Cierre de Almaraz: ¿cómo secará su pelo la ministra?

Sólo a gobernantes estúpidos adornados con caduca pancarta verde se les ocurre poner sordina a unas centrales nucleares que costaron un riñón en su día y cuya energía es absolutamente necesaria para la supervivencia de una nación como España que es absolutamente deficitaria en algo tan básico para el progreso económico y social como la energía.

España nunca tendrá palabras para describir la nefasta gestión de una ex ministra, activista radical de su propia ideología (e intereses), como Teresa Ribera, responsable en gran medida de los estragos provocados por la DANA valenciana y que huyó despavorida a Bruselas en calidad de vicepresidenta.

La presidenta extremeña, María Guardiola, se ha puesto en pie para defender una causa justa ante el desmán que supone intentar cerrar la central nuclear de Almaraz contra el sentido común, frente a los intereses de una tierra que necesita subrayar su central y desafiando los intereses generales de España.

Todos los argumentos de técnicos solventes y expertos energéticos no parecen abrir brecha en el sectarismo ultra de doña Ribera que dejó la poltrona del Ministerio a una joven sustituta con aspecto de pijaprogre, que responde a la sazón por el nombre de Sara Aagesen Muñoz. Se supone que la ministra de Sánchez, además de explicar los negocios de su familia con las administraciones, tendrá necesidad de secarse el pelo. ¡Pues eso!

Hay que convertir la permanencia de Almaraz en una causa nacional porque hay tiempo y argumentos más que suficientes para impedir que se eche la persiana mucho más ubicada como está en una tierra que perentoriamente necesita su existencia. El PSOE extremeño debe ser consciente de que se juega su supervivencia política al respecto.

El cierre de la mencionada central supondría un encarecimiento brutal de la ya de por sí altísima factura de la luz que golpea inmisericorde a los más débiles. ¿O tampoco preocupa al autodenominado «gobierno progresista» (sic) este corolario social? Palabras, palabras, palabras…
¡Almaraz no se cierra! ¡Almaraz permanece!