Experimentación con animales: ¿qué tipos hay y cuáles son las posibles alternativas?
Para el mundo animalista, la experimentación con animales continúa siendo una fuente continua de lucha. ¿Qué sabes sobre ella?
Como sabemos, uno de los pilares del veganismo es combatir toda clase de exploración y maltrato animal. Ello va más allá de la alimentación e implica muchas otras industrias, que frecuentemente emplean productos de origen animal o los propios animales en sus procesos. En este sentido, la experimentación con animales debe ser parte del debate, y no sólo entre los veganos, sino entre todos que estén a favor del bienestar animal. Aquí veremos los diferentes tipos de experimentación animal y las alternativas para sustituirlos. ¡Sigue leyendo!
¿Qué es la experimentación con animales y qué tipos hay?
La experimentación con animales consiste en la crianza y utilización de modelos animales con fines científicos. Su principal objetivo es producir fármacos, terapias y otras técnicas o productos que posibiliten alagar o mejorar la vida de humanos y otros animales, como las mascotas y el ganado.
En la actualidad, esta práctica es una etapa obligatoria en el desarrollo de numerosos medicamentos. La Declaración de Helsinki, que establece los criterios éticos para las investigaciones biomédicas en seres humanos, define que estas deben basarse en pruebas de laboratorio y experimentación animal.
Cabe destacar que estos principios se aprueban en consecuencia de las barbaries cometidas durante la Segunda Guerra Mundial. De esta forma, su principal finalidad ha sido proteger la integridad física y mental de los seres humanos, evitando y condenando expresamente prácticas abusivas con presuntos propósitos científicos.
Principales tipos de experimentación con animales
A medida que se han ido diversificando las actividades humanas, los modelos animales también han ido ganando muchos usos en el ámbito científico. Hoy, según el campo donde se investigue, podemos hablar de los siguientes tipos de experimentación animal:
- Medicina y veterinaria: generación de vacunas, fármacos y otros métodos de tratamiento, así como el diagnóstico de enfermedades.
- Farmacéutica: producción de nuevos fármacos, toxicología, xenotransplantes, etc.
- Oncología: creación de nuevos marcadores tumorales, estudios de progresión tumoral y metástasis.
- Neurociencia: estudios del tejido nervioso y de patologías neurodegenerativas (Alzheimer, principalmente).
- Infectología: investigación de enfermedades bacterianas, víricas y parasitarias, así como estudios de la resistencia a antibióticos.
- Biotecnología: bioseguridad, producción de proteínas, entre otros.
- Agroalimentaria: estudios genéticos para el diseño de plantas y animales transgénicos, por ejemplo.
- Medio ambiente: estudios de comportamientos migratorios o reproductivos, análisis y detección de contaminantes, etc.
Alternativas viables para la experimentación con animales
Antes de nada, debemos entender que estas alternativas no persiguen acabar con las prácticas que garantizan el bienestar de humanos en las investigaciones biomédicas. Se tratan de técnicas que proponen sustituir el uso de animales vivos en los diferentes campos de experimentación.
Aunque sea un debate muy actual, este concepto existe desde la década de 60, cuando Russel y Burch han propuesto las 3 R’s: reemplazo, reducción y refinamiento.
El principio del reemplazo propone dos alternativas: el reemplazo relativo y el absoluto. La primera propone la previa eutanasia de los animales vertebrados, cuyas células, tejidos y órganos serian estudiados etapas posteriores. Ya en el reemplazo absoluto, se remplazarían los vertebrados por cultivos de células humanas o de invertebrados.
La reducción propone utilizar el menor número posible de modelos animales en la experimentación. Para ello, es clave garantizar un óptimo diseño experimental y análisis estadístico.
A su vez, el principio de refinamiento trata de optimizar las técnicas de experimentación para lograr la máxima reducción posible del dolor potencial para los modelos animales. Esta sería una manera de incorporar la perspectiva del bienestar animal en la experimentación.
Para ello, se necesita evitar el estrés fisiológico, ambiental y psicológico durante las intervenciones. Así como ofrecer a los animales de laboratorio un ambiente enriquecido.
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