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¿Cómo fue el absolutismo en España?

El absolutismo en España fue un periodo complejo y multifacético que dejó una profunda marca en la historia del país. Te contamos más.

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  • Francisco María
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El absolutismo se consolidó como el régimen político predominante en toda Europa occidental a finales de la Edad Media. Sin embargo, el absolutismo español no se desarrolló al mismo ritmo que en otros países.

La Monarquía Hispánica, tanto bajo los Reyes Católicos como durante el período de los Habsburgo, tenía diferencias importantes con la concepción absolutista de los Borbones en Francia. La visión de poder de la dinastía austro-borgoñona era más respetuosa con las particularidades locales y estamentales.

La dinastía de los Habsburgo: un imperio en expansión

El absolutismo en España alcanzó su apogeo con la llegada al trono de Carlos I en 1516, un monarca que heredó una vasta cantidad de territorios en Europa y América. Carlos I, también conocido como Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico, simbolizó la idea del monarca absoluto que gobernaba sobre un imperio global. Durante su reinado, Carlos I buscó mantener la unidad del imperio a través de diversas estrategias políticas, incluyendo la guerra y el matrimonio.

Sin embargo, su mandato también estuvo marcado por la oposición de las potencias europeas, como Francia y el Imperio Otomano, así como por problemas internos en los territorios que gobernaba. Esta situación llevó a un alto costo económico y militar, lo que, a la larga, afectó la estabilidad del absolutismo en España.

La sucesión de Felipe II, hijo de Carlos I, continuó con la expansión del absolutismo. Felipe II consolidó el control del monarca sobre la burocracia, la administración y la justicia. Su reinado (1556-1598) estuvo marcado por la construcción del Escorial, un símbolo de su poder, y por la defensa del catolicismo, lo que llevó a la creación de la Liga Santa contra el Imperio Otomano y la famosa batalla de Lepanto en 1571.

El absolutismo en España

El absolutismo en la España borbónica se caracterizó por un deseo de concentración del poder en la figura del rey. A lo largo de la historia, esta voluntad de intervención del monarca tuvo diferentes intensidades.

La llegada de Felipe V en 1700 introdujo el absolutismo de origen francés característico de los Borbones. Esta transformación provocó una gran resistencia y desencadenó la Guerra de Sucesión, que se convirtió en una auténtica guerra civil.

El despotismo ilustrado en España se asocia principalmente con los reinados de Carlos III y Carlos IV en la segunda mitad del siglo XVIII. Hace referencia a un enfoque que buscaba implementar ideas ilustradas en la gobernanza. La etiqueta de despotismo ilustrado raramente se aplica a los reinados de Felipe V y Fernando VI en la primera mitad del siglo XVIII.

Fernando VII

La Guerra de la Independencia trajo consigo un cambio popular que pareció marcar el fin del absolutismo de los Borbones. Con la victoria sobre Francia, se promulgó la primera Constitución de España en 1812, que limitaba el poder del rey. Sin embargo, esta Constitución tuvo una vigencia breve, ya que, tras la guerra, Fernando VII la abolió y restableció el absolutismo.

Tras la derrota de Napoleón, muchos estados europeos reinstauraron los regímenes absolutistas. Fernando VII regresó a España en mayo de 1814, pero se negó a aceptar la constitución, dando lugar a un golpe de Estado que derogó el régimen liberal.

Así, reinstauró el absolutismo y comenzó a perseguir a los liberales, inaugurando un periodo de seis años conocido como el sexenio absolutista. Durante esta etapa, Fernando gobernó con autoridad plena, desmantelando los logros alcanzados por los constitucionalistas.

Tiempos aciagos

El reinado autoritario de Fernando VII llegó a su fin en 1820, cuando sectores liberales del ejército, liderados por el general Riego, se alzaron en levantamiento. La sublevación dio inicio al Trienio Liberal. A pesar de haber jurado la constitución, Fernando VII continuó alentando conspiraciones en su contra.

En 1823, las potencias europeas enviaron un ejército conocido como los Cien Mil hijos de San Luis, con el objetivo de restaurar el poder absoluto de Fernando VII en España. Este periodo abarcó desde 1823 hasta 1833 y se conoce como la Década ominosa.

Durante estos años, Fernando VII se sintió cada vez más inseguro y mostró un profundo desprecio hacia el constitucionalismo. Esto intensificó la persecución a los liberales.

La crisis económica azotaba al país y había un creciente descontento social. Esto llevó al monarca a confiar en figuras ilustradas para llevar a cabo reformas económicas y administrativas necesarias, a pesar de su hostilidad hacia el liberalismo. Sin embargo, estas reformas resultaron insuficientes.

Una inestabilidad creciente

Uno de los principales problemas que enfrentó Fernando VII fue su incapacidad para asegurar una línea de sucesión clara. En 1829, contrajo matrimonio con su cuarta esposa, María Cristina de Borbón, con quien tuvo dos hijas: Isabel y María Fernanda.

Para designar a su hija mayor como heredera, el rey se vio obligado a firmar la “Pragmática Sanción”, que eliminaba la ley sálica y permitía a las mujeres heredar el trono en ausencia de un varón. Sin embargo, esta decisión encontró una fuerte oposición entre los sectores más conservadores.

Tras la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, Isabel fue proclamada reina, y su madre asumió la regencia hasta que la niña alcanzara