Opinión

Cuando las barbas de Scholz veas pelar, pon las tuyas, Pedro, a remojar

Que Pedro Sánchez es capaz de cambiar sus mensajes sobre la inmigración irregular y pasar del clásico discurso buenista a una impostada firmeza es una evidencia empírica, pues ya quedó claro en su último viaje a África, donde en función del país que visitaba dijo una cosa y la contraria. Lo cierto es que hasta ahora el mensaje ha sido el de España tierra de acogida, un reclamo para las mafias que trafican con seres humanos.

Los datos son esclarecedores, pese a que en los últimos días Sánchez haya decidido dar un volantazo al hablar de devoluciones de inmigrantes ilegales y expulsiones de aquellos que comentan delitos. Un cambio de discurso que queda desacreditado con las cifras policiales sobre devoluciones de ilegales y expulsiones de inmigrantes con condenas mayores a 1 año: cuando Sánchez llegó a Moncloa se ejecutaron 11.157 expedientes, mientras que la última cifra registrada por su Gobierno se queda en 3.641. Tres veces menos. Mientras en naciones como Italia la reducción del número de inmigrantes ilegales superar el 60%, en España asistimos a una crisis sin precedentes con cifras récord: en lo que va de año 31.155 inmigrantes ilegales han alcanzado las costas nacionales. Canarias es la única ruta que crece, sustituyendo progresivamente a la que une el norte de África con Italia.

Y mientras el número de irregulares aumenta, descienden drásticamente las cifras de expulsiones. Según datos oficiales de la Dirección General de la Policía Nacional, competente en materia de extranjería, devoluciones y expulsiones, las cifras son contundentes: en 2018, con Sánchez recién llegado a La Moncloa, se devolvía y expulsaba a 11.157 personas, mientras que en 2022 -último año con cifras consolidadas- el número se quedó en 3.641. Una caída que supera el 300%. De ellos, 4.180 correspondían a expulsiones de ilegales con delitos graves, que actualmente se han reducido a 2.626. Cifra significativa si se tiene en cuenta que, según el INE, los delitos graves e infracciones cometidos por extranjeros han aumentado en ese periodo desde los 406.000 a los 426.000.

Sánchez promete ahora, con la boca pequeña, mayor firmeza, pero lo cierto es que desde que llegó a la Moncloa su política ha sido la de mirar para otro lado. Ahora, cuando la opinión pública le exige medidas, se hace un Olaf Scholz, el canciller alemán que en vísperas de los comicios en Turingia y Sajonia prometió mano dura contra la inmigración ilegal. Demasiado tarde. El socialismo se estrelló en las urnas.