Internacional

El temporal ‘Daniel’ deja más de 2.000 muertos y 1.200 desaparecidos en Libia

Las autoridades del este de Libia han confirmado este lunes que al menos 2.000 personas han fallecido y otras tantas se encuentran en paradero desconocido por el paso de la tormenta Daniel por el país, un temporal que también ha causado estragos en el extremo suroriental de Europa.

Así lo ha confirmado el primer ministro designado por la Cámara de Representantes de Libia, Osama Hamada, que ha especificado que este balance de víctimas se ciñe tan solo al distrito de Derna, ubicado en el noreste del país africano, a orillas del Mediterráneo.

En la misma línea, el ministro del Interior del Ejecutivo instalado en el este, Issam Abu Zariba, ha confirmado la misma cifra de víctimas afectadas por las lluvias torrenciales causadas por Daniel en Libia. Además, ha hecho un llamamiento a las organizaciones internacionales para que brinden ayuda al país.

Las constantes precipitaciones caídas en el distrito han llevado al primer ministro Hamada a declarar la zona de desastre en Derna. La Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes ha solicitado la colaboración internacional de manera urgente para paliar los efectos de Daniel.

Desde el país vecino Egipto, el presidente Abdelfatá al Sisi ha enviado un mensaje en su perfil oficial de Facebook en el que ha trasladado sus «más sinceras condolencias» a la población libia y ha reafirmado «la solidaridad de Egipto, su gobierno y su pueblo» con sus «hermanos» de Libia.

La tormenta Daniel azotó la semana pasada el extremo suroriental del continente europeo, sacudiendo países como Grecia, Bulgaria o Turquía, donde se han confirmado cerca de una treintena de fallecidos. La previsión ahora es que el temporal se desplace hacia el este, rumbo a Egipto, aunque cada vez con menos intensidad.

Este mismo mes, el ministro de Interior del Gobierno libio de Unidad Nacional (GUN), Imad Trabelsi, anunció la instalación de cámaras de vigilancia y el despliegue de fuerzas de seguridad en sus 450 kilómetros de frontera con el vecino Túnez para luchar contra la migración irregular, un fenómeno «intencionado» por terceras partes.