Opinión

AMLO, un dictador contra su historia

López Obrador es un dictador ignorante, el prototipo de todos los caudillos matones e iletrados que tanto dolor, miseria y muerte llevan causando a Hispanoamérica desde que entendieron que a un pueblo ignorante no hay que darle pan, sino odio, rencor y revancha. Y para ello, no hay mejor medicina que la historia manipulada y los enemigos imaginarios, brebaje mágico frente al conocimiento y puente de oro a la autocracia que tanto ansían. Cuanta más hambre pase el pueblo, más fácil será alimentar su conocimiento con doctrina falsa y sumisa. Por eso, aman a un libertador como Simón Bolívar, un personaje tan peculiar que, viendo hoy a quienes blasfeman en su nombre con pesada asiduidad, les pasaría a cuchillo por imberbes mentales.

AMLO, que así llaman al analfabeto líder comunista de Morena, no es sólo un peligro para la democracia, sino también para el pasado, un dictador contra su historia y la de sus ancestros, a los que aborrece y desprecia cada vez que exige a España el perdón por algo que España no hizo, en vez de besar los pies de aquellos que hicieron posible que hoy México sea lo que es.

Porque a López Obrador y su marioneta impuesta, la tal Claudia Sheinbaum, de profesión, socialista, es decir, saqueadora, hay que contarles quienes son y de dónde vienen. Todo lo que hoy permite a México ser México: lengua, religión, universidades, catedrales, Derecho, Historia, arquitectura, ideas, caminos, y hasta la concepción liberal de la democracia, se deben a España, su presencia y escala allí, y el haber convertido durante décadas a su capital (en la entonces Nueva España) en la ciudad más importante del orbe. Un estatus que perdieron cuando siglos después se dejaron arrebatar territorios y riquezas por Estados Unidos, agravio histórico que taparon con su nacionalismo de brocha gorda y leyenda negra. Decidieron esconder a los mexicanos, votantes y soldados, un expolio real para envenenar sus mentes con otro expolio, inventado y sin sostén historiográfico. Tras un siglo de PRI, el PSOE mexicano, llegó su deriva totalitaria, comunista y tiránica.

AMLO no lee, ni sabe leer, aún menos estudiar, pero sus escribas le cuentan todo al oído, como hacían los antiguos caudillos aztecas antes del sacrificio. Hay que recordarle a ese anciano al que la calle ya le llama dictador, que los españoles no conquistaron México, porque México no existía cuando Hernán Cortés y los suyos arribaron a tierras aztecas, donde la principal tribu estaba enfrentada a todas las demás y su ritual de divertimento eran los asesinatos de niños y el canibalismo, un poco como hace el socialismo hoy, pero de otra manera.

Los indígenas allí existentes odiaban a los aztecas, tanto que pidieron ayuda a los españoles para su aniquilamiento definitivo. No pocos autores e historiadores sostienen que lo que AMLO y su ejército de ignaros descendientes de españoles llaman conquista, no fue sino una guerra civil entre tribus autóctonas suscitada en territorio del actual México. España sólo tiene que pedir perdón por no haber parado los pies a esos criollos antepasados de Obrador y Sheinbaum, que aprovechando la debilidad del otrora Imperio, suscitaron revoluciones de independencia de la madre patria sin dejar de ser españoles de sangre. Porque el ventrílocuo que maneja a la nueva presidenta mexicana nunca hubiera llegado a ser lo que es si sus antepasados hubieran descendido de Tenochtitlán: no tendría historia que vender ni cuentos y leyendas que inocular al mismo pueblo necesitado de pan y envidia que hoy le aborrece.

AMLO es otro botarate intelectual con bastón de mando, un matón bolivariano del Grupo de Puebla, el club de los perfectos idiotas con título de tirano. Es el perfecto representante de la agenda woke, la misma que construye mitos donde hubo historia y oculta genocidios que hoy son revoluciones por la libertad. No hagan caso de estos apóstoles de la ignorancia, mamelucos engorilados a base de poder, cuya única aspiración es quitarle al pueblo -en este caso mexicano- el único orgullo de pertenencia y dignidad que nunca puede ser discutido: el de una Madre que le permitió nacer, existir y ser.