Opinión

Begoña no tiene escapatoria

La mujer de moda en todos los circuitos hispanos, Begoña Gómez, la presidenta, no tiene escapatoria judicial, política, mediática y social. Ya se puede poner como quiera. No hay sarao que se precie en toda España donde la mujer de Pedro Sánchez no sea pasta de comidillas, hechos probados o presuntos. Es la figura del momento.

Lo cierto y probado es que durante años se ha servido de que duerme con el jefe del Gobierno para hacer negocios para sí y para sus amigos. El juez del caso, Juan Carlos Peinado, que está demostrando un par de redaños frente a todas las amenazas y presiones, va poco a poco tabulando las procesiones realizadas por la inquilina de Moncloa por cuantas instancias públicas y privadas pudiera sacar algo de provecho… para ella, naturalmente.

Que el rector de la antigua Universidad Central (Complutense), el centro de los grandes intelectuales de España durante siglos, tenga que ir a sentarse delante del juez para que informe cómo se le pudo dar una cátedra de tan señero centro de enseñanza superior a una señora ágrafa, sin formación universitaria alguna, muestra el grado de degradación cuasi total de la UCM.

Lo de Globalia es lo de menos. Lo de más es todo aquello que tiene que ver con Barrabés, su socio en todas las estaciones. El matrimonio Sanchescu (en recuerdo de los rumanos Nicolae y Elena Ceasescu), como ya se conoce a la pareja presidencia en todos los ámbitos madrileños, ha aprovechado seis años de poder para intentar montárselo cuando la parca política aparezca en sus vidas. Ambos son tristemente famosos, y doña Begoña probablemente mucho más rica que cuando empezó a dormir en el Palacio de la Moncloa. Al menos, los paganos, es decir, los españoles contribuyentes tienen derecho a conocer cuánto es más de rica y cómo lo hizo.