfabeto que ni siquiera pudo destacar en el escalafón taurino? Los que han intentado “colocar” esta pirueta, aparte de estar poseídos de una mala intención luciferina, no han tratado ni un segundo a este parlamentario, ya, valenciano, que tiene un fino instinto intelectual y una cultura por encima de la media. El cronista lo puede atestiguar. Pero, volvamos al caso que escribiría al enorme José María Pemán, tal maltratado por los enanos progres de guardarropía. Como los tiros relatados, se les han vuelto a los sanchistas como un boomerang, rápidamente, se han puesto a ingeniar maniobras para nublar los relevos en los poderes autonómicos en todas las regiones donde el PP triunfó en mayo.

Así que alguno o algunos de los setecientos y pico paniaguados que actúan en Moncloa como asesores del psicópata narcisista (así le determinan los psiquiatras) han recurrido a una vieja, y casi siempre fracasada, martingala política: el filibusterismo.

En su acepción más socorrida, este término se completa con el adjetivo de «parlamentario» y consiste en obstruir, retrasar o bloquear la dinámica legislativa de Cortes y Asambleas. Es decir: lo que está haciendo, y parece que consiguiendo por ahora, el gran fracasado e irregular Ximo Puig (sí, el que ha colocado a su novia en la Mesa parlamentaria de la CAV). Puig no cesa, a pesar de estar en funciones, de tomar determinaciones políticas, económicas y administrativas ilegales, y, además, intenta retrasar la investidura del ganador, Carlos Mazón para que la presentación de su programa, coincida exactamente con el día de reflexión de las elecciones generales, el 21 del próximo julio.

Es una maniobra de perdedor enfurruñado que le ha ordenado su jefe Sánchez, el mismo que le ha llevado a las tinieblas exteriores. El Partido Popular protesta y protesta, pero Ximo, el coequipier, de la corrupta Oltra, no se baja del carro. «Mazón, chaval -le amenaza. No vas a ser presidente hasta que yo quiera».

Este es el filibusterismo valenciano, el extremeño se ha cocido con otras artimañas. La presidenta socialista del Parlamento regional, que lo es por la torpeza del PP y de Vox, se inventó un ardid para, como Puig, impedir que el relevo en Mérida se cumplimentara lo más tarde posible. La señora encaramada por casualidad a la Presidencia de la Asamblea encargó a su correligionario Fernández Vara una investidura sin un ápice de posibilidades de éxito.

Al final su martingala ha fracasado y Vara, que es de los pocos sanchistas decentes, si es que queda alguno, ha tirado la toalla y volverá pronto a su profesión, dónde también con certeza, tendrá una vida más plácida que la que ha tenido hasta ahora, siempre pendiente de no desacreditar del todo al que ha sido su jefe, el capitán del filibusterismo español dedicado ya a recolectar votos en la «Quinqui», una denominación, ya se ve, que pintiparada para el visitante. Y en el intermedio con La Pija de anfitriona, perpetra, de acuerdo con la televisión gubernamental, una encerrona contra Feijóo, todos contra él, a la que el presidente popular se ha negado a someterse entre el escándalo, claro está, de voceros propios, asociados y adquiridos.

Los filibusteros están desesperados y al mando del capitán pirata, Pedro Sánchez Castejón, creo que se llama, se estrujan las meninges para ver cómo le meten mano a este Feijóo que duda menos que la milenaria Torre de Hércules de la Coruña cuya construcción parece que data del siglo primero después de Cristo. Tras la entrevista del pasado miércoles, Feijóo ganó aprecio general presentándose como un hombre sosegado, solvente y fiable que, como aseguraba apenas terminada la intervención un sociólogo socialista: «Ha tenido (Feijóo) un enorme acierto, no ha acudido con Motos a querer quedar bien. Parecía una persona normal».

Personalmente, creo que es el mejor y más atinado balance que se ha hecho públicamente de la comparecencia del presidente popular. Al fin, Feijóo se ocupó durante la entrevista de explicar lo que va a hacer; Sánchez el día anterior se tuvo que ocupar de disimular con quién va a hacer otra vez lo que ya ha hecho. No es un trabalenguas. Proyecto de país contra reedición del Frankenstein más horripilante.

Por eso, Feijóo le propinó un baño de masas (más de tres puntos de diferencia en el seguimiento de audiencia con picos de hasta seis millones de espectadores) que, como dice un demóscopo señalado, «Eso es más significativo que cualquier encuesta». Este domingo se inaugura la feria de los sondeos con muestras diarias de cómo marchan los partidos y los expertos requieren nuestra atención para advertir que nada está hecho de antemano, y que en pocas horas puede modificarse el sesgo de las proyecciones. Eso es ciertamente lo que puede modificarse, lo que no va a girar es la actuación de los filibusteros desesperados empeñados en encontrar una vía de agua en la sólida arquitectura personal de Feijóo. Les quedaba la del «sobresueldo», como así le llamaron ellos, pero también se ha quedado en pura borraja. Resulta que, el que de verdad cobró de lo lindo dineros no conocidos, fue en su momento Pedro Sánchez. Lo ha revelado este periódico. Así que menos cuentos, Caperucita, filibusteros todos.

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