Ángel Bonet: «La justicia social debería estar en el ADN de todas las empresas»
Entrevista al fundador y presidente de ImpactCO
Ángel Bonet ha guiado durante más de 30 años a empresarios y altos ejecutivos en Europa y América para hacer crecer sus compañías exponencialmente con la tecnología, situando a las personas y el planeta en el centro de la estrategia.
Como empresario y conferencista español especializado en innovación, tecnología y responsabilidad social ha promovido modelos de negocio en sostenibles y con impacto social positivo.
Economía del buen propósito
Firme defensor de la economía del bien común, o economía del buen propósito como dice en esta entrevista, en la que la premisa es que es necesario, casi obligatorio combinar la rentabilidad con beneficios éticos y ambientales. Autor de El tsunami tecnológico, destaca la importancia de modelos empresariales más humanos y sostenibles.
A través de sus conferencias, ha motivado a líderes a adoptar estrategias con responsabilidad social, impulsando un cambio empresarial hacia la transformación digital ética.
Impacto social
En estos días en el que se cumplen dos años del nacimiento de su última aventura, la creación de ImpactCO, nos acercamos a él para que comparta su filosofía y la importancia del papel que las empresas y sus dirigentes pueden jugar para preservar nuestro planeta y la sociedad.
Durante la conversación con Ángel Bonet, se entremezclan conceptos éticos, sociales, ambientales y empresariales, una interesante y casi disruptiva combinación que conforma otra de las claves de sus propósitos, promover el impacto social.
OKGREEN: ImpactCO cumple dos años de actividad ahora. ¿Qué es lo que os llevó a crear esta firma?
Ángel Bonet: Principalmente, vimos la oportunidad de influir a los empresarios en adaptar sus estrategias hacia el impacto social, no como un departamento aislado, sino como un eje estratégico de innovación y de aportación de valor.
Estamos en un entorno de cambio generacional en las empresas familiares, corporaciones e inversores, donde una nueva generación más joven y concienciada con los retos sociales y medioambientales está irrumpiendo en el panorama empresarial.
P.: Estar delante de una persona que ha desarrollado una actividad tan diversa y ascendente durante sus 30 años de desempeño profesional da mucho respeto y un poco de vértigo. ¿Qué es lo que más te ha marcado a nivel personal en estas tres décadas?
R.: Lo que más me ha marcado, es ver como hay un grupo de líderes empresariales y empresarios, que están tomando decisiones valientes, en favor de un mundo mejor, en un entorno, donde tan sólo se mide el éxito empresarial en términos económicos.
Y lo cierto es que es lo que realmente me anima a seguir trabajando todos los días, para demostrar que necesitamos un nuevo modelo económico, basado en libre mercado, pero con propósito, donde las compañías pongan al mismo nivel de importancia, cuánto ganan y cómo lo ganan.
P.: ¿Crear ImpactCO es una evolución lógica de todo lo que has hecho anteriormente, o ha sido un punto y aparte, un nuevo camino para ti?
R.: Es una evolución lógica, es una confluencia entre mi experiencia en el campo de la tecnología y las tendencias, en empresas como Daemon Quest o Indra/Minsait, y la filantropía y las startups de impacto social en la Fundación Unlimited.
ImpactCo. es una boutique de asesoramiento a origen de capital (inversores, empresarios y líderes empresariales), para ayudarles a redirigir sus inversiones y estrategias que generan valor a la vez que ayudan a hacer de nuestro mundo un lugar mejor, que es esencialmente lo que deberían hacer todas economías del mundo y sus empresas.
P.: Ponéis énfasis que las empresas deben proteger al planeta, cuidar a las personas, todo ello sin renunciar a las ganancias… Parece ideal…. Sin dudar de que es posible, ¿cuánto cuesta hacer llegar este mensaje a los responsables para convencerles de que es necesario, que no hay otra salida de futuro?
R.: Lo cierto es cada vez es más sencillo. Al frente de las empresas, hay personas, personas inteligentes que son conscientes de que el modelo económico es imperfecto, y que la desigualdad social así como el deterioro medioambiental, es un grave problema para el bienestar de las siguientes generaciones, y en consecuencia para que haya mercados sanos y con futuro para operar.
También cabe decir, que la mala educación financiera, es un freno. Es imperativo redefinir el mundo económico para incluir el impacto social como un eje clave en la evolución de la economía en el mundo y el bienestar social.
P.: ¿Cómo se puede generar el impacto social y medioambiental desde una empresa?
R.: Midiéndolo, y viendo su correlación con el valor aportado a la misma, y sobre todo con nuevas tecnologías, nuevas alianzas y mucha innovación. Haciendo lo mismo de siempre, es casi imposible generar impacto social y tener los mismos beneficios.
El impacto social es pura innovación, y las nuevas tecnologías disruptivas son un driver importantísimo, como la IA, el 3Dprint o la robótica. Por otro lado, es imperativo redefinir el éxito empresarial, donde la presión por la maximización de los resultados a corto plazo, estrangula muchos proyectos de alto impacto social a medio plazo.
P.: ¿Cuál sería el mejor ejemplo que puedes contarnos?
