Internacional
EUROPA

El batacazo de la «amiga» de Sánchez en Finlandia retrata a los socialistas en Europa

La pérdida de Finlandia se suma a la de hace unos meses en Suecia o el escándalo del ‘Qatargate’

Los conservadores derrotan a la socialista Sanna Marin en las elecciones de Finlandia

Pedro Sánchez llegó a la presidencia de los socialistas de todo el mundo a finales de noviembre pasado, la Internacional Socialista, reivindicando el papel de la socialdemocracia en el mundo para “demostrar al conjunto de la ciudadanía del mundo que es el único camino para lograr sociedades más justas”. Pero el primer gran reto que ha tenido por delante ya se ha saldado con un sonoro fracaso. La hasta ayer primera ministra de Finlandia, la socialista Sanna Marin, tildada por Pedro Sánchez hace un mes como su “amiga” ha logrado un pobre resultado, quedando en tercer lugar, por detrás de los dos partidos de la derecha, Partido de la Coalición Nacional y el Partido de los Finlandeses.

Cuando Sánchez se reunió con su entonces colega el pasado 3 de marzo en Helsinki, el español tiró de la palabrería propia de la agenda globalista para insistir en el apoyo del gobierno español a la adhesión española a la OTAN y alinearse con el gobierno finlandés en “conquistas como la mejora de las condiciones de los trabajadores, la lucha contra la violencia de género, la despoblación, o el bienestar de las personas mayores”.

La maquinaria de propaganda monclovita se encargó posteriormente de que las fotografías que la finlandesa y el español se habían hecho paseando por las calles de Helsinki fueran viralizadas en redes sociales con comentarios de militantes socialistas como “ojalá alguien me mirase así”, “¿alguien me puede explicar el reportaje fotográfico de novios que ha subido Sanna Marin a Instagram”, etc., pero como de frivolidades no se puede vivir en política, a los finlandeses les preocupaba más el deterioro del sistema educativo en el país, el aumento de la inseguridad ciudadana, la escalada de precios con una inflación galopante o que sus jóvenes están entre los que más mueren por drogas en Europa.

Les inquieta todo eso bastante más que una inminente entrada en la OTAN del país, que la ya saliente primera ministra hubiera sido criada por dos madres lesbianas, que fuera la primera mandataria más joven de la historia del país o que quisiera enfatizar que era “persona” para justificarse de las fiestas salvajes que organizó en su residencia oficial, pagada con cargo a los bolsillos de los finlandeses, y que toda la pléyade de coristas del socialismo internacional calificaron como la humanización de la política. Y, por supuesto, a los finlandeses la presencia de Sánchez hace un mes no les conmovió lo más mínimo en su deseo de echar a los socialistas del poder.

Los otros reveses de Sánchez

La derrota para los socialistas de Finlandia se sucede a la otra gran derrota que la socialdemocracia internacional que lidera el presidente español se estrellara en septiembre en Suecia, otro de los grandes referentes escandinavos históricos para la izquierda. Allí, la exprimera ministra socialdemócrata, Magdalena Andersson, tuvo que aceptar la derrota en favor de la derecha encabezada por Ulf Kritersson, líder del Partido Moderado. Ni que decir tiene que Sánchez decía de ella que era “el camino para alcanzar la plena igualdad” o recurrir a sus habituales lugares comunes para referirse a Andersson como la “respuesta socialdemócrata a la recuperación tras la pandemia”.

La llegada de Sánchez a la presidencia de la Internacional Socialista estuvo plagada de escándalos a los pocos días de iniciar su mandato. Prueba de ello fue el conocido como Qatargate o red de corrupción de sobornos por el cual supuestamente Qatar pagó a varios socialistas europeos para tejer una red criminal de compra de votos. Todo ello se produjo ante la mirada impasible de la mujer de confianza de Pedro Sánchez a la familia socialista del Parlamento Europeo, Iratxe García, y que mantiene en prisión a la exvicepresidenta socialista de la Eurocámara, Eva Kaili. A día de hoy, Sánchez sin pronunciarse sobre el Qatargate.