Fugas de agua

Adiós a las fugas de agua: los robots fontaneros reparan tuberías y ahorran millones de litros de agua

Unos 2.100 millones de personas no tienen acceso a servicios de agua potable

El 74% de España se encuentra bajo riesgo de desertificación

Las pérdidas de agua por fugas en la red española suponen el 16,3% del total de agua

El agua, ese valioso recurso sin el cual sería imposible la vida, se está convirtiendo en un bien cada vez más escaso. Según Naciones Unidas, unos 2.100 millones de personas en el mundo no tienen acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura. Situación que podría ir a peor en los próximos años.

De hecho, el consumo mundial de agua ha crecido en torno a un 1% anual durante las últimas décadas, impulsado por el crecimiento demográfico, la expansión de la agricultura y la industrialización. Ese incremento sostenido, unido a los efectos del cambio climático sobre la disponibilidad, sitúa a amplias regiones del planeta en situación de vulnerabilidad.

España no es una excepción en este complejo panorama global. Al contrario, la escasez hídrica es uno de nuestros principales problemas medioambientales, debido principalmente al cambio climático, la sobreexplotación de los acuíferos y las fugas de agua.

Desertificación y agricultura

El país se sitúa entre los más áridos de Europa: el 74% del territorio se encuentra bajo riesgo de desertificación, según el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO). A ello se suma que la temperatura media ha aumentado 1,69 °C desde 1961 a 2024, señala la Aemet, lo que intensifica la evaporación y reduce las reservas hídricas.

De hecho, aunque 2025 está siendo un año algo más húmedo que los anteriores, las reservas de agua se mantienen en los embalses en torno al 52% de su capacidad en estos momentos, con cuencas como la del Júcar o el Guadalquivir por debajo del 50% o la del Segura que no llega al 20%.

La situación se agrava por el modelo de consumo: la agricultura utiliza 80 de cada 100 litros de agua disponible, principalmente para cultivos de regadío, según el MITECO. En un contexto de sequías recurrentes y lluvias cada vez más concentradas, esta presión reduce la disponibilidad para uso urbano e industrial, y deteriora acuíferos que ya muestran signos de sobreexplotación, como los del Alto Guadiana o Doñana.

Pérdidas de agua

Menos conocido que el elevado consumo agrícola es el problema causado por las pérdidas de agua en la red de distribución. Como indica la Estadística sobre Suministro y Saneamiento del Agua del INE, las pérdidas reales por fugas, roturas y averías en la red se estimaron en 695 hm³ (hectómetros cúbicos), lo que supuso el 16,3% del total de agua suministrada en 2022, último año del que se tienen datos.

Por tanto, reparar todas estas fugas no es una opción, sino que resulta imprescindible para asegurar el suministro a largo plazo. Lo cual no quiere decir que sea una tarea sencilla: abrir zanjas para localizar cada rotura es caro, lento y genera molestias sociales y ambientales.

Una dificultad añadida es la extensión de la propia red de tuberías que, en el caso de nuestro país, suma alrededor de 256.000 kilómetros, si hablamos de tuberías para abastecimiento, y de 144.000 kilómetros para saneamiento. Si juntáramos ambas redes, con esos 400.000 kilómetros sería suficiente para viajar de la Tierra a la Luna.

Robots dentro de las tuberías

En el Reino Unido se está probando una solución distinta basada en las nuevas tecnologías. Hablamos de pequeños robots autónomos capaces de desplazarse por el interior de las tuberías para detectar fugas, obstrucciones y corrosión sin necesidad de excavaciones.

Este es el objetivo del proyecto Pipebots, en el que colaboran varias universidades británicas, lideradas por la Universidad de Sheffield, y empresas con el fin de desarrollar microrrobots que patrullen las redes subterráneas.

Inteligencia artificial y sensores

Los  pipebots, cuyo pequeño tamaño impide que puedan obstruir las tuberías, integran cámaras, sensores acústicos y sistemas de navegación para localizar pérdidas de presión y señales sonoras propias de una fuga incipiente. Fugas que además buscan ellos mismos, al ser completamente autónomos.

También pueden sortear obstáculos, comunicarse entre ellos y  colaborar para resolver problemas complejos. Otra de sus ventajas es que pueden combinar los datos que registran sus sensores con algoritmos de inteligencia artificial para mejorar la detección temprana y reducir el número de falsos positivos.

El planteamiento es claro: en lugar de esperar a la rotura visible o a la queja de un barrio, se trata de desplegar enjambres de robots que informen en tiempo real sobre el estado de la red. Algunos ensayos británicos muestran que es posible inspeccionar tuberías de distintos diámetros sin cortar el servicio y con una interrupción mínima en la superficie.

En fase de pruebas

Actualmente, los pipebots están siendo sometidos a diversas pruebas en la Universidad de Sheffield con el propósito de crear un sistema flexible, económico y eficaz.

La previsión es que estos robots de tuberías puedan patrullar la red británica de abastecimiento de agua en un plazo de cinco años para contribuir así al gran objetivo del sector hídrico en las islas: reducir a la mitad las pérdidas de agua para 2050.

Al margen de las tuberías de agua, estos microrrobots también se están probando en conducciones de gas y en entornos de difícil acceso, lo cual abre todo un mundo de posibilidades para la gestión de infraestructuras esenciales, entre otras muchas opciones.