Los aquelarres franquistas
Considero que cualquier texto publicado puede tener receptores de tres tipos diferentes:
- Los de inteligencia autónoma que se rigen por la razón y, libres de cualquier tipo de ideología, analizan con objetividad cualquier situación antes de decidir el rumbo a tomar.
- Los defraudados que, sin optar todavía por la ruptura absoluta con la ideología a la que han rendido pleitesía, abochornados por sus arbitrariedades y seguros de su falsedad, quieren encontrar un punto de apoyo, que les de seguridad.
- Los borregos modorros (modorra es, según el DRAE, un “aturdimiento patológico del ganado lanar”) que balan en coro entusiasmados, para loar las palabras y acciones del pastor astuto, aunque generalmente nada inteligente. La modorra que padecen los incapacita para el discernimiento.
Hoy quiero dirigirme a los que son más o menos inteligentes y les ruego que lean con atención las palabras de este octogenario que, tras tantos años de experiencias, no comulga con ninguna ideología y, por consiguiente, no pretende encenagarte el cerebro con teorías en las que no cree. En cuanto a los del tercer grupo, los considero irremisibles. Mis palabras tendrían una influencia nula, como el agua de lluvia que cae en el mar.
Estamos en la España progresista de los caprichos, en la que se derrocha dinero a mansalva en infinidad de ridiculeces, mientras se restringe para necesidades primordiales que permanecen insatisfechas. Uno de esos caprichos es la sarta de eventos anacrónicos, programados para denostar el Franquismo, que servirá, sobre todo, para rellenar algún que otro bolsillo. Son muchos quienes los consideran por como auténticos aquelarres.
Por si no lo conoces, te hago saber que un aquelarre es una congregación de brujas, representada magistralmente por Goya en su famoso cuadro, al que puso el nombre de “El Gran Cabrón”, en honor a su presidente, que es el mismísimo diablo.
Nunca fui franquista y, el día en que falleció el conocido como “Caudillo de España, por la gracia de Dios”, experimenté dos sentimientos compartidos con la mayoría de los españoles: satisfacción por el fin de la dictadura e inquietud por un futuro impredecible.
No voy a comentarte lo que considero el episodio más abochornante y cruel cometido por Franco: puedes verlo con todo detalle, si pones en la barra de tu navegador “Franco lentejas”; pero tampoco puedo admitir que ese millón de muertos que se le atribuyen fuesen, como dice el rojerío, “víctimas inocentes”. Pienso que la gran mayoría de las sentencias de muerte que firmó eran contra reos que habían sido criminales evidentes y que a la mayoría de ellos se la conmutó por cadena perpetua y les dio la libertad al cabo de algunos años.
En cuanto a los que permanecen todavía en las cunetas, debemos tributar la misma consideración a los de ambos lados. Rememorar a unos con honores que se niegan a los otros cabe sólo en la mente de auténticos desalmados.
Puedo explicar, por haberla sufrido, la corrupción que había durante la dictadura y eran de dominio público las torturas que se practicaban contra cualquier disidente; pero reconozco que con Franco prosperó España y, en sus últimos años, gozábamos de prestigio internacional y de más bienestar social que con los que alardean mendazmente de sus avances progresistas. La Historia debe juzgar a Franco, tanto por su indignidad como por su dignidad, evitando cualquier manipulación de estas dos cualidades.
Todos nos mienten: tanto los nostálgicos que elevan su figura por encima de las nubes, como los también nostálgicos que son incapaces de soportar que, aunque no la inició él, participó en una rebelión que no se hacía contra la Segunda República, sino para evitar los numerosísimos, continuos y abominables crímenes del Frente Popular, dominado por el PSOE.
Franco no inició ninguna sublevación, sino que fueron los generales Mola y Sanjurjo. El republicano general Cabanellas, tan pronto como le propusieron que se incorporase a ella, respondió que él no luchaba contra la República. Cambió de opinión, cuando le dijeron que no iban contra la República, sino contra el criminal Frente Popular.
El 21 de septiembre de 1936, en un aeródromo cercano a Salamanca, reunidos varios generales y dos coroneles, eligieron a Franco como jefe de todo el ejército sublevado. En aquel acto, el general Cabanellas hizo una certera profecía: dijo que conocía muy bien a Franco y que, si ponían España en sus manos, no la soltaría hasta el día de su muerte. ¡Así fue!
En resumen: opino que todos estos fastos lúgubres emprendidos por nuestro Gobierno pueden tener origen solamente en mentes perturbadas. Ya puestos, tenemos que pedir responsabilidades a Meloni, por la romanización, y a Macron, por la invasión napoleónica.
Los que no estamos sometidos la influencia perniciosa de una ideología emponzoñada de odio lamentamos profundamente lo acaecido en cuanto a las víctimas inocentes de ambos bandos. En cuanto a las criminales, yo no siento ningún dolor.
Para los fascistas que nos gobiernan y sus acólitos de extrema izquierda, todo el que no participe de sus aquelarres es un nazi desalmado. Es un ejemplo más de esa habilidad, en la que son tan prolijos: la mentira. Los desalmados son ellos, que utilizan el desastre de una guerra terrible, como imán para atraer votos.
En la guerra civil española, como en todas, hubo dos bandos. La mayoría de las víctimas de uno morían ante un pelotón de fusilamiento acusadas de crímenes demostrados y reconocidos, aunque tampoco podemos negar que entre ellas haya también inocentes. En el otro bando, cuyo número de masacrados era muy superior, el delito que muchos habían cometido era sencillamente ir a misa con frecuencia.
¿Alguien puede decirme qué delito cometieron los asesinados que figuran en el resumen que puedes ver a continuación?
- 13 obispos
- 4.184 sacerdotes seculares
- 2.365 religiosos
- 283 religiosas
- 3.000 o más seglares
A éstos hay que añadir las víctimas de asesinato y tortura de las checas, las sacas y los paseos asesinos.
¿Qué crimen habían cometido los 8.354 masacrados en Paracuellos? ¿Qué crimen había cometido José Antonio Primo de Rivera? Tal vez no sepáis que estos dos actos abominables se llevaron a cabo para cumplir la orden dada por Stalin, que pretendía imponer en España la táctica practicada en la URSS: muerte sin juicio previo a todo el que discrepase del Bolchevismo.
Stalin mandó a España muchos esbirros, para transmitir sus órdenes, seguidas al pie de la letra por el PSOE de Largo Caballero y secuaces. Uno de estos esbirros fue el periodista Mijail Koltsov, de poderosísima influencia, por tener acceso directo a Stalin. De repente, alguien lo acuso de anticomunista y trotskista y Stalin ordenó de forma fulminante la ejecución de su antiguo y fiel lacayo. ¡Cosas que ocurren, en algunos sitios y en algunos casos!
Casi se me olvida decir que repudio tajantemente la horrible matanza de la plaza de toros de Badajoz, cuyo responsable fue el coronel franquista Yagüe.
Yo lamento por igual las víctimas de ambos bandos y califico de desalmado a cualquiera que, tanto si es franquista como si es rojo, lamenta solamente las de uno, como hacen Pedro Sánchez y sus secuaces.