El Gobierno de Libia dimite en bloque tras la oleada de protestas

Abdulá al-Zani, ex primer ministro de Libia.
Abdulá al-Zani, ex primer ministro de Libia.

Las protestas sociales que se han producido este fin de semana en Libia han provocado la dimisión del primer ministro del Gobierno de Tobruk, Abdulá al-Zani. Las movilizaciones sociales que comenzaron hace semanas en Trípoli, y que fueron duramente reprimidas por el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) que controla la parte oeste del país, ahora se han extendido a Bengasi, una de las ciudades controladas por el mariscal Jalifa Haftar.

En un principio, los manifestantes salieron a la calle de manera pacífica, aunque terminaron registrándose disturbios y varios fallecidos. Las principales peticiones de las movilizaciones eran la celebración de elecciones, un paquete de reformas sociales y solucionar el problema energético que está causando cortes de luz constantemente en las ciudades más grandes.

La violencia fue aumentando hasta que, en Bengasi, los manifestantes asaltaron y prendieron fuego a la sede del Gobierno del este de Libia y atacaron el Ayuntamiento de la ciudad. La dimisión del primer ministro Al-Zani deja al Ejecutivo de Tobruk con vacío de liderazgo en la gestión parlamentaria. El Parlamento de Tobruk se creó en 2014 para sustituir al Congreso General Nacional libio tras la muerte de Muamar el Gadafi y tiene el control de la zona oeste de Libia.

Conversaciones de paz

Los contactos entre el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), dirigido por el primer ministro Fayez Sarraj, y el otro Ejecutivo oriental de Tobruk, asociado al Ejército Nacional de Libia (LNA) comandado por el mariscal Jalifa Haftar, han llegado a un acuerdo sobre la necesidad de acordar “compromisos importantes” para el final del conflicto en Libia, así lo anunciaron tras el primer contacto el pasado miércoles en Bouznika.

Todavía no se conoce la lista de compromisos a seguir aunque el principal objetivo es conseguir un alto al fuego definitivo, los comités de diálogo están formados por siete personas y pronto anunciarán cuáles son los primeros pasos que les lleven a la solución de la guerra civil libia.

El conflicto asola al país norteafricano desde 2014 y se convertido en un escenario bélico internacionalizado en el que participan diferentes potencias extranjeras con intereses sobre el terreno. El LNA de Haftar es apoyado por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Rusia y Francia; mientras, el GNA recibe el sustento militar de Turquía y financiero de Qatar, y es reconocido desde 2016 por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

La actividad del sector energético

El pasado domingo el mariscal Haftar, apoyado por el Gobierno de Tobruk, anunciaba la reanudación de las actividades energéticas que llevan paralizadas más de seis meses.

La suspensión de la producción y el cierre de los puertos petroleros en el este de Libia provocaron unas pérdidas de más de 6.500 millones de dólares según explicó la Corporación Nacional del Petróleo en Libia (NOC).

El país está sufriendo una aguda crisis eléctrica ligada al cierre forzoso de la producción de petróleo y gas, la pandemia de la COVID-19 y la amenaza planteada contra diversas infraestructuras energéticas por parte de los mercenarios extranjeros y grupos armados presentes.

Las conversaciones de paz en Marruecos han dado luz verde a esta reanudación de actividades que se ve como un primer paso conjunto a dar para seguir mejorando la situación económica de la zona.

Durante estas semanas veremos en Bouznika nuevas resoluciones que buscan como principal objetivo afianzar y decretar un alto al fuego definitivo.

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