José Lascuraín: «Deberíamos talar millones y millones de árboles para recuperar los ríos»
José Lascuraín, un ecólogo que no te deja indiferente cuando lo escuchas en una conferencia o le entrevistas para hablar de los ríos, las presas y la forma de mantener el equilibrio con el entorno y la biodiversidad.
Con un discurso apasionado, profundo y muy medido, en cierta manera valiente, le entrevistamos en OKGREEN y descubrimos que sus argumentos, con una carga didáctica muy fuerte, van en contra de los preceptos simplistas de limpiar los ríos o derribar presas.
Esta entrevista es la última de la serie que realizamos en torno al papel de las presas, de las minicentrales hidráulicas, tras publicar las conversaciones con José Trigueros, presidente de la Asociación Nacional de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, y, José María González Moya, director general de APPA Renovables.
OKGREEN: Eres ecólogo y te dedicas al medioambiente y al urbanismo…
JOSÉ LASCURAÍN: Sí, soy ecólogo y soy el CEO de una consultoría de medioambiente, urbanismo y planificación urbanística erradicada en Barcelona Soy ecólogo, una disciplina que ya tiene 40 años que se llama Ecología del Paisaje, que es la relación entre la distribución espacial de los ecosistemas, que tiene una vinculación directa con el planeamiento urbanístico y los procesos ecológicos.
P.: ¿Hay una percepción equivocada de lo que es la ecología en cuanto a la conservación de los ríos y de las obras hidráulicas?
R.: Sí. Es algo que además es peligrosísimo, hay un concepto de que existe un equilibrio natural que se mantiene de forma homeostática y autónoma, sobre todo si está alejado de cualquier acción humana.
Este concepto, que es absolutamente prevalente, es el que hay, por ejemplo, en la demolición de las presas y de los azudes. Es lo que más daño ha provocado y ha sido gran factor de retraso en la tecnología aplicada a la gestión de los ecosistemas.
Por eso nosotros aquí tenemos unos sistemas de gran fracaso como el de la Red Natura 2000 que a estas alturas, y creo que ya se ha de decir, es que la gestión se ha basado casi exclusivamente en prohibir hacer cosas.
¿Qué ocurre? El prohibir hacer cosas está en los coeficientes de ruralidad, todo lo relacionado con la actividad agraria, y muchos espacios naturales protegidos han desaparecido.
Digamos que lo que hay que hacer es buscar y potenciar iniciativas y actividades que sean acordes con los requerimientos ambientales de cada ecosistema y en muchos sitios es recuperar áreas cultivadas, que es lo que ha sido el paisaje de la península ibérica desde Roma.
Por ejemplo, en Cataluña, en la superficie de bosque nueva que tenemos a causa del abandono de campos, ha significado el abandono de ríos con un riesgo inmenso de esto que se llama ahora incendios de sexta generación, que es cuando hay grandes pastillas forestales que acumulan más de 10 toneladas por hectárea de materia combustible.
Y estos son riesgos que afectan incluso a urbanizaciones de lujo en la Costa Brava en Cataluña. Estos son riesgos exactamente iguales que los de las riadas.
P.: ¿Hay que limpiar los ríos?
R.: No. Hay que limpiar los ríos de residuos, de plástico, y cosas de este estilo, además de eliminar los tóxicos. Pero limpiar los ríos no.
Estoy asistiendo en muchos municipios que hacen una limpieza ecológica, en la que dejan todos los pies de chopo que hay en el eje del río. ¿Qué ocurre? Son sitios donde no tienen en cuenta los períodos de retorno, las riadas de cada 10, 15 o 20 años.
Además, el agua, como baja con más nutrientes, hace que crezca muy rápido la vegetación, digamos hace un efecto abono. ¿Qué pasa cuando baja una riada de verdad? Los efectos de taponamiento son enormes, pero las limpiezas se hacen sin entender el bosque de ribera.
Es muy curioso, porque el bosque de ribera es un bosque adaptado, hijo de las perturbaciones periódicas que son las inundaciones y cada especie se adapta a un ambiente energético del agua. Si no somos capaces de entender esto, no podemos gestionar los ríos.
El bosque de ribera es apasionante porque es uno de los ecosistemas más amenazados, como ocurre, por ejemplo, en Cataluña. ¿Por qué? Porque los meandros de proceso natural siempre significan que hay un desplazamiento lateral de los cauces.
Al desaparecer los meandros, donde justo se producían ciertos procesos, en los que, por ejemplo, una semilla de chopo no tiene prácticamente energía. Pero es una semilla que echa una radícula a la misma velocidad que baja el nivel del agua después de una crecida de finales de invierno, las del deshielo.
Estos son condicionantes y construcciones ecológicas muy raras, que provocan que haya muy poco bosque de ribera hoy día nacido de semilla.
P.: Se ha avivado el debate entre renaturalizar o limpiar los ríos, tras ver lo ocurrido en la DANA. ¿Dónde está el equilibrio?
R.: La respuesta sería que no entiendes lo que pones… En el territorio de la DANA hay una planta la adelfa que es igual que el sauce. No tiene la estructura de las ramas, hace que no se enganche nada.
Como ejemplo, es muy divertido. No se enganchan los plásticos y se dobla. Entonces tiene un comportamiento como hidrodinámico, que hace que la riada pase por encima y no ocurra nada.
Si pones un chopo, crece muy rápido. Tiene una gran copa y tiene una enorme capacidad de obstruir y retener sedimento. Pero es que ese chopo nunca ha estado ahí. Hemos de entender que hay, por ejemplo, distintas especies de sauces que son más pequeñitos con una pauta de esta elasticidad.
P.: Son necesarias las presas para la conservación de la biodiversidad?
R.: Por ejemplo, el pato cuchara, el pato colorado, una parte importante de las fochas de la península ibérica seguramente estarían ya extinguidos si no hubiera las presas y los embalses.
P.: ¿Entonces el querer eliminar obstáculos y barreras no entra en consonancia con lo que es la protección de la naturaleza?
R.: No entra en consonancia en su aplicación simplista. Hay pequeños embalses que seguramente sí están interrumpiendo el flujo de alguna especie realmente muy escasa y simbólica. Hay que hacer el análisis, lo que en inglés señalan como trade of management, de difícil traducción, que es la gestión de intereses contrapuestos, la gestión del equilibrio.
Por supuesto que hay sitios donde podríamos recuperar áreas. Por ejemplo, la anguila es una especie que ya está en el libro rojo. Pero la anguila es un bicho facilísimo de entender. Lo que pasa es que no le hacemos caso. Yo las estoy viendo morir. Crían en lagos de aguas negras en los litorales de Cataluña porque no tienen más sitios donde ir. No somos capaces de crear hábitat para especies que realmente tienen muy pocos requerimientos.
Dicho todo esto, por supuesto que hay sitios donde tiene sentido, el demoler una estructura. Pero hemos de pensar una cosa. Ahora mismo el Mar Mediterráneo, por ejemplo, es una bomba atómica. Se calienta dos o tres grados más que la media de hace 20 o 30 años. Toda esta energía cuando se libera es una bomba atómica y provoca DANAS.
Para eso necesitamos estructuras de regulación sin duda. Pero luego existe lo que se llama la irregularidad, la variabilidad de la precipitación, que está incrementándose. Sí se ve en muchos sitios que, por ejemplo, los picos de primavera de pluviometría han desaparecido.
P.: Las DANAS, ¿son más frecuentes o intensas? ¿Las dos cosas?
R.: Los grandes temporales son ahora más intensos y más frecuentes.
P.: ¿Y esto es fruto del cambio climático?
R.: Del mar, que está mucho más caliente que es fruto del cambio climático, por supuesto.
P.: ¿Es un cambio climático antropogénico?
R.: Absolutamente. El CO2, el dióxido de carbono que fabricamos se queda circulando en la atmósfera y aparentemente se queda siglos. Le cuesta mucho, en relación a lo que producimos, ser asimilado por la vegetación.
Tenemos un problema serio y, por supuesto, hay que reducir las emisiones, pero también hemos de activar la mejor estrategia de resiliencia de adaptación: entender cómo funcionan los procesos ecológicos, y eso, con lemas simplistas, no lo solucionaremos nunca.
¿Y esto qué significa? Hay enormes zonas donde hay que cortar pinos. Hay un equilibrio que se llama agua verde, que es el agua que se pierde por la transpiración de las plantas y de los árboles, y el agua azul, que es la que circula por los ríos donde vive un pez y que es el agua que se puede utilizar para beber, para regar o para producir energía.
La expansión del bosque está desecando a cuencas hidrográficas enteras durante el verano, donde evidentemente un pez no aguanta sin agua ni cinco minutos. Por lo tanto, mueren y desaparecen comunidades enteras de peces. Para luchar contra esta situación hemos de cortar árboles, deberíamos talar millones y millones de árboles para recuperar los ríos. Tardaremos en reconocerlo porque va en contra de nuestros prejuicios culturales.
P.: Pero esto va en contra europea, del proceso de restauración ecológica, que pasa por plantar árboles. Se pide plantar millones de árboles en los próximos 10 años…
R.: Eso no es renaturalizar. Es un error estratégico durísimo. Hemos de proteger el bosque maduro, aumentar la proporción de bosque maduro, y de una manera absolutamente coherente, debemos cortar millones de árboles, para que haya más escorrentía pluvial, para que esta agua pueda llegar a los peces.
Y para ello necesitamos seguramente embalses pequeñitos para que en algunas cuencas hidrográficas los peces tengan dónde sobrevivir y no se extingan directamente.
P.: En comparación con lo que es la extensión de cuenca de un río, ¿qué significan las presas en su conjunto?
R.: Tienen efectos. Si no hubiera el embalse de Flix en el Ebro seguramente las anguilas llegarían hasta Zaragoza. Toda esta cuenca ha desaparecido. Evidentemente, cada cosa tiene un efecto a escala. Cuando hemos visto este ejemplo de la presa de La Retorna, la escala es microscópica es minúscula porque la lámina de agua, que no se mueve, tiene propiedades más de lago que de río porque no está circulando continuamente.
Cuando la siguiente pared de embalse está a nueve kilómetros estamos hablando de evaluar el conjunto de los aspectos y es aquí donde hay un enorme error metodológico que no están haciendo las confederaciones hidrográficas. Esto es una responsabilidad moral y es algo que se ha de denunciar.
P.: ¿Hay que ir en contra del mensaje de que el río debe ir libre, que debe correr solo?
R.: Hay que ir en contra de todos los mensajes que nos alejan de la realidad. La ecología es compleja y los ecosistemas también son complejos. Entonces estas reducciones al absurdo jamás funcionarán. Hemos de entender que hemos de modificar presas. Hemos de adaptar las presas existentes para que mantengan más biodiversidad. Hemos de hacer presas nuevas y mucho mejor hechas para que su impacto sea mínimo, porque tenemos problemas muy serios.
Dependemos del turismo, entonces, ¿qué haremos cuando las noches sean de 40 grados y los turistas no se puedan duchar? ¿Qué va a pasar en la economía en la Comunidad Valenciana, en Cataluña, en el litoral mediterráneo en general?
No somos capaces de abordar estas respuestas. Lo curioso es que ni siquiera somos conscientes de que tenemos una urgencia en resolver este tipo de problemas y nos quedamos ilusionados con unos mensajes que son simplistas, infantiles, pero que tristemente no operan, no tienen relación con la realidad. Por eso son tan tóxicos.
P.: ¿La ecología es un instrumento para solucionar todos estos problemas?
R.: El medioambiente es una máquina formidable de reputación social y como tal es utilizado diría que por el 100% del arco político, aunque algunos partidos políticos lo utilizan más que otros. Pero no entramos al detalle en ecología y esto es una cosa preocupante.
La ecología, en vez de ser un instrumento que crea este retorno satisfactorio del ciudadano que se cree bueno porque está apoyando estas visiones simplistas, es mucho más sexy, es mucho más interesante para que se pueda comprender la complejidad.
Un ejemplo son las dunas litorales que son preciosas, es un ambiente que se está extinguiendo por muchas razones, sobre todo por la regresión del litoral, por el cambio climático, por la subida del nivel del mar y porque hay poca arena, necesitan poca vegetación.
Se protegen arrancando vegetación porque sólo viven plantas que han de estar en un ambiente de estrés suficientemente bestia como para que nadie más pueda estar, donde ellas son competitivas. Son las plantas adaptadas, estresófilas, podríamos decir. La superficie de la arena se pone a 50 grados.
¿Quién vive ahí? Pues plantas y organismos que son muy frikis. La arena, además, cambia de sitio. Pues necesitas estos frikis de la arena que viven de las perturbaciones, sobreviven en condiciones durísimas. Entender eso es mucho más divertido que decir ¡qué monas son las dunas!
P.: Para terminar, eres ecólogo, pero ¿eres ecologista?
R.: Sí y lo he sido toda mi vida. Pero la etiqueta de ecologista, parece que está como muy ligada a un pensamiento político. Ahora mismo has de ser ecofeminista, antiimperialista, a favor o en contra… Existe una máquina de reputación social para encasillarnos. Hemos de alejarnos de ello.
Esto lo diría con otra frase más esencialista: cualquier forma de amor se ha de traducir en la comprensión, en esa palabra que se llama empatía, en el entender… y el ecologismo tiene que volver a ser la comprensión de los procesos ecológicos, la comprensión de los problemas. Mientras no lleguemos ahí y estemos hablando de la imagen de Bambi sí que estaremos perdidos.
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