Opinión

¿Se atreverá el PP a empapelar a Paquita Armengol y Sánchez?

  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

Corría el pasado lunes el turno de preguntas de la conferencia pronunciada por el portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, un buen Miguel Tellado. Y surgió una pregunta, mejor dicho dos, porque fueron dos los periodistas que la formularon. Uno de ellos, más explícito, recordó a Tellado las sinnúmeras ocasiones en que la todavía presidenta del Congreso, Francina (nacida Paquita) Armengol se ha comportado sencillamente como un peón albañil de su capataz Pedro Sánchez. Empezó por la imposición de los muti-idiomas en el hemiciclo sin reforma alguna del Reglamento, y es cómplice ahora con Galindo, el letrado que ha pasado del Ejecutivo al Legislativo sin solución de continuidad, y que es también un conmilitón sin decoro alguno del preboste Sánchez.

Tellado se topó de bruces con la pregunta que encabeza esta crónica y que podemos resumir así: «Visto lo visto, ¿está analizando el PP las posibilidades de plantear una querella por prevaricación a la señora Armengol?». No se turbó el portavoz y, tras una brevísima maniobra de distracción galaica, no tuvo otro remedio que contestar explícitamente: «El PP está estudiando todas las acciones legales posibles». En el auditorio quedó patente la sensación de que esa contestación era algo más que una réplica para salir del paso. A mi vez, interrogué al término del acto a un diputado del PP con ciertas responsabilidades orgánicas: «¿Haréis algo? ¿Empapelaréis a Armengol?». Me dijo: «En esta situación caben todas las posibilidades».

Lo cierto es que la cuestión planteada, toda una provocación desde luego, por los dos colegas, fue y es algo más que una idea improvisada. Desde hace días, en medios jurídicos muy próximos al PP, se llevan las manos a la cabeza ante el sometimiento bochornoso que la presidenta del Poder Legislativo muestra ante el Ejecutivo. «Armengol ya no guarda ni las formas», se denuncia, y es verdad: ni siquiera se molesta en disfrazar sus miserias, las exhibe, y tan pancha.

El martes, la reunión de la Mesa del Congreso fue un ejemplo meridiano de cómo se las gasta la susodicha nacionalista catalana. Los cuatro representantes del PP la pusieron en algo más que aprietos denunciando el filibusterismo sin precedentes con que está actuando la presidenta. Ésta, sin inmutarse, «modo Sánchez». No tenía otra intención que someter a votación el endoso que la tenía perturbada: la posibilidad de que el bodrio de la Ley de Amnistía, rechazada clamorosamente la pasada semana, no regresara a la Comisión de Justicia. Armengol, con todos sus socios más repulsivos, entre ellos el jenízaro independentista Pisarello (un auténtico pregonero de delincuentes), salvó el trance sin despeinarse y el libelo ilegal volverá a la Comisión de Justicia para que la mayoría leninista-secesionista apruebe el bodrio y el terrorismo y la alta traición se incorporen al texto para mayor honra del forajido de Waterloo, Carles Puigdemont.

Todos sabemos a estas alturas que nuestros padres de la Constitución hicieron lo que pudieron pero que en ese trance tan complejo dejaron algunos aspectos cruciales sin rematar, por ejemplo, la responsabilidad criminal del presidente del Gobierno. Su proceso se dibuja tan difícil en el Artículo 102 de la Norma, que prácticamente hace imposible su aplicación práctica. Afirma el Artículo que tal responsabilidad «será exigible ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo», pero añade a continuación la cautela del procedimiento: «La acusación por traición… sólo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso y con la aprobación de la mayoría absoluta del mismo». Es decir, 87 diputados en el primer caso y 176 en el segundo. Ahora mismo, no se depara esta mayoría que llevaría a Sánchez, tal y como se tiene bien ganado, al más alto Tribunal del país, que es el Supremo y no el Constitucional, pretensión vana de estos barreneros de la Nación.

Son tan graves las fechorías que está cometiendo el dúo de la bencina Sánchez-Armengol, que lo suyo sería que ambos fueron tratados judicialmente en un pack. Actúa coordinadamente como lo suelen hacer los iras más activos del planeta, y todo lo que perpetran se está llevando por delante no ya la Constitución de 1978, que desde luego, si no la propia permanencia de España como Nación. Cuando Tellado, que construyó en el siglo XXI todo un alegato documentado contra la exfoliación, capa a capa, partido a partido, que ambos y otros muchos (todos los apoyos de Sánchez) está, realizando contra democracia española, este cronista pensaba, a raíz de las preguntas de los colegas: ¿por qué parece tan lejana la posibilidad de empapelar a ambos/as individuos/as? Hay quien sostiene que, una vez apartado del poder absoluto que le confiere el BOE, una vez que haya rendido el Gobierno, el horizonte penal de este personaje quedará nítidamente establecido pero, largo me lo fiáis, primero, porque las probabilidades de que Sánchez abandone pronto La Moncloa es un deseo, no una realidad cercana y, segundo, porque una vez quede apeado del Gobierno, este país olvidadizo desdeñará, hasta la próxima revisión de memoria, el destrozo que causó el desalmado sujeto.

Bien está, en todo caso que, por primera vez, comparezca ante la opinión pública la impresión de que todo lo que está ocurriendo en España no puede quedar sin castigo en agua de borraja. Y me refiero a las judiciales. Desde luego, al dúo habría que incorporar otros personajes de esta opereta trágica más que bufa, como ese Pumpido, redactor de la Aministía, dispuesto a quemar toda su carrera de jurista -decían que sólido- en la pira de sus afinidades ideológicas con un mequetrefe arribista y un malhechor. Por primera vez digo, es tan grande el volumen de canalladas y desafueros a los que nos están sometiendo, que no está nada mal que empecemos a pensar no ya en las responsabilidades políticas, siempre tan etereas, evanescentes, sino en las judiciales que cabe y cabrá atribuir a todos los que están contribuyendo activamente a la voladura de la España eterna. ¿O vamos a dejar que este tipo se largue con sueldo, de naja y sin pagar su escalofriante atentado?