Opinión

Ayatolás de Occidente

Estudiantes de un elitista colegio mayor masculino dirigen gritos obscenos a las residentes de un elitista colegio femenino cercano. Un juego consentido al que ellas responden con cánticos similares. Si ellos les hablan de la fiesta de la capea, ellas responden que menos capeas y más corridas. Feministas de verdad, mujeres libres, españolas del año 2022.

Nadie, ni los protagonistas, dudan de la zafiedad de sus gritos; un juego de guerra de sexos en el que participa quien quiere, hombres y mujeres jóvenes en plena explosión de hormonas sexuales. Tras difundirse el vídeo con los gritos de los hombres (poco se ha difundido el de ellas respondiendo a coro), se desata la jauría de políticos y medios de comunicación que, histéricos, se rompen la camisa ellos y despeinan ellas pidiendo la hoguera para los hombres. Estos ayatolás son los que han legalizado la culpa de los menores por lo que hagan sus padres; un niño/a huérfano de padre asesinado por su madre percibe menos ayuda que un niño/a huérfano de madre asesinado por su padre.

El pensamiento único talibán es casi unánime, salvo Vox (Abascal ha desautorizado a algunos dirigentes que sucumbieron a la jauría), desde Bildu al PP pasando por ERC, PNV, Podemos, PSOE, Cs…, clérigos y clérigas decidiendo qué se puede o no hacer o decir. El presidente del Gobierno, el líder del PP y los de otros partidos marcan el camino y la Fiscalía, su Policía de la Moral, abre diligencias por un posible delito de odio contra las mujeres. Expulsan a algunos hombres y a ninguna mujer de las que respondieron en términos similares. Organizan una cacería política y mediática brutal, manipulando un acto sin trascendencia para mostrar al rebaño, la sociedad, los límites que ellos han decidido imponernos. La privilegiada casta política (ellos/ellas/elles) son ayatolás del machismo oficial del siglo XXI, imponiendo sus dogmas de fe repetidos por sus obedientes medios de comunicación. Las inocentes mujeres necesitan ser protegidas de los hombres malvados.

Ocurre entonces lo que no esperaban: las presuntas víctimas del delito de odio que va a investigar la fiscalía (¿la misma que no investigó la prostitución de menores tuteladas en Baleares?), dicen que no fueron ofendidas, que los conocen, se llevan bien y que ellos las acompañan de noche para protegerlas. A tomar por culo el relato de la casta política y sus periodistas mariachis. El nivel de obediencia perruna a los clérigos queda en evidencia con esa vicerrectora que se pasó la noche llorando y quienes hablan de cultura de la violación. Montar esta jauría por un asunto del que las “estudiantas” se ríen, en lenguaje barriobajero “les suda el coño”, desenmascara el pensamiento machista, desnortado e irracional del hembrismo español camuflado de feminismo.

Resumiendo: los tíos presumen de machotes y ellas les responden que menos lobos, que los pasarán por sus entrepiernas, o no, cuando ellas decidan. La vida y la calle de hoy, las mujeres libres frente a la ficción del pensamiento único talibán de políticos y periodistas. Quienes se escandalizan interesadamente son moralmente indigentes, muestran la sociedad con burka mental que quieren construir y no ayudan a las mujeres, las cosifican como si fueran incapaces de gestionar sus vidas. En su loco fanatismo les falta autorizar que se puedan dar palizas en las comisarías a los no creyentes en su ideología de género y para los más revoltosos, checa o pena de muerte. Una sociedad digna con políticos, periodistas, estudiantes, profesores… decentes, no toleraría estas campañas de manipulación, las expulsiones injustas ni la criminalización de estudiantes masculinos por el fanatismo talibán de género.