Histórico hallazgo: descubren un baño ritual judío que replantea la presencia judía en la Antigua Roma

A unos 25 km de la actual Roma se encontraba Ostia Antica, una antigua ciudad portuaria que sigue siendo un tesoro para los arqueólogos. Sus ruinas, que incluyen un gran teatro, baños, templos, tabernas, posadas e incluso un faro que guiaba a los barcos del Mediterráneo, reflejan la importancia que tuvo en el Imperio Romano.
Su mejor momento llegó entre los siglos II y III d.C., cuando Ostia alcanzó su apogeo con cerca de 100.000 habitantes y un puerto que abastecía a Roma, la capital del mundo.
Entre sus ciudadanos destacaba la comunidad judía. Ya se había descubierto la sinagoga más antigua conocida en Europa occidental y varias inscripciones hebreas que confirmaban su presencia en la zona. Sin embargo, las excavaciones recientes han sacado a la luz algo más: un baño ritual judío (mikveh), una pieza clave para comprender mejor la vida de esta comunidad en la antigüedad.
¿Cómo es el baño ritual judío que encontraron?
El mikveh descubierto en Ostia Antica está en una estructura semi-subterránea con acceso a un pozo de agua de manantial, un requisito indispensable para la purificación ritual. La sala es rectangular, con un ábside semicircular y una escalera de tres peldaños desgastados por el uso constante a lo largo de los siglos.
En el suelo quedan restos de pavimentación de ladrillos y un sistema de drenaje que mantenía el agua en condiciones aptas.
Además, los arqueólogos hallaron varios objetos que confirman su uso dentro de la tradición judía: lámparas de aceite decoradas con la imagen de una menorá y un lulav, junto con un vaso de vidrio prácticamente intacto. Estos hallazgos, fechados entre los siglos IV y VI d.C., indican que el mikveh siguió utilizándose hasta el periodo tardoantiguo.
A diferencia de un baño común, el mikveh no servía para la higiene personal, sino para la purificación ritual. No se usaban jabones ni aceites, ya que el agua tenía que ser completamente natural, sin intervención humana.
Para ser válido, debía llenarse con agua «viva», es decir, de lluvia o manantial, sin pasar por sistemas artificiales. La persona debía sumergirse por completo, siguiendo normas específicas según el motivo del ritual, que podía estar relacionado con la pureza después de ciertos eventos, la conversión al judaísmo o la preparación para festividades religiosas.
El impacto del hallazgo del baño ritual en la historia judía de Roma
Si bien la presencia judía en Ostia ya era conocida gracias a su sinagoga, construida entre los siglos II y III d.C., el hallazgo del mikveh refuerza aún más su importancia en la ciudad. Según Alessandro D’Alessio, director del Parque Arqueológico de Ostia Antica, «el descubrimiento de este mikveh confirma el papel y la importancia continua de la comunidad judía en Ostia a lo largo de la época imperial».
Por su parte, Riccardo Di Segni, rabino jefe de la Comunidad Judía de Roma, subrayó la trascendencia de este hallazgo: «La historia de los judíos de Roma se enriquece con este monumento, que demuestra su milenaria presencia y su dedicación a la observancia de las tradiciones».
Victor Fadlun, presidente de la Comunidad Judía de Roma, también destacó su significado: «El mikveh es una prueba tangible del enraizamiento de los judíos en Roma, una identidad que se ha preservado durante siglos».
El Parque Arqueológico de Ostia Antica trabaja en la conservación del sitio y en la posibilidad de abrirlo al público.