Opinión

Almeida acierta; la izquierda rabia

Después de llevar tres semanas en el cargo, José Luis Martínez-Almeida está demostrando que no defrauda las expectativas de cambio que se le confiaron el sábado quince de junio, cuando fue elegido Alcalde de Madrid, tras cuatro años de populismo podemita, que había aplicado en la capital de España las más rancias recetas del comunismo, entre las que destaca todo tipo de prohibiciones.

Pues bien, Almeida ha comenzado a aplicar las medidas prometidas, de manera que los semáforos de la nacional V ya son historia, ya no se multa en Madrid Central, mientras se estudia cómo luchar contra la contaminación de forma efectiva y sin prohibiciones, se ha devuelto la libertad al tránsito por la calle de Galileo, al eliminar los maceteros que ocupaban más de un  carril de la calzada y que acumulaban la suciedad con la que la dejadez de la izquierda en la gestión ha inundado Madrid, y los vecinos de la cooperativa de las cocheras del Metro de Cuatro Caminos pueden respirar al desbloquearse su situación.

Éstas son sólo algunas de las primeras medidas de esta Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid que está devolviendo la normalidad a una ciudad que nunca debió perderla, pero que si la perdió se debió al dogmatismo de Sánchez, que arrinconó al profesor Carmona, al que no dejó ser alcalde, y se entregó a los podemitas para que Carmena experimentase en la primera ciudad de España.

Pues bien, aunque Almeida sólo lleva tres semanas y, por tanto, aunque paso a paso, va adoptando las medidas de su programa de gobierno, todavía muchas de ellas no se han podido aplicar -lleva sólo tres semanas-, que ejecutará próximamente a buen seguro, pero la izquierda ya se manifiesta y protesta simplemente por el hecho de que no consienten que se reviertan las políticas que ellos habían aplicado. Especialmente no toleran que Madrid Central pase a la historia; el pasado miércoles podía verse desde el autobús número 21, en su transcurso por los bulevares, a una pequeña caravana de ciclistas y patinadores con unos carteles a la espalda que en los que ponía “yo sí quiero Madrid Central”.

Pues bien, por mucho que ese reducido grupo -unas cincuenta personas- lo quieran, muchos cientos de miles de votantes han elegido a otras opciones que desean acabar con esa limitación, y han llevado al centro-derecha a gobernar en el Ayuntamiento de Madrid. Es más, es que Madrid Central no sólo aumenta las prohibiciones, sino que es que, además, aumenta también la contaminación, como demuestra el hecho contrastable que refleja que desde la aplicación de Madrid Central ha disminuido algo la contaminación dentro de dicha cerca, pero ha aumentado en el resto de Madrid, con incremento de los niveles de contaminación en 20 de las 24 estaciones de medición desde que Carmena adoptó dicha medida. Por tanto, Madrid Central no sirve para reducir la contaminación, sino para aumentarla y para limitar la libertad de los madrileños.

La izquierda debería aceptar que la democracia es eso: aplicar el mandato recibido en las urnas, pero sólo defiende eso si gana, porque si pierde, protesta en la calle lo no conseguido en las elecciones. Por cierto, como nota curiosa he de decir que ese pequeño grupo de ciclistas defensores de Madrid Central -no más de cincuenta personas, insisto- iban circulando por los bulevares, pero por la parte de la calzada que no es el carril-bici, lo cual demuestra que ésa es otra de las ocurrencias de Carmena -los carriles-bici por los que no circulan bicis- que no han servido para nada, salvo para empeorar el tráfico y aumentar el riesgo de accidentes. En definitiva, Almeida está acertando, y la mejor muestra de ello es que la izquierda rabia ante sus medidas. Es la prueba del nueve de que Almeida lo está haciendo bien.