Ni perros ni gatos: la mejor mascota para que los mayores de 65 años estén activos y mejoren su autoestima
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Ni gatos ni peces: ésta es la mascota recomendada para que los mayores de 65 años eviten la soledad

Cada vez más personas mayores de 65 años buscan nuevas formas de mantenerse activas, evitar el aislamiento y reforzar su autoestima. En esta etapa vital, la salud emocional cobra un papel central y elementos aparentemente simples pueden tener un impacto profundo. Entre ellos, las mascotas ocupan un lugar privilegiado.
Los perros y los gatos suelen ser las opciones más populares. No obstante, hay otras alternativas que, por su bajo nivel de exigencia y sus efectos terapéuticos, se ajustan mejor al ritmo y las necesidades de las personas mayores.
Por qué los peces son la mejor mascota para las personas mayores
Los peces, lejos de la energía que demanda un perro o la independencia de un gato, ofrecen una forma de compañía tranquila, visual y relajante. Su cuidado básico de alimentación diaria, limpieza periódica del acuario y observación de su salud es manejable para personas mayores con movilidad limitada o con condiciones físicas que impiden atender animales más exigentes.
Además, contemplar un acuario tiene efectos terapéuticos comprobados: ayuda a reducir el estrés, genera sensaciones de calma y puede incluso disminuir la presión arterial, según recogen investigaciones mencionadas por Dedicae y Kiwoko.
Este tipo de interacción pasiva, pero continua, aporta serenidad y un sentido de responsabilidad. Por otro lado, no representa una carga física. Sin dudas, es una opción ideal para quienes viven solos o tienen rutinas tranquilas.
Beneficios emocionales y físicos de tener mascotas en la tercera edad
Numerosos estudios coinciden en los beneficios que aportan los animales a las personas mayores. La compañía de una mascota combate eficazmente la soledad y mejora la autoestima, dos aspectos clave para la salud mental en la vejez.
Las mascotas generan vínculos afectivos estables y proporcionan un motivo diario para levantarse, moverse y cuidar de otro ser vivo. Este compromiso mejora la organización, fomenta la empatía y fortalece la autoestima.
Además, la rutina diaria que implica cuidar a un animal favorece la estimulación cognitiva y reduce el riesgo de depresión. La interacción con animales también mejora la calidad del sueño y promueve una mayor estabilidad emocional.
En casos como el de los perros, donde se requieren paseos, también se añade un beneficio físico: la movilidad mejora, se fomenta el ejercicio moderado y se incentiva el contacto social.
Sin embargo, para quienes no pueden salir con frecuencia, los peces siguen siendo una excelente alternativa por su bajo mantenimiento y su valor terapéutico.
Cómo elegir la mascota adecuada según tu estilo de vida
La elección de una mascota debe ser personalizada. Por ello, es esencial valorar diversos factores como la movilidad, la energía del animal, el entorno doméstico y la capacidad económica del adulto mayor.
Un pez o un ave pueden ser perfectos para quienes prefieren una compañía serena. En cambio, un perro mayor, de raza tranquila, puede ser ideal para quienes disfrutan del paseo y la interacción.
Lo importante es que la mascota se adapte al ritmo de vida de la persona, ya que la relación que se establece entre ambos puede aportar numerosos beneficios físicos y emocionales.