Culto al líder, culto al macho
Pablo Iglesias ha anunciado su retorno a la vida pública tras su baja de paternidad como si fuera una estrella del rock o un Mesías enviado desde los cielos comunistas para redimir a toda la humanidad. Podemos, bajo el epígrafe “Vuelve”, con la sílaba “el” –bien remarcada y con un color diferente al resto por si cabía alguna duda del narcisismo del líder venerado–, ha comunicado a sus súbditos podemitas que vuelve a estar entre ellos. Una estrategia propagandística cavernaria, más propia de los regímenes totalitarios que de la mecánica asamblearia de la que presumen, que evidencia –nuevamente– que el macho alfa podemita no tiene ninguna confianza en la gestión de la hembra beta que le ha sustituido en el cargo.
Con este grotesco y machista cartel, Iglesias ha dejado aflorar su innata soberbia, como ya ha demostrado en más de una ocasión, y ha dejado patente que en Podemos sólo hay un líder al que rendir pleitesía. En la cúpula de Podemos, al parecer, sólo puede brillar uno, y a tenor de lo acontecido, Irene Montero, la consorte y abnegada suplente podemita, sólo tendrá la oportunidad de resguardarse bajo la sombra de su macho. Ni permitió a Montero negociar los Presupuestos Generales del Estado con Pedro Sánchez en La Moncloa, ni dará su bendición el ‘Rey Sol de Galapagar’ para que sobre su “compañera”, tal y como se refiere cuando habla de ella, se posen los focos mediáticos de la importante campaña electoral que se avecina con motivo del 28-A.
No obstante, y a pesar de la irrisoria propaganda cartelística ‘Iglesias Returns’, es probable que sea el único gesto coherente acometido por Podemos desde su fundación. Tanto la forma como el contenido para proclamar la reaparición mesiánica de Iglesias son ya marca de la casa y, por más que pida perdón en las redes sociales, resultan escandalosamente certeras. Iglesias ha cercenado sin pestañear las cabelleras de sus camaradas con el fin último de gobernar en soledad una formación en la que, tal y como ha demostrado, no cree si no es él quien ostenta el poder. De este cartel –ya retirado–, mal que le pese a la formación morada, sólo emana la verdadera naturaleza de su amado líder: Podemos es una dictadura que no acepta disidentes y éstos ya se cuentan por miles.
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