Un reciente estudio cuestiona todo lo que sabíamos sobre la desaparición de los habitantes de la Isla de Pascua
Durante años, la historia de la civilización de la Isla de Pascua, famosa por sus impresionantes moai, ha sido una advertencia sobre los peligros de la sobreexplotación ambiental. La narrativa tradicional nos dice que los primeros habitantes de la isla, al cortar todos los árboles y agotar los recursos, provocaron el colapso de su sociedad.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en Science Advances pone en entredicho esta teoría de «ecocidio» y sugiere una historia diferente, una de adaptación, ingenio y resiliencia.
La teoría del ‘colapso’ de la civilización en la Isla de Pascua
La teoría del «colapso» de la civilización de Rapa Nui se ha sostenido durante años, especialmente gracias a estudios como los de Jared Diamond en su libro Colapso, que señalan que los habitantes de la isla llegaron a constituir una población insostenible, agotaron sus recursos y, como resultado, su civilización se derrumbó.
Pero, ¿y si todo esto fuera más complejo de lo que pensábamos? Un grupo de investigadores, liderados por Dylan Davis de la Columbia Climate School, acaba de presentar una nueva visión de lo que realmente ocurrió en la isla. Según su investigación, los isleños nunca alcanzaron una población demasiado grande. De hecho, la evidencia sugiere que la población de Rapa Nui se mantuvo pequeña y manejable durante siglos.
Lo más sorprendente de todo es el descubrimiento de los llamados «jardines de rocas» – una técnica agrícola que permitió a los habitantes de la isla cultivar alimentos de manera eficiente en un ambiente tan desafiante.
Usando imágenes satelitales de última generación, el equipo de investigación identificó pequeñas áreas de cultivo dispersas por toda la isla, donde se plantaban batatas, un alimento fundamental en la dieta local.
Estos jardines, formados por piedras volcánicas, no sólo protegían los cultivos del viento y la sal marina, sino que también ayudaban a retener la humedad y nutrientes, creando un microclima favorable para las plantas.
Un equilibrio sostenible en la Isla de Pascua
Este nuevo enfoque desafía lo que sabíamos sobre el uso de la tierra en la isla. Antes se pensaba que los jardines de rocas cubrían grandes áreas, y que su propósito era sustentar una población mucho más grande.
Sin embargo, los investigadores concluyeron que estos jardines sólo ocupaban unos 188 acres, menos de medio por ciento de la isla. Y esa área, según los cálculos, era suficiente para alimentar a unas 2,000 personas, lo que coincide con las estimaciones de población que los europeos encontraron a su llegada en 1722.
El estudio también resalta que los isleños no solamente dependían de sus cultivos, sino también del mar, con fuentes de proteínas provenientes de la pesca y mariscos. Esta combinación de recursos marinos y agrícolas permitió que la población se mantuviera en un número manejable, sin sobrepasar los límites del ecosistema de la isla.
Aunque los europeos en el siglo XVIII se sorprendieron al ver sólo unos pocos miles de habitantes, los resultados actuales sugieren que esa era una población perfectamente equilibrada para los recursos disponibles.
Una lección de resiliencia humana
Lo más fascinante de este descubrimiento es la lección de resiliencia humana que nos deja. Los habitantes de la Isla de Pascua, al enfrentarse a un entorno extremadamente aislado y con recursos limitados, supieron adaptarse utilizando tecnología agrícola innovadora.
En lugar de arrasar con el medio ambiente, como se pensaba anteriormente, lograron vivir de manera equilibrada durante siglos. Los investigadores también nos recuerdan que la adaptación al medio ambiente no es sólo una cuestión de supervivencia, sino también de creatividad e ingenio.