Alemania, con sentencia, decide nuestro futuro

Alemania, con sentencia, decide nuestro futuro

Estamos en España tan absortos en temas baladíes (así llevamos más de tres años), fijando atención en la calderilla, que se nos escapan los billetes de 500 por las rendijas. Cierto es que ahora mismo la lava de Cumbre Vieja, tapa, en este caso con cierta razón en la prioridad informativa, lo que mañana domingo ocurrirá en la gran potencia europea, Alemania.

Un total de 60,4 millones de teutones dictaminarán si el legado de Angela Merkel -que ha gobernado en coalición con los socialistas del SPD- sigue activo o el pueblo alemán decide poner un luminoso RIP a los dieciséis años largos de la canciller que se despide, en cualquier caso, entre el respeto de todo el mundo libre. Entre el respeto generalizado de su pueblo, consciente de que han representado y representan el liderazgo dentro de la vieja Europa.

La decisión del domingo es tan importante para toda la parroquia europea, de la que formamos parte, que uno de sus líderes económicos más respetados, Christian Sewing, presidente del todopoderoso Deutsche Bank, la entidad financiera que marca la pauta en la macro decisiones del BCE, ha dicho esto: «La época dorada en Alemania se acabó y preveo una era de agitaciones. La Unión Europea debe afrontar cuanto antes reformas estructurales, entre ellas, la del mercado de capitales. Nos está mirando el mundo por la importancia de estas elecciones en mi país».

Desde luego, ya lo comenté en un post anterior, lo que decidan los alemanes es sustancial para España. Se mantenga el centroderecha en la cancillería o asciendan los socialdemócratas, la sensación entre los inversores y expertos españoles coinciden en señalar que la dadivosidad merkeliana toca a su fin. Quiere ello decir que el nuevo jefe del ejecutivo teutón comprará lupa de aumento para observar a dónde van sus dineros, en qué se gastan los fondos que aportan a la caja de Bruselas y, en cualquier caso, exigirán más control, más austeridad y más seriedad en el gasto de los países sureños.

Ya ha dejado claro Sewing que sus compatriotas son generosos y solidarios, pero será difícil mantener el listón en ese aspecto dejado por Angela Merkel que tuvo que pechar con dos grandes crisis financieras y económicas.

Pudiera ser, gane quien gane, que Berlín fuera la causa, por fin, de que en las cuentas españolas se ponga algún orden.

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