Hasta siempre, Jules

En realidad te fuiste hace nueve meses, pero no ha sido hasta ahora cuando nos hemos querido dar cuenta. Los seres humanos nos agarramos siempre a un clavo ardiendo que se llama esperanza, y contigo fue igual. Pero no. Si realmente hacíamos caso del diagnóstico que hicieron los médicos ese fatídico día en el que te golpeaste brutalmente contra aquella grúa que jamás debería haber estado allí, todos tendríamos que haber asumido que se acababa de producir la primera muerte en Gran Premio de Fórmula 1 en 20 años.

La grúa. La dichosa grúa. Aún se nos calienta la sangre cuando leemos el informe de la FIA sobre el accidente, que viene a decir que la culpa fue tuya por haber ido ‘demasiado deprisa bajo régimen de bandera amarilla’. No, perdonadme pero eso no es así. Aquí entra en juego otra de las malas costumbres de los seres humanos. Solo actuamos cuando ya es tarde, y a los hechos me remito. Recuerdo el GP de Brasil de 2003. Llovía a mares y la curva 3 del circuito de Interlagos era cruzada por un río que provocaba un constante ‘aquaplaning’ a todos los monoplazas. Varios acabaron estampados contra el muro exterior. Uno de ellos fue el Jaguar de Antonio Pizzonia, al que fue a socorrer una grúa como la que ha acabado con tu vida. Pocos segundos después, Michael Schumacher salió despedido contra el mismo muro. Un siete veces campeón del mundo. Nadie está a salvo de los errores. Solamente la suerte permitió que el alemán golpease el muro y no esa mole amarilla de hierro, que se quedó a escasos centímetros del Ferrari del Kaiser. ¡Ah! Y después de éste, impactaron más monoplazas en cuestión de segundos. Todos se salvaron. Ahí la FIA no acusó a nadie de ir ‘más deprisa de lo debido’. Pero tampoco se miró el ombligo para darse cuenta de la temeridad cometida. Ésta se repitió en el GP de Japón de 2014, pero tú no tuviste tanta suerte, Jules.

Podríamos seguir haciendo sangre de esta negligencia, pero prefiero recordarte por lo que fuiste. Un piloto como los que salen cada mucho tiempo. Tenías algo especial. De hecho, no me cabe duda de que hubieses sido el compañero de Vettel en Ferrari cuando estos decidan deshacerse de Raikkonen. A pesar de que conducías un auténtico ‘trasto’, estuviste en la Fórmula 1 el suficiente tiempo para demostrar que tenías algo más que la mayoría. Algo que te llevó a puntuar en el GP de Mónaco del año pasado. Algo que te permitía llegar a sacar diferencias con tu compañero de equipo que solamente recuerdo en el caso de Alonso el año de su debut. Por desgracia, esta prometedora carrera se ha visto truncada por una desgracia de la que solamente espero que no te acuerdes. Te has ido, pero mereces haberlo hecho recordando lo extraordinario piloto que eras, y no la razón del final de tu carrera. La vida sigue, y las carreras también, pero desde el pasado viernes con un poco menos de alegría. Hasta siempre, Jules.