Renting para particulares: una fórmula al alza

La rentabilidad del renting para particulares depende de factores individuales, como preferir comodidad y costos predecibles, disfrutar de modelos recientes y el uso específico del vehículo, considerando posibles limitaciones y costos adicionales.

Cambiar de coche no es una decisión que tomemos de la noche a la mañana. El primer paso suele ser decantarnos por una marca y modelo, para luego comparar precios entre concesionarios. A la vez, no puedes perder de vista las últimas noticias sobre el futuro que nos pueden afectar, como la etiqueta medioambiental que tendremos y las posibles restricciones que esa etiqueta nos pueden acarrear.

A todas las anteriores dudas deberías sumar otra, ¿realmente me merece la pena comprar un coche en propiedad? Un vehículo es uno de los bienes que más rápido pierde valor y para sacarle partido, lo tendrás que aprovechar durante muchos años. Por eso, puede ser interesante que te plantees otras maneras de tener un coche, sin tener que hacer un desembolso como el que requiere una compra. Y de entre esas otras opciones destaca las ofertas de coches de renting particulares.

Así es el renting de coches para particulares

Cuando oímos la palabra “renting” podemos pensar que esa opción es sólo para empresas o profesionales, pero nada más lejos de la realidad. El renting de coches para particulares es una opción que viene creciendo con fuerza en los últimos años y que ya supone una de cada cuatro matriculaciones de turismos en España.

En el renting, el usuario que accede a él tiene un coche de su elección a su entera disponibilidad, como si fuese suyo, con la diferencia de que transcurrido el plazo acordado con la empresa, el vehículo volverá a ella. El usuario tiene entonces de nuevo abierta la opción de acceder a un nuevo coche por la vía que crea más conveniente. En algunos casos, las empresas de renting ofrecen la posibilidad de comprar el coche en propiedad una vez acabado el contrato.

Más allá del plazo acordado, hay algo muy importante a destacar del renting, y es que el mantenimiento del coche y por supuesto, todos los gastos que pueda ocasionar ese mantenimiento, corren a cargo de la empresa a la que se contrata el coche. Eso incluye las revisiones, cambios de ruedas si es necesario, impuestos, averías y por supuesto, el seguro y la asistencia en carretera. Vamos, de lo único que te tendrás que encargar es de los repostajes.

Básicamente, en una sola cuenta mensual y sin más pagos lo tienes todo incluido, salvo el consumo de combustible, y pasado el plazo acordado podrás optar a otro coche. ¿Inconvenientes? Siempre hay alguno y en este caso es que a la hora de contratar un coche de renting tienes que acordar un kilometraje máximo que puedes recorrer, y en caso de excederlo tendrías que pagar un extra. No es una gran desventaja, porque la solución para evitar sustos es calcular previamente cuántos kilómetros sueles hacer al año y dejarte algo de margen por si te pasas.

La gran ventaja del renting para particulares

Disponer de un coche para ti en exclusiva sin tener que preocuparte de imprevistos y con todas las averías cubiertas, es una ventaja importante. No tendrás que enfrentarte a gastos sorpresa que puedan hacer merma en tu bolsillo, sin embargo, esta no es la mayor virtud del renting para particulares.

Ya hemos hablado de que la compra de un coche supone tener que amortizarlo para que la inversión te rente. De media, se estima que deberías darle uso durante un mínimo de 10 años, pero en ese plazo pueden pasar muchas cosas: cambios legislativos que te afecten, cambios en tu vida personal y laboral, o avances tecnológicos, a los que no tendrías acceso hasta que hayas amortizado el coche y te aventures en una nueva compra.

La mayor ventaja que ofrece el renting es la posibilidad de cambiar de coche con más frecuencia, con todo lo que ello conlleva. Los contratos de renting habitualmente tienen una duración de entre dos y cinco años, aunque los hay incluso de varios meses, por lo que en ese plazo puedes cambiar de coche y aprovecharte de todas las ventajas que ofrecen los nuevos vehículos de cada momento.

De esta manera, si en tu ciudad restringen el tráfico a ciertas etiquetas, con el renting te podrás adaptar más rápidamente a esos cambios. Lo mismo ocurre con las novedades tecnológicas o de seguridad que puedan llegar al mundo del motor, a los que podrás acceder antes mediante el renting que si tienes un vehículo de tu propiedad con años por delante para amortizarlo.

Y por supuesto, más allá de adaptarte a los posibles cambios en normas o tener un más fácil acceso a las novedades que vayan surgiendo, si te gusta cambiar de coche, el renting te lo pone mucho más fácil. Porque al fin y al cabo, somos humanos y muchas veces nos arrepentimos de una compra al cabo de un tiempo, o incluso rápido, y el renting puede ayudarte a que ese arrepentimiento dure menos.

¿Sale a cuenta a nivel económico el renting para particulares?

Ahora que ya conocemos las ventajas y desventajas del renting para particulares, toca hablar de números. Las empresas y autónomos tienen ventajas fiscales al acceder a un renting, ventajas de las que un usuario particular no se puede aprovechar. Para aun así, un buen ejercicio es sumar todos los gastos que conlleva la compra de un coche y compararlo con su precio en renting, para ver qué es lo que más merece la pena.

Teniendo en cuenta el precio de compra, el seguro, los mantenimientos y averías, cambios de neumáticos, impuestos, las estimaciones dicen que estarías pagando unos ocho años de un coche de renting. Eso siempre que no tengas más averías de las normales y que el coche llegue a esos años en un estado aceptable, que permita venderlo de segunda mano para acabar de rentabilizar la compra.

Por tanto, a pesar de que a nivel fiscal un particular no tiene las ventajas que tiene un autónomo o una empresa, el renting de coches para particulares puede salir muy rentable. Para que una compra te salga a cuenta, tendrás que alargar la vida del coche más allá de lo recomendable, mientras que con el renting podrías disfrutar de un vehículo nuevo, con todo lo que ello implica, cada cuatro años.