Opinión

Bajarse al moro

Aprecio la coherencia. Y a Pedro Sánchez no se le puede negar que es fiel a sí mismo, que no defrauda nunca y que sigue la hoja de ruta con tal pulcritud que hasta las ovejas cojas de su rebaño –ésas que de vez en cuando se paran, como si pensaran en salirse del redil…- llegan al convencimiento de que el suyo es el único camino posible, el único que les llevará a pastar sin más restricciones que las que les establezca su ya holgado estómago.

Por eso, porque sigue por la vida al grito de Scarlett O’Hara: «A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre…», Sánchez ha decidido bajarse al moro para pasar allí sus vacaciones de verano. La elección del destino no es caprichosa, sino coherente a más no poder con su pulsión narcisista y maquiavélica, sazonada en este caso con la dosis acostumbrada de psicopatía que le lleva a añadir: «… y que les den…».

Sánchez se ha bajado al moro mientras España (o sea, él, como presidente del Gobierno, aunque sea en funciones y aunque sea tras haber perdido las elecciones) ostenta la Presidencia de turno de la Unión Europea. Se ha bajado al moro mientras la ONU reprende a Marruecos por tres presos saharauis. Se ha bajado al moro para celebrar que España recibe más pateras desde Marruecos que antes de su giro sobre el Sáhara. Se ha bajado al moro para que quede claro que él es más de Mohamed que de Felipe VI, con quien se ha negado a celebrar el habitual despacho de verano en Baleares. Sánchez se ha bajado al moro mientras los datos económicos desmienten la propaganda: la economía española ya crece menos que la francesa y la cuarta parte de Portugal. Sánchez se ha bajado al moro mientras Marruecos reivindica la anexión de Ceuta y Melilla; y, en coherencia, los destacados del rebaño socialista en Ceuta han roto el acuerdo con el PP para dar estabilidad nacional al Gobierno de la ciudad.

Mientras él pasa sus vacaciones en territorio marroquí, en España sus ovejas negocian con nacionalistas y filoetarras el Gobierno de Navarra. No sabemos a día de hoy cuál será la fórmula elegida, si Otegi votará a favor o seguirá mandando desde la sombra («… llevamos cuatro años dirigiendo el Gobierno de Navarra con el PSOE…. ¿o creen que la gente es boba?…», a la espera de que el PSOE le vote como lehendakari del País Vasco.

No deja de ser una anomalía democrática –y un suicidio nacional- que ocho millones de españoles hayan votado al PSOE, normalizado así las relaciones entre ese partido y los proetarras y golpistas, los delincuentes de todo tipo y condición que le llevaron al Gobierno y con los que está dispuesto a reforzar sus alianzas tras haber perdido las elecciones. Pero lo que más me preocupa es que quienes han ganado las elecciones parecen estar dispuestos a aceptar esa anomalía.

A ver cómo lo digo para que me entendáis. A ver, Feijóo, que has ganado las elecciones, que millones de españoles sin complejos han votado, por encima de su ideología o al margen de ella, para que eches a Sánchez del Gobierno de España; que os hemos votado para que nuestro país deje de ser una anomalía en la Europa democrática al estar sostenido por delincuentes y conformado por partidos cuya ideología es considerada responsable de crímenes de lesa humanidad y prohibidos en algunas de las democracias más antiguas de Europa; que os hemos votado para que los enemigos de la nación no sigan trazando la hoja de ruta, para que podamos llamar a las cosas por su nombre, para que Mohamed no sea nuestro rey, para que las mentiras sean mentiras y las verdades no salgan tan caras…

A ver, Abascal, que os hemos votado para que forméis gobiernos de progreso en ayuntamientos y comunidades autónomas –sí, de progreso, que no significa «de izquierdas», gobiernos que defiendan el progreso de los ciudadanos y del país frente a la política de enfrentamiento y ruina que nos traen Sánchez y sus cómplices-; que os hemos votado para que forméis gobiernos que tengan como objetivo acabar con el sectarismo y la ruina, con la división y el enfrentamiento entre españoles; a ver, que sumar para lograr gobiernos alternativos al sanchismo es mucho más importante que la cuota de poder a la que podáis legítimamente aspirar. A ver, Santi y Alberto, Alberto y Santi, que los enemigos de la España constitucional y democrática siguen siendo los mismos, que nos pedisteis el voto para echarlos, que ellos no se pelean entre sí porque tienen un plan mientras vosotros estáis a la greña olvidando que a ambos os hemos votado para que impidáis que Sánchez consume la traición y, siguiendo la hoja de ruta explicada por Otegi, rompa la España constitucional y democrática para hacerla después roja.

A ver si me entendéis, que no nos importa quién es más macho de los dos, que lo que nos importa es que no permitáis que los complejos y/o la testosterona se impongan sobre el patriotismo constitucional.

A ver, que todo esto era para deciros que nosotros no estamos avergonzados de nuestro voto, que sabíamos lo que hacíamos, que nos importa más España que la sigla del partido al que hemos votado. Y oye, que os hemos hecho ganar las elecciones, así que nos lo debéis. Y, como decía el general Santana en una de las batallas carlistas: «A por ellos, que son de regadío!».

Pues eso. Que nosotros no olvidamos quién es el enemigo de la España plural y democrática. No lo olvidéis vosotros.