¿Quién fue Napoleón III, el último emperador francés que se casó con Eugenia de Montijo?
El legado del gran mandatario francés de todos los tiempos, Napoleón Bonaparte, tuvo continuidad durante buena parte del siglo XIX en Francia, a pesar de que las posiciones políticas del país iban en contra de cualquier intento de colocar a un rey o emperador al mando de la República. Fue Napoleón III, el único presidente de la Segunda República y último monarca de Francia tras tener que exiliarse a Inglaterra.
El sueño imperial de Napoleón III
A pesar de lo que siempre se había pensado, en un estudio realizado en 2014 que demostró que Napoleón III no era familiar del gran Bonaparte, al menos por parte de padre. Y es que Napoleón III siempre se creyó sobrino de Napoleón, el gran estratega y emperador de Francia.
El supuesto sobrino de Napoleón nació en París el 20 de enero de 1808. Debido a ese parentesco que todo el mundo creía oficial por sangre, se convirtió en el más cercano heredero de su tío, y fue criado y educado para ello a lo largo de toda su vida.
Con la revolución de 1848, Napoleón III vio la oportunidad perfecta para entrar en el poder de Francia, una vez que fuera depuesto el rey Luis Felipe I y se instaurara la Segunda República en el país. El sobrino llevaba años viviendo en Inglaterra ya que, desde que en 1815 su tío, el primer Napoleón, toda la familia fue desterrada del país.
Ese mismo año, Luis Napoleón Bonaparte, se presenta como candidato a la presidencia de la Segunda República Francesa. Gracias al apoyo del pueblo se convertiría por abrumadora victoria, en el primer presidente de esta nueva era.
La nueva constitución ratificada en 1848 establecía que el mandato de presidente solo debía ostentarse durante cuatro años, por lo que Napoleón debería dejar el cargo después de ese tiempo. Pero el futuro Napoleón III tenía otros planes en mente. Su intención era recuperar la grandeza de su familia y suceder como emperador a su fallecido tío.
Golpe de Estado
Después de los cuatro años establecidos para estar al frente de la II República Francesa, Luis Napoleón llevó a cabo un golpe de Estado el 2 de diciembre de 1851 presentándose como el más firme defensor de la democracia y planteando que la Asamblea era la que censuraba a la población.
Días después, tras un plebiscito celebrado en enero, Napoleón empezó concentrar mucho más poder, hasta que en diciembre de 1852, Francia creó un Imperio, y Luis Napoleón se convirtió en Napoleón III.
Este segundo Imperio fue poco a poco hasta el autoritarismo del mandatario, que finalmente tuvo que salir del país en 1870 después tras su derrota en Sedán frente a las tropas de Otto von Bismark.
Un vividor de la realeza
Para muchos historiadores, Napoleón III no tenía nada que ver con su tío Bonaparte. Según cuentan las crónicas de la época, Luis era un vividor que se paseaba con las muchachas de mejor posición del París de la época.
Según el escritor Víctor Hugo, enemigo íntimo del emperador, «no era un príncipe el que volvía, era una idea» haciendo alusión a la victoria en las elecciones de 1848 donde el pueblo esperaba al gran Napoleón. Se tuvo que conformar con Luis, alguien poco preparado para estar a la altura de su propio tío.
Entretanto que se hacía presidente y luego emperador, Luis tenía fama de ser asiduo a los burdeles de media Europa. Las revistas de prensa rosa de la época llegaron a contar que se había construido un sillón ergonómico para administrar sus esfuerzos durante el coito, debido el desenfreno sexual que le caracterizaba.
Cuando conoció a la granadina Eugenia de Montijo, ella buscaba en la París de la época alguien de buena posición, pero jamás entregaría su virtud hasta después del matrimonio. Y esto fue lo que que más intrigó Luis Napoleón. Después de muchos intentos de pasarla por su alcoba, se proclamó emperador el 2 de diciembre del 1852, y un mes después ya se estaba casando con Eugenia de Montijo, el 30 de enero de 1853.
Napoleón III necesitaba descendencia y una mujer que cuidara del que sería el futuro emperador de Francia. La boda solo fue una estrategia por la descendencia ya que Luis jamás quiso a Eugenia de Montijo como esposa, y se conoce que mientras eran matrimonio, el emperador mantenía más de tres relaciones a la vez, más unas cuantas prostitutas que pasaban por su cama cada semana.
Eugenia de Montijo y Napoleón III tuvieron un hijo, Eugenio Luis, que se ganó el favor de muchos franceses. Pero los cambios llegaron en los 70 cuando Napoleón se convirtió en prisionero de las tropas prusianas el 2 de septiembre de 1870. Dos días después, Francia proclamó la Tercera República obligando el exilio de Luis Napoleón y toda su familia.
El ya depuesto emperador murió tres años después en Inglaterra, dejó a Eugenio Luis al frente de la familia, y lo llamaron Napoleón IV. La desgracia se cebó con la familia cuando Eugenio fue interceptado en una emboscada en la guerra anglo-zulú y acabó siendo a abatido por las lanzas de los zulúes.
A pesar de ello, fue respetado por su valor en el campo de batalla y la tribu no lo desmembró y le dejaron sus medallas de guerra para que fuera reconocido.
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