Última carta desde el infierno
Si la política no es capaz de salvar a un niño del hambre, de la guerra o del dolor, no merecerá la pena las horas dedicadas.
Si Europa, diosa de la prosperidad, no lidera el futuro de sus hijos, ni recoge en su seno a los que huyen, sucumbirá como los náufragos en su propia historia.
Si los hombres y mujeres públicos tratan antes de ser conocidos que de conocer, no servirán sus pasos para hacer ningún camino.
Si las instituciones se convierten en jarrones, ajenas al mundo y a las gentes, caerá su adobe como ceniza y servirán de recuerdo para las generaciones.
Si la ignorancia se extiende como un mantra, defendiendo que las fronteras están por encima de los derechos, acabaremos trazando líneas infinitas y no sabremos defender siquiera los nuestros.
Si el presente defiende los intereses por encima de la prosperidad de la gente, nos quedará el pasado como recuerdo y el futuro será sólo esperanza.
A Anone (con mi gratitud infinita)
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