Las malas relaciones entre la Generalitat y Marruecos perjudican la investigación del atentado

Generalitat Cataluña
Carles Puigdemont. (Foto: AFP)
Manuel Cerdán

Las malas relaciones entre el Reino de Marruecos y el Gobierno catalán pueden ser un lastre a la hora de obtener colaboración de la policía marroquí en las investigaciones sobre los atentados en Barcelona y Cambrils. En el auto judicial del magistrado de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, se recoge que Driss Oukabir, el yihadista que alquiló las furgonetas de los atentados, regresó de Marruecos a Barcelona el 13 de agosto en un vuelo de Air Arabian. El terrorista marroquí disponía de otro billete para poder volar un día antes.

Así mismo, el imán de Ripoll mantenía contactos frecuentes con personas de su nacionalidad que residían en Marruecos. De ahí que la pista marroquí se presenta como una de las claves para descubrir a los inductores intelectuales de la matanza. Bélgica también es otro de los destinos en los que la célula yihadista de Cataluña recibió ayuda económica y adiestramiento.

Según fuentes diplomáticas y de los servicios secretos españoles, el apoyo que ERC y la CUP prestan en la actualidad al denominado Movimiento Popular del Riff, la región del norte de Marruecos que tiene frontera con Melilla y que perteneció a España hasta 1956, complica las relaciones con las autoridades alauitas.

Rabat recrimina al Gobierno de Carles Puigdemont y a los partidos que lo conforman de injerencia en asuntos internos de Marruecos, que afectan a su seguridad, en su política de apoyo al movimiento independentista rifeño.

Esa falta de entendimiento con Marruecos se exteriorizó el pasado mes de mayo cuando el presidente Puigdemont se vio obligado a suspender a última hora un viaje programado al país vecino. Las autoridades de Rabat habían comunicado a la Generalitat que ninguna autoridad marroquí de relevancia tenía previsto recibirle.

El enfado marroquí estaba justificado después de que los socios de Gobierno de Puigdemont, los republicanos de ERC, emitieran manifiestos a favor de la causa separatista rifeña. Después, al partido del vicepresidente Junqueras le seguirían las protestas del PDeCAT.

En peligro la buena relación con España

El comportamiento del Gobierno catalán y de los partidos que lo sustentan ponían también en peligro las relaciones entre España y Marruecos en una serie de materias que afectan a la seguridad del Estado, tales como el narcotráfico, la inmigración ilegal, la estabilidad de Ceuta y Melilla y el terrorismo yihadista. El gobierno marroquí ha presionado diplomáticamente en más de una ocasión a La Moncloa haciendo valer su condición de gendarme del estrecho en terrorismo y narcotráfico, principalmente.

Según un portavoz del Ministerio del Interior, las relaciones entre Madrid y Rabat se podrían calificar de excelentes en estos momentos. Para la corona alauita la lucha contra los radicales islamistas, cuyo terrorismo también sufre en sus propias carnes, aparece como una de sus prioridades. No hay que olvidar que Marruecos ha sido el mayor proveedor occidental de yihadistas que se han alistado al Daesh (ISIS).

De tierras marroquíes han partido para Siria más de 1.500 ‘foreign fighter’, los combatientes extranjeros que han nutrido las filas del ejército del Daesh para luchar en Siria e Irak.

Marruecos es el país más seguro del Magreb pero también ha sufrido atentados de magnitud como la voladura del café Argana de Marrakech, en 2011, con 17 muertos, o la sucesión de ataques terroristas en Casablanca, en mayo de 2003, en los que murieron 45 personas, entre ellas cinco españoles. Sólo en el ataque a la Casa de España fueron asesinadas 23 personas.

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