Invasión rusa de Ucrania

Ucrania: la destrucción de la guerra en imágenes

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Apenas han pasado en Ucrania dos días desde que el zar imperialista Vladimir Putin apareciera en plena madrugada en las televisiones rusas disfrazando de «operación militar a gran escala» una terrible incursión militar que el resto hemos llamado simple y llanamente guerra. Una guerra que deja imágenes duras, tristes, terribles, desgarradoras. Como todas las guerras.

Hoy hemos visto cadáveres en las cunetas, poderosos tanques Terminator aplastando coches en carreteras ucranianas como si fueran objetos de papiroflexia. Hemos visto cómo los habitantes corren hacia las estaciones de metro, que les hacen sentirse seguros tras oír el pavoroso e inequívoco sonido de la guerra, el de las alarmas antiaéreas que precede al vuelo de los cazas rusos.

Hemos visto a una mujer ucraniana entristecida y digna que cantaba el himno de su aún país mientras limpiaba los cristales hechos añicos por las bombas rusas; hemos visto cómo un joven padre ucraniano se despedía de forma desgarradora de su hija de ocho años, cómo la miraba mientras le acariciaba esa carita que quiere guardar en su memoria y recordarla cuando se enfrente luego al ahora enemigo ruso.

Hemos visto carros de combate completamente destruidos y otros que entraban victoriosos y sin resistencia a las calles de una ciudad de Kiev que no ha tenido ni tiempo ni militares para defenderla. Una ciudad de Kiev con el alma en vilo que hoy va a dormir ucraniana y va a despertar mañana, seguramente, rusa.

Kiev tiene siete siglos más de historia que Moscú. Ha sido invadida por jázaros, vikingos y mongoles, hasta que, tras conformar ducados eslavos y cosacos, los bolcheviques la fagocitaron. Se liberó en 1991, tras caer la Unión Soviética.

Seguramente, volverá a hacerlo. Zelenski, a quien, hoy hemos visto recorrer sus calles protegido por sus guardaespaldas, lo cree.

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