La sociedad vasca y Cataluña

La sociedad vasca y Cataluña
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Leo estos días mensajes alarmistas sobre la posible participación de jóvenes radicales abertzales en la jornada del 1 de octubre. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado dicen estar alerta ante los supuestos llamamientos «solidarios» que desde el País Vasco están haciéndose para colaborar con la sociedad catalana que quiera votar el próximo domingo. 

Es comprensible que la sociedad vasca (parte de ella) se sienta solidarizada con la sociedad catalana (parte de ella). Concretamente, aquéllos que quieren plantear un debate profundo sobre la soberanía del Estado, sobre la regeneración democrática de España, y por qué no, sobre la soberanía de los pueblos que conforman nuestro, hasta ahora, país. No faltará quien considere que todo esto es aberrante, la ruptura, el cataclismo, sedición, rebelión y un sinfín de cosas más. Siempre se puede exagerar, por supuesto. Y tienen derecho a hacerlo. 

Por mi parte, considero que nos encontramos ante un momento histórico. Delicado. Que requiere de muchísimo diálogo, sosiego y generosidad. Empatía y capacidad de entendimiento. Lo que antes se consideraba «hacer política» y ahora brilla por su ausencia. 

Considero muy positiva la sinergia entre los políticos vascos y catalanes. Porque los primeros han tenido que hacer su labor, la defensa de la democracia y de la paz, en condiciones verdaderamente difíciles. Saben de diálogo, de paciencia, de empatía y sobre todo, de establecer límites. Los catalanes nunca han tenido que hacer frente a la violencia, no al menos durante nuestra democracia; han trabajado el ámbito del diálogo e institucional. Pero ahora, tengo la sensación de que necesitan repensar sus planteamientos. Es positivo aprender de las experiencias. 

Por su parte, el Partido Popular y el Partido Socialista deben reflexionar seriamente. Se han alejado totalmente de la sociedad, su representación en lugares como Cataluña y País Vasco ha perdido apoyos de manera evidente. Y la razón no es otra que el hecho de haber perdido su capacidad de interlocutores. Deben ponerse las pilas. Ambos. Y entender que en todo lo que sucede se está dando también un conflicto generacional, sí. Porque ahora quienes nacimos en democracia estamos pasando a formar parte de la generación adulta. Y resulta que lo que nos han contado durante toda nuestra vida no encaja con lo que vemos. 

Dejen su bloqueo, señores del Gobierno. Asuman que España ha crecido, ha madurado y requiere que se reformen sus normas más fundamentales. Asuman que esta España no nos representa a una gran cantidad de personas. Queremos que sea abierta, dialogante, acogedora y que presuma de una democracia que permita respirar a todos, sin asfixiar a nadie. 

Empiecen por demostrar que entienden lo que sucede en Cataluña como una cuestión que requiere de acción política. Ni la policía ni los jueces deben hacer la tarea que le corresponde a los políticos, que además, son los causantes de esta tensión absurda que solamente hace daño a la sociedad. 

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