Opinión

Curso decisivo para Feijóo

Más de media España se pregunta hasta cuándo durará el sanchismo, acorralado por sus inmensas contradicciones, sus ansias incontenibles de poder, la corrupción rampante que se ha creado en torno a la figura del «líder inmarcesible» (sic), la insostenible deuda pública y sus abrazos con proetarras y separatistas.

La pregunta no es fácil de responder sencillamente porque, en puridad democrática, hace tiempo que ese primer ministro con ínfulas de jefe de Estado hubiera dado con sus huesos en la dimisión o, simplemente, con sus huesos en una amplia derrota electoral. Si hay algo que Pedro Sánchez aprendió desde el primer momento es que una parte sustancial del pueblo español carece de memoria y, por ende, puede cometer todo tipo de tropelías porque pasados unos días nadie recordará lo perpetrado.

Bien. La situación democrática de España, la institucional, la económica, es la que es y es ampliamente conocida y reconocida por todos. En cualquier otro país de nuestro entorno hace meses y años que Sánchez hubiera desaparecido políticamente. Su capacidad de supervivencia, en cualquier caso, ha quedado suficientemente acreditada.

¿Cómo no para esta deriva de poder? Muchos creen que es por la incapacidad de la oposición, básicamente del Partido Popular, para levantar y presentar una alternativa social y política que ponga coto al desvarío. En concreto, señalan al jefe del PP, Alberto Núñez Feijóo, como responsable de la todavía permanencia en Moncloa del marido de Begoña Gómez. No es fácil tratar desde la oposición a un personaje como Sánchez. Feijóo lleva dos años al frente del proyecto nacional del centroderecha y le ha ganado todas las elecciones, lo que en España no es sinónimo de poder gobernar.

El fiasco del 23J (2023) sigue pesando en el ánimo de la formación mayoritaria en estos momentos en el país. Se presenta de nuevo una oportunidad para acorralar democráticamente al leviatán. Sobre tres principios básicos: realismo, sentido común y determinación. Se le achaca a Feijóo cierta incapacidad para desenvainar y entrar seguidamente en acción, lo cual, a juzgar por el mantenimiento de algunos de sus portavoces en el partido, tiene su aquel.

No seré yo el que diga al señor de Génova 13 cómo conducirse. Sólo recordar que ya únicamnete cuenta con una única oportunidad para llevar al desempleo al peor presidente del gobierno que ha tenido España desde el inicio de la Transición.

¡Una y no más, Santo Tomás!