Opinión

8 de marzo, el día de las mujeres del mundo

Manifestaciones del Día Internacional de la Mujer 2021, en directo

Este nuevo aniversario del Día de la Mujer se ha conturbado con la incidencia de la pandemia. En Madrid, el delegado del Gobierno ha prohibido todos los actos programados en su conmemoración, pero en las demás Comunidades no, y esta extraña diferencia no tiene justificación. No solamente resulta inexplicable que en Cataluña se considere que no es preciso tomar esa precaución cuando los niveles de contagios, de incidencias y de fallecimientos son de los más altos de España, sino que el agravio comparativo es evidente cuando sólo hace unos días se permitió un acto de homenaje a la División Azul y los restauradores salen a manifestar su protesta repetidas veces.

La situación de la mujer en España es muy preocupante, teniendo en cuenta las enormes diferencias estructurales con el hombre, en los temas fundamentales de su vida: salud, trabajo, sexualidad, política, cultura. En todo el planeta las violencias, los abusos, la pobreza, la explotación y la marginación hacen a las mujeres las mayores víctimas. La ONU ha declarado que “la violencia contra la mujer es el crimen encubierto más numeroso del mundo”.

En España la violencia machista asesina cada año a más de un centenar de nuestras hermanas, ciento cincuenta mil denuncias por violencia física se presentan cada año. Ni la atención policial ni la administración de justicia prevé las situaciones más graves, que tantas veces concluyen en feminicidio, y la única alternativa que se ofrece a la que se encuentra en grave peligro de muerte es internarla en una casa de acogida. Situación esperpéntica, en que es la víctima la que sufre encierro mientras el culpable queda libre. Y se presenta una denuncia por violación cada 5 horas.

Desgraciadamente por sus condiciones de vida en nuestra sociedad, las mujeres siguen siendo las más desprotegidas y a las que golpean gravemente las difíciles condiciones económicas. El paro, el subempleo, el trabajo eventual y mal pagado agobian a la mayoría de las trabajadoras. De esta estructural y endémica situación de pobreza se deriva que más de 500.000 mujeres están esclavizadas en la prostitución como única salida para sobrevivir. O que la pornografía sea uno de los grandes negocios de empresas que utilizan a hombres y mujeres como elementos sin humanidad, para divertir y excitar a los espectadores, siendo un espectáculo de violencia, humillación y abusos de las mujeres. Y del mismo modo, la pobreza induce a otras a que acepten la máxima utilización de su útero para fabricar niños que entregan a los compradores. A estas explotaciones y abusos, que se cometen a diario, ni el Gobierno, ni el Ministerio de Igualdad que ha hecho absoluta dejación de sus responsabilidades, les da solución.

Porque, a mayor abundamiento, se une en la actualidad el insólito empeño de ese Ministerio de aprobar leyes, LGTBI y Trans, que suponen la persecución de las mujeres, su discriminación en el trabajo, la política, los estudios, el arte, el deporte, y además permite que menores de cualquier edad puedan escoger ser hormonados y mutilados quirúrgicamente.