Estados Unidos afirma que Turquía ha enviado entre 3.500 y 3.800 mercenarios sirios a Libia

Pentágono
Pentágono. (Foto: AFP)

Un análisis del Pentágono estadounidense ha revelado que Turquía destinó a Libia entre 3.500 y 3.800 combatientes a sueldo procedentes de Siria durante los tres primeros meses de 2020. El informe remitido por el inspector general del Departamento de Defensa norteamericano ha detallado los movimientos turcos a favor del bando del Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) en la guerra civil contra el Ejército Nacional libio (LNA, por sus siglas en inglés); una iniciativa que está provocando un giro de los acontecimientos en el choque armado.

Según ha revelado The Washington Post, este informe trimestral, que versa sobre las operaciones antiterroristas en África y que maneja el Pentágono, ha remarcado que Turquía pagó y ofreció la ciudadanía turca a miles de mercenarios sirios que luchan en Libia a favor del GNA liderado por el primer ministro Fayez Sarraj, el cual es reconocido internacionalmente por la Organización de Naciones Unidas (ONU) desde 2016 y que cuenta con el citado apoyo del país euroasiático y de Qatar e Italia. Todo ello frente a un LNA comandado por el mariscal Jalifa Haftar, que cuenta con el soporte de Rusia, Egipto, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Francia.

La nación libia se ha transformado en un tablero de juego en el que varias potencias extranjeras participan para sacar beneficio en torno a un país importante por su situación estratégica en el norte de África y el arco mediterráneo y por sus recursos petrolíferos. Algunas de estas potencias foráneas envían soldados a sueldo, como Turquía y Rusia. El país presidido por Vladimir Putin cuenta sobre el terreno con el grupo armado privado Wagner, según han recogido diversos medios. Esta compañía privada ligada al Kremlin podría haber incluido entre 800 y 2.500 combatientes a sueldo a favor del LNA, el cual está asociado a su vez con el otro Ejecutivo oriental de Tobruk.

Precisamente, en el mes de mayo, el Pentágono acusó a Rusia de enviar al menos 14 aviones de combate a una base aérea libia central, que, según dijo, fueron repintados en Siria para ocultar su origen ruso. A principios de esta semana, alegó también que mercenarios rusos plantaron minas terrestres y otros explosivos con trampas explosivas alrededor de Trípoli que mataron a 52 personas e hirieron a 96, incluidos civiles y trabajadores de limpieza de minas, según estimaciones de la propia ONU. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, desestimó las acusaciones de las Fuerzas Armadas estadounidenses el jueves e insistió en que «el Ejército ruso no está involucrado en ningún proceso en Libia de ninguna manera».

El conflicto bélico libio sigue su curso con un GNA recuperando posiciones. El LNA lanzó una gran ofensiva el pasado 4 de abril de 2019 para hacerse con Trípoli, que era el principal último bastión resistente del GNA, pero la incursión en el conflicto armado de Turquía ha cambiado el escenario a favor de las fuerzas que defienden al Gobierno de Sarraj. Esta intervención otomana fue resultado del acuerdo alcanzado entre el presidente Recep Tayyip Erdogan y el propio Fayez Sarraj en noviembre del año pasado, por el que se aseguró el apoyo militar turco al Ejecutivo tripolitano y por el que se rubricaron acuerdos para repartir zonas económicas exclusivas en el Mediterráneo (lo que entró en conflicto con países como Chipre y Grecia, que denunciaron la violación de sus fronteras marítimas).

Turquía anhela tener un mejor posicionamiento en el Mediterráneo de cara a obtener una favorable posición geoestratégica e incrementar sus recursos financieros a través de prospecciones de gas y petróleo en la zona. De ahí su incursión en Libia, y también en Siria, donde incursionó también para posicionarse en la frontera turco-siria y para hostigar a la etnia kurda, a la que acusa de llevar a cabo actos terroristas al sur del suelo turco. Precisamente, de Siria llegan estos mercenarios que luchan en Libia a favor del GNA; unos efectivos ligados a antiguos grupos vinculados a organizaciones terroristas como Daesh y Al-Qaeda, como han apuntado diversos medios. Aunque el informe del Pentágono señala que el Ejército estadounidense no ha encontrado evidencia que indique que estos mercenarios estaban afiliados a estas formaciones yihadistas. Sí ha manifestado que estaban «muy probablemente» motivados por la generosa contraprestación económica en lugar de por la ideología o la política.

El informe abarca solo el primer trimestre del año, hasta finales de marzo, dos meses antes de que una serie de victorias del GNA, respaldadas por Turquía, expulsaran a las Fuerzas Armadas de Haftar de los suburbios de la capital, de la base aérea de Al-Watiya y de enclaves como Sabratha y Sorman. El último texto del Departamento de Defensa estadounidense ha remarcado que los despliegues turcos probablemente aumentaron antes de los triunfos de las fuerzas de Trípoli a finales de mayo. También cita al Comando de África del Ejército de Estados Unidos diciendo que 300 rebeldes sirios apoyados por Turquía desembarcaron en Libia a principios de abril. Turquía también destinó un contingente con un «número desconocido» de soldados turcos durante los primeros meses del año, según el texto presentado por el inspector general.

Las partes en conflicto se están movilizando ahora alrededor de Sirte, ciudad costera en el norte de Libia que significa un importante acceso a la zona petrolera central y oriental del país norteafricano.

Después de los contratiempos sufridos por Jalifa Haftar en las cercanías de Trípoli, sus partidarios presionaron por un alto el fuego y propusieron un acuerdo político. Pero Turquía se negó a retroceder y el Gobierno de Trípoli mostró también su intención de recuperar importantes núcleos petrolíferos nacionales.

Mientras, Egipto, gran rival de Turquía y vecino de Libia, amenazó con intervenir militarmente con su poderoso Ejército si las fuerzas respaldadas por Turquía intentan tomar Sirte. El presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, reseñó que su país «no se quedará de brazos cruzados frente a los movimientos que representan una amenaza directa a la seguridad de la nación”. Precisamente, el viernes pasado, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, respondió lanzando críticas al apoyo egipcio y emiratí a Haftar.

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