Cene en mi casa, D. Juan Carlos
A mi padre, Don Juan, lo mandaron a Portugal.
Mi abuelo, Alfonso XIII, tuvo que salir por piernas, vía Cartagena, rumbo a Italia
Mi bisabuelo Alfonso XII, el pobre, murió con 27 años, no le dio tiempo a que le echaran.
Y mi tartarabuela, Isabel II, también acabó con sus huesos en Francia.
Entre ellos dos, reinó un tal Amadeo, de los Saboya de toda la vida, no era de los nuestros pero acabó igual, yéndose por dónde había venido, a su Italia natal.
¡Vamos!, que, con tas tristes excepciones de mi bisabuelo y de mi padre que no llegó a reinar, no se muere un rey tranquilamente en España desde Fernando VII, hace casi 200 años.
¿Y pretenden VD, españoles, que no tenga unos ahorrillos en Suiza? ¿Qué quieren?, ¿Qué tenga todo mi dinero en la caja de ahorros de la esquina?
Eso podría explicarnos el Rey Emérito si no tuviera que ser políticamente correcto. Quizá así le entenderíamos mejor. Claro que podríamos ponernos estupendos y decirle que eso no está bien, que ya no son los tiempos de Amadeo de Saboya y de Alfonso XIII, a quienes sucedieron las aventuras republicanas.
Ya, ya, díganselo a la mitad del Gobierno que está salivando desde hace meses con sus ensoñaciones republicanas ―podría contestarnos.
Y es verdad que para algunos no se trata de perseguir el fraude que haya podido cometer quien debiera tener una conducta ejemplar. No van a por el Rey emérito, van a por la Monarquía. Nunca han tenido mejor ocasión, sentados en el gobierno y con escándalos en la tele han dicho ¡a por ella! Sí, lo han dicho, no me llame lunático, Sr. Sánchez.
Este asunto podría servir para debatir sobre cómo mejorar la transparencia y la confianza en las instituciones. Y para recordar a los buenos líderes (Don Juan Carlos incluido) que se puede vivir de las rentas económicas pero no de las rentas morales, que haber sido un buen rey no te salva si te pillan faltando al primer mandamiento de los estados modernos: No defraudarás.
Podríamos hablar de esas cosas y de otras tantas pero no, el debate ya es otro: Monarquía o República. Con la misma lógica que se ha planteado podríamos debatir si debe haber comunidades autónomas o mejor un Estado unitario gracias a los Pujol. Y cuando nos enteramos de la Gürtel haber suprimido los partidos políticos. Y plantearnos si deben existir los sindicatos cuando vimos lo de los EREs y a los comegambas hartándose a costa de las subvenciones. Y así, cada vez que una persona se corrompa en una institución, nos cargamos la institución.
No cuenten conmigo para la cacería. Y mientras tanto, si no le hacen sitio en la Zarzuela por Navidad, cene en mi casa, Don Juan Carlos. Aun no lo he hablado con mi mujer pero seguro que no pone ninguna pega y le hacemos un sitio, que aun cabe sin que Illa nos sancione. Y nos cuenta cosas de aquellos antepasados, que anda que no eran entretenidos.
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