R.: Me encantaría contaros muchos, pero tenemos una política muy estricta de confidencialidad con nuestros clientes, dado que la mayoría de proyectos que tenemos son grandes corporaciones o fondos de inversión internacionales, con proyectos de alto impacto económico y social muy innovadores.
Lo que sí he podido documentar son algunos de los proyectos más exitosos en mi libro Empresas que crecen con alma, donde doy detalles de empresas como Patagonia, Ben&Jerry´s o Laboratorios Ferrer, que claramente han creado una ventaja competitiva gracias al impacto social.
P.: Estamos viendo que se está legislando e imponiendo reglas a las empresas y a las marcas para que no practiquen el greenwashing, para que los consumidores estén más protegidos o menos engañados… En cierta forma, esto dice que se desconfía de la transparencia y de la franqueza de las organizaciones, ya que les obliga a seguir pautas… ¿Es necesario poner este tipo de reglas? ¿El consumidor no tiene tanto poder para saber quién juega limpio?
R.: Yo no soy nada partidario de las penalizaciones o la excesiva regulación, yo soy más partidario de los incentivos y los reconocimientos. Nunca he conocido un empresario o un inversor que quiera crear una empresa para hacer el mal.
Además, los nuevos consumidores están sobre informados. Lo que necesitamos son incentivos y reducciones fiscales a las empresas que hacen un bien social y medioambiental en sus estrategias empresariales, a la vez que damos visibilidad a las empresas con propósito.
Si sólo penalizamos, lo verán como un coste y no lograremos que todas las empresas lo vean como una oportunidad o como un deber. Pidamos una doble contabilidad, donde se auditen además de los rendimientos económicos, el impacto social, y premiemos a las empresas que más aporten al planeta.
P.: ¿Crees que el término “sostenibilidad” está ya muy desgastado? ¿Cuál crees que sería el que lo sustituirá en el futuro?
R.: Yo sólo hablaría de regeneración, eso de sostener lo que hemos hecho mal, no me da mucho sentido. A mí me encanta el término economía del propósito, las empresas han de tener, además de un fin económico, un fin social. La justicia social debería estar en el ADN de todas las empresas.
P.: ¿Qué es lo primero que busca un directivo o una empresa que llama a vuestra puerta?
R.: Lo primero que busca es éxito. Éxito en términos económicos (haciendo cosas distintas y diferenciándose), y en términos morales (hacer lo correcto para la sociedad y el planeta).
En un mundo hiperconectado, en plena revolución tecnológica y a las puertas de la mayor transformación (social y medioambiental) que hemos vivido desde la revolución industrial, los líderes visionarios, quieren integrar el propósito en su estrategia, y buscan asesores reputados para ello, huyendo de consultoras tradicionales o reconvertidas a la sostenibilidad.
P.: ¿Qué es lo primero qué les dices?
R.: Primero les felicito, por ser tan valientes, comprometidos y visionarios. No es intuitivo transformar un negocio, el cual sólo ha crecido mirando los beneficios, poniendo aahora en el centro el propósito, y como consecuencia los resultados económicos.
Y lo segundo, es que por fin han descubierto el verdadero significado de ser empresario, que no es otra cosa que un motor de bienestar social, donde además de cubrir una demanda, se preocupa por la justicia social y la regeneración del planeta, siendo una empresa con alma, una empresa para el mundo.
P.: Tu trayectoria está muy ligada con el emprendimiento… ¿Has visto la evolución de las startups en materia de compromiso ambiental? ¿Detectas que esta conciencia aparece en el alma desde su creación?
R.: Veo que hay una clara bipolarización de las nuevas startups, las que nacen con un propósito y han entendido las nuevas reglas del juego económico, y las que siguen especulando con el único fin de enriquecerse a costa de los demás y/o mirando hacia otro lado en materia medioambiental.
Por suerte, cada vez son más las nuevas empresas con alma, pero sin duda, hay gran reto en educar a las nuevas generaciones empresariales en la economía del propósito y dar visibilidad a otro tipo de referentes empresariales, más comprometidos, líderes con alma, donde se les reconozcan por igual el cuánto y el cómo.
P.: ¿Cuál es el mayor reto al que os enfrentáis en este momento desde ImpactCO?
R.: El mayor reto es el de ser relevantes a nivel global y no perder nuestra esencia. Queremos ser una Global niche company, es decir, la mejor boutique de advisoring global, que ayude a los mayores líderes con alma del mundo.
Crear una red mundial de casos de éxito empresarial, con un alto impacto social y medioambiental. Por suerte, hoy, en tan solo 2 años, ya estamos operando en Europa y América, y esperamos que en los próximos 3 años tengamos presencia relevante en Asia y África.
P.: Para terminar, un deseo o una visión que te lleva persiguiendo y que quieras ver hacerse realidad.
R.: Son tres deseos: El primero que los 300 millones de empresas del planeta, que manejan el 80% del capital del mundo, midan por igual la rentabilidad económica y su impacto social.
El segundo, que la brecha entre ricos y pobres se frene y se acorte. ¡En la actualidad el 0,7% del planeta tiene el 45% del capital versus el 75% de la base de la pirámide poblacional que sólo tiene el 3%!
Y tercero, que frenemos la degradación medioambiental: en el mes de junio agotamos todos los recursos naturales del planeta. Sólo de esta manera podemos garantizar un mundo mejor para las siguientes generaciones.
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