DGT

La DGT en shock tras registrar la velocidad de un Porsche y una moto: «Demencial»

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Cada día, las carreteras españolas se enfrentan a nuevos retos que ponen a prueba la paciencia y el esfuerzo de los cuerpos de seguridad. La Dirección General de Tráfico (DGT), pese a los continuos mensajes de concienciación y el endurecimiento de las sanciones, se encuentra con comportamientos cada vez más temerarios por parte de algunos conductores.

Dos casos recientes, ocurridos en diferentes puntos del país, han llamado la atención por su grado de imprudencia y el desprecio evidente por las normas básicas de circulación. Uno de ellos protagonizado por un motorista en Castellón, y el otro por un conductor de un Porsche en Burgos. Ambos superaron con creces los límites de velocidad permitidos y, en cada caso, utilizaron diferentes métodos para intentar eludir la acción de la justicia. Sin embargo, sus acciones no pasaron desapercibidas.

El primer caso: un motorista escurridizo en Castellón

En la ciudad de Castellón se ha vivido una persecución digna de una película de acción. Todo comenzó cuando los radares de tráfico instalados en una de las avenidas más transitadas de la localidad empezaron a registrar anomalías frecuentes: una motocicleta aparecía repetidamente superando ampliamente el límite establecido de 60 km/h, alcanzando velocidades cercanas a los 150 km/h, más del doble de lo permitido.

La cuestión que desconcertó a las autoridades es que, a pesar de contar con las imágenes de las infracciones, ninguna de ellas mostraba la matrícula de la motocicleta. Durante varios días, los agentes de tráfico comprobaron cómo el conducto, plenamente consciente de la ubicación del radar, utilizaba su propia mano para cubrir la matrícula justo en el momento en el que pasaba frente a a él. Una maniobra tan arriesgada como peligrosa, que no solo le permitía evadir las sanciones, sino que también incrementaba el riesgo de sufrir un accidente por conducir a esa velocidad sin tener el control completo del manillar.

El seguimiento de este joven motorista se convirtió en una prioridad para la Policía Local y la Guardia Civil. La colaboración entre ambos cuerpos fue esencial, pero el punto de inflexión vino gracias a la intervención un de la zona. Algunos testigos, entre ellos varios docentes, comenzaron a notar la presencia constante de una moto deportiva que pasaba a gran velocidad en horas similares. Gracias a sus descripciones y a las grabaciones de cámaras de seguridad privadas, los agentes lograron identificar y localizar al infractor.

Se trataba de un joven de 24 años, sin antecedentes, pero que ahora tendrá que afrontar graves consecuencias. Aparte de la sanción por ocultar intencionadamente la matrícula (una infracción muy grave que conlleva una multa de 6.000 euros y la retirada de seis puntos del carnet de conducir), también será juzgado por un delito contra la seguridad vial. Circular a más del doble de la velocidad permitida en vía urbana es considerado delito penal, lo que podría acarrearle, además de la multa administrativa, la retirada del carnet, trabajos comunitarios e incluso pena de prisión en caso de reincidencia o agravantes.

Una temeridad a 250 km/h: el segundo caso en Burgos

Apenas unas horas después del incidente en Castellón, otro episodio de velocidad extrema se producía en el norte del país. Esta vez en una autovía de la provincia de Burgos, donde un Porsche fue captado circulando a la asombrosa velocidad de 250 km/h en una zona limitada a 120. La escena fue registrada no por un radar fijo en carretera, sino por un radar aéreo, instalado en un helicóptero de la Guardia Civil que patrullaba la zona como parte de un operativo de control intensivo.

El conductor, un hombre de 39 años, no se percató en ningún momento de la presencia del helicóptero que lo sobrevolaba discretamente mientras transmitía imágenes en tiempo real a una patrulla terrestre. La coordinación entre el equipo aéreo y los agentes en tierra fue clave para poder detener al conductor sin que se produjera ninguna situación de riesgo adicional.

El coche fue interceptado pocos kilómetros más adelante mediante un control montado sobre la marcha. El conductor, según fuentes de la investigación, no opuso resistencia y explicó que tenía «prisa» por llegar a su destino, sin ofrecer mayores detalles.

El perfil del infractor sorprendió a los agentes: un empresario con antecedentes por otras infracciones de tráfico, aunque ninguna de tal gravedad. Ahora deberá enfrentarse a una sanción económica de 600 euros y a la pérdida de  seis puntos del carnet, además del proceso judicial por incurrir en un delito contra la seguridad vial al superar con creces el límite legal.

La tecnología y la vigilancia pueden ayudar a detectar y sancionar este tipo de comportamientos, pero el verdadero cambio empieza en la educación y la conciencia ciudadana. Respetar las normas de tráfico no debería ser visto como una obligación impuesta, sino como una muestra básica de civismo y respeto hacia los demás. Porque cuando se trata de velocidad, cualquier exceso puede costar demasiado caro.