Opinión

Andalucía puede convertirse en la tumba política del sanchismo

Las elecciones que el domingo se celebran en Andalucía constituyen la primera gran reválida a la que se enfrenta el Gobierno de Juanma Moreno, el único político no socialista que ha gobernado una comunidad que durante décadas fue feudo y granero de votos del socialismo. Las encuestas ponen de manifiesto que el dirigente del PP ha sabido ganarse la confianza de un electorado que valora el cambio de rumbo impuesto por el presidente de la Junta y su firme voluntad de reformar las estructuras de un territorio que el socialismo había convertido en su cortijo. Andalucía, en estos últimos cuatro años, ha experimentado un evidente progreso, no sólo como consecuencia de una gestión que ha puesto fin al sectarismo ideológico de la izquierda, sino, sobre todo, porque ha desmantelado, en gran parte, ese modelo clientelar que el socialismo tejió a través de una tupida red de intereses que llegaba hasta el último rincón de la región. Por supuesto queda mucho por hacer, razón de más para que los andaluces den un voto de confianza a las políticas que han puesto fin al régimen apuntalado por el socialismo durante casi cuarenta años.

Si Andalucía quiere seguir apuntalando su futuro, es fundamental que el exceso de confianza no se se traduzca en una alta abstención que otorgue a la izquierda un resquicio para voltear la unanimidad que dibujan las encuestas. Cada voto es prioritario en las actuales circunstancias, porque no sólo está en juego el futuro de Andalucía, sino también el futuro de España. Si Andalucía fue durante décadas el granero del socialismo, Andalucía puede ser la tumba política del sanchismo. Para ello es necesario tomar conciencia de lo mucho que está en juego el domingo y hacer del voto un instrumento de rebeldía democrática contra el socialcomunismo que está devastando el país. Un voto por la libertad y el progreso de una comunidad crucial para que el cambio se haga realidad en España.