Esto es lo que nunca deberías hacer con las toallitas húmedas
Más de 30.000 toneladas de toallitas húmedas y otros desechos acaban en las depuradoras madrileñas
Las toallitas húmedas también pueden atascar las tuberías de las viviendas
Unas 700 especies de organismos marinos se ven afectados por contaminación plástica
Cada año, más de 30.000 toneladas de toallitas húmedas y otros restos sólidos llegan a las depuradoras de la Comunidad de Madrid, provocando serios daños en sus instalaciones, debido a que, a diferencia del papel higiénico, no son materiales fácilmente degradables. Tampoco son, si nos referimos a las toallitas, reciclables.
El Canal de Isabel II cifra en unos 3,5 millones de euros el sobrecoste anual que suponen dichos vertidos en la red de saneamiento. Cantidad que incluye costes de retirada y extra de mano de obra para la limpieza de las bombas, reposición de las que quedan inoperativas y el incremento en la factura energética.
A todo ello hay sumar, además, las inversiones que deben realizarse en las estaciones de depuración con el fin de evitar que estos residuos comprometan su buen funcionamiento, que resulta esencial para proteger la salud pública y la calidad ambiental de los ríos.
Por ejemplo, en el año 2023, el canal tuvo que invertir más de 5 millones de euros en equipamientos destinados a controlar estos desechos.
La basura, a su cubo
Lo primero que tenemos que entender los ciudadanos es que el retrete no es un cubo de basura. El mensaje del Canal de Isabel II es muy claro en este sentido: «La solución definitiva está en el origen: en depositar las toallitas y los residuos sólidos urbanos en la papelera o en el cubo de basura. Por el váter, además de orina y heces, únicamente se debe desechar papel higiénico».
Si no entendemos este principio, no sólo habrá problemas en las depuradoras, sino que también podemos provocar daños en las instalaciones interiores de nuestra propia vivienda y en múltiples puntos de la red del alcantarillado.
El pasado año, se llegaron a retirar más de 1.500 toneladas de residuos de la red de saneamiento madrileña. Desechos extraídos de los casi 300 aliviaderos equipados con dispositivos de retención, que evitan contaminar los ríos tras episodios intensos de lluvia.
Atención a las lluvias
Precisamente, los problemas se multiplican cuando se registran episodios de fuertes lluvias, como las que hemos vivido recientemente durante el pasado mes de marzo. Esto es así porque, en tiempo seco, las aguas residuales se transportan directamente a las plantas de depuración para su saneamiento.
En cambio, cuando llueve de manera intensa, el caudal excedente que circula por la red del alcantarillado, en caso de que no pueda almacenarse previamente en tanques, acaba siendo evacuado directamente a los cauces a través de los aliviaderos.
Como el agua de escorrentía arrastra una importante cantidad de residuos sólidos, se hace necesaria la instalación en estos puntos de elementos de retención, con el fin de impedir vertidos de estos productos a los ríos.
Una solución paliativa
Estos sistemas de retención en los aliviaderos, entre los que figuran mallas, rejas, tamices y otros dispositivos de contención similares, se colocan siempre dejando un hueco libre en la conducción de desagüe, permitiendo así el paso del agua cuando las cestas están colmatadas.
Entre los desechos sólidos retenidos destacan, además de toallitas húmedas, productos de higiene personal, colillas y otros residuos domésticos que arrojamos incorrectamente al retrete o a la calzada.
Debemos tener presente que la instalación de elementos de retención ayuda a resolver parte del problema de la contaminación, pero se trata de un remedio paliativo e insuficiente que no puede contener todo lo que es vertido de forma indebida en algún punto de los más de 15.000 kilómetros de recorrido con los que cuenta la red de saneamiento madrileña.
Jugar limpio
Por tanto, hay que insistir en la idea de que el primer paso, y el más importante, es actuar sobre el origen. Esta es también la misión de la campaña Juega limpio: encesta las toallitas en la papelera, con la que el Canal de Isabel II quiere concienciar a la ciudadanía de las devastadoras consecuencias que acarrea utilizar el inodoro como cubo de basura.
El propósito de esta campaña es animarnos a meter una canasta por el medio ambiente. Así se explica en este vídeo.
Recomendaciones
Desde la campaña también se recuerdan cuestiones fundamentales, como que las toallitas no pueden terminar en el váter porque «no se descomponen en el tiempo que tardan en llegar a las depuradoras, sólo unas horas».
«Están compuestas por fibras sintéticas que hacen que se deshilachen y formen madejas en el agua, lo que puede atascar las tuberías de tu vivienda y las depuradoras», añaden desde el Canal de Isabel II.
Igualmente, se nos invita a encestar, además de en casa, en la calle. Es decir, se pide a la ciudadanía que no tire nada en la vía pública, donde también hay papeleras en las que depositar los residuos. De este modo evitamos ensuciar nuestra ciudad, así como el riesgo de que estos desechos lleguen al alcantarillado, sobre todo cuando llueve.
Riesgos para los animales
Hasta ahora, hemos hablado de los riesgos de las toallitas húmedas para las redes de saneamiento y la depuración de aguas. Pero también hay consecuencias, y muy graves, para la naturaleza y la biodiversidad.
Como explican en Greenpeace, las toallitas y otros elementos plásticos arrojados de manera inadecuada a la red de saneamiento se van desintegrando en micropartículas plásticas, o microplásticos, que acaban llegando a nuestros cauces, ríos y mares.
Daños en la fauna marina
«Estos microplásticos causan graves daños a la fauna marina. Actualmente, unas 700 especies de organismos marinos se ven afectados por contaminación plástica», recuerdan desde Greenpeace.
«Cada año, más de un millón de aves y más de 100.000 mamíferos marinos mueren como consecuencia de todos los plásticos que llegan al mar, entre ellos los cada vez más abundantes restos de toallitas», añade la ONG ecologista.
Las toallitas húmedas son auténtico riesgo mortal para estas especies, pero que tiene fácil solución, al igual que el problema del alcantarillo y las depuradoras: entender que la basura jamás debe tirarse por el retrete.
Regular el etiquetado
El pasado mes de marzo, el centro de Ciudad Real se vio afectado por un importante atasco en la red de saneamiento generado por este tipo de residuo. Tras este incidente, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recordó que este tipo de residuos no pueden considerarse papel higiénico.
En este sentido, solicitó nuevamente que se regule el etiquetado de todas las toallitas desechables, incluidas las que no contienen plástico. En concreto, explicaba que las toallitas húmedas, por su comodidad de uso como desmaquillantes y para la higiene íntima, son un producto habitual en muchos hogares.
Lamentablemente, tienen un impacto negativo sobre el medioambiente, y advertía que lo peor es que a menudo es como consecuencia de la confusión que generan las propias marcas en su etiquetado.
Publicidad engañosa, según la OCU
El principal problema reside en la información contradictoria que suministran los fabricantes. Así, en el etiquetado, es frecuente no encontrar la forma de desecharlas o que esta información no sea del todo clara.
Otros fabricantes sí indican que las toallitas se pueden desechar por el inodoro, pero, según revela un análisis de OCU, la realidad es que apenas se degradan debido a su composición a base de celulosa y fibras sintéticas.
Las toallitas que contienen plástico llevan un etiquetado específico indicando a los consumidores que no deben tirarse al inodoro, sino a la papelera. Pero las que no contienen plástico y no están sometidas a esta obligación de marcado, también pueden generar problemas en la red de saneamiento.
OCU solicita a la Administración imponer a los fabricantes un etiquetado más claro sobre la manera de desechar estos productos y la prohibición del término «papel higiénico húmedo» para evitar confundir a los consumidores.
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