Opinión
PRIMERA LÍNEA

Benditos sean los rechazos de la extrema izquierda, ya sin poder

Una cuestión previa. ¿Qué está pasando con Vox? La están liando parda y no se sabe exactamente por qué. ¿Los díscolos son Vox? ¿Vox, el grupo parlamentario, lo sigue siendo sin contar con los díscolos? Menudo lío y, mientras tanto, la izquierda -que desde el 2015, en Baleares, es la extrema izquierda como bien sabemos- se siente afortunada por la munición que le ha sido regalada gratuitamente. De manera, que ya tiene su discurso para pegarle al centroderecha –o sea el PP- en la misma línea de flotación.

Puedo imaginar el argumentario: nosotros, con el Pacte de Progrés, fuimos paladines del diálogo y la concordia –todo mentira, pero el relato es lo que cuenta- y en cambio el centroderecha, como estamos viendo, es incapaz de ponerse de acuerdo, dejando en serio riesgo la gobernabilidad centrada en la gente (siempre la gente). Este mantra acabará calando en el electorado y así llegarán con suficiente ventaja a las elecciones de 2027. Al tiempo.

Parece ser que los díscolos de Vox han confirmado su apoyo al PP, pero al mismo tiempo no están suficientemente claras sus motivaciones, desde el momento en que exigen elegir ellos al presidente del Parlament e incluso la conveniencia de entrar en el Govern de Marga Prohens. Las malas lenguas hablan del interés de los díscolos en hacerse con el presupuesto al completo del grupo parlamentario, con la intención de fundar un nuevo partido.  

Otra cuestión previa. El votante de Vox, mayormente del PP, solo que muy cabreado con el partido madre patria, ¿piensa seguir el juego hasta el final a los díscolos? ¿Su odio hacia el PP pondrá en peligro todo lo conseguido en estos meses de legislatura? Lo cierto es que el PP ha mostrado complejo de inferioridad a la hora de revertir el monolingüismo imperante, con largas a la exigencia de Vox de libre elección de lengua en educación y lo mismo en lo referente a recuperar el bilingüismo en las administraciones. Ahí está el ejemplo de la circular de Sanidad sobre los riesgos de la gripe.

Esta crisis institucional, parece ser ha hecho aflorar intereses personales, en lugar de profundizar en la defensa del interés general. De ser así, en buena lógica Vox-Baleares acaba de hacerse el harakiri, porque han roto la baraja sin venir a cuento, salvo que en efecto algo de todo esto huela a podrido.

A lo que iba. Benditos sean los rechazos de la extrema izquierda, ahora sin el poder omnímodo que han tenido los últimos ocho años. Benditos sean al retratarles. En el Ayuntamiento de Palma, el alcalde del PP decidió que los propietarios de pisos okupados no pagasen el IBI, con el rechazo de toda la izquierda en la oposición. Perfecto retrato de su afinidad con los okupas. Y lo mismo cabe decir, del abandonado edificio de Gesa, que Jaime Martínez quiere convertir en Museo de Arte Contemporáneo. Una vez más con toda la izquierda en contra, mientras estando en el poder dejaron a las ratas que  campasen a sus anchas en este enclave de la fachada marítima de Palma.

Hablando de Vox, lo mejor del partido se encuentra en el grupo municipal de Palma. Ha sido necesario su empeño para que finalmente el monumento de Sa Feixina, hoy legalmente protegido por Patrimonio, recuperase aquella iluminación de siempre, negada por la extrema izquierda. La verdad es que le ha costado al PP por sus complejos aunque finalmente entraron en razón. Es sintomático que los díscolos futuribles le impidiesen a Fulgencio Coll la posibilidad de liderar Vox en Baleares. ¡Un activo tan emblemático!

¿Qué decir de la exención del impuesto de patrimonio decretado por Marga Prohens? La izquierda, fuera del poder, ha vuelto a oponerse, pues su relato apunta que beneficia a los ricos, cuando en realidad estamos hablando de la casa de sa predina que los nietos no pueden aceptar debido a las cargas que comportaba aceptar la herencia. Luego tenemos el apoyo al sector primario comprometido por Marga Prohens y ninguneado por la extrema izquierda durante ocho años, fiel al relato de que el 2030 seréis pobres pero felices

Y así sucesivamente en esta necesaria operación de derogaciones varias.

Lo cierto es que la extrema izquierda se está retratando en su desprecio, de modo sistemático, a medidas que benefician –ahora sí- a la gente. Pero en el camino aparecen ambiciones supuestamente inconfesables que retratan a Vox y perjudican seriamente a la derecha en su conjunto, dando pie a que la extrema izquierda balear arme su relato alarmando a la opinión pública.

De manera que estamos allanando el camino al regreso de Barmengol a las instituciones baleares el año 2027 cuando hemos visto su verdadera cara de autócrata como presidenta del Congreso de los Diputados. El electorado, sin embargo, solamente será capaz de ver en ella la tercera autoridad del Estado regresada felizmente a rescatarnos, desde el Consolat de la Mar. ¿Seremos tan estúpidamente incautos? Pues sí, tal vez, gracias a la deriva de Vox.

Confío en que Gabriel Le Senne continúe presidiendo el Parlament balear y a ser posible con apoyo del grupo socialista porque rara vez esta institución  ha contado con un jurista cabal. La Cámara balear siempre fue una moneda de cambio alzando la máxima categoría energúmenos de UM y de Podemos  y por supuesto sin descontar otros inquilinos no siempre apropiados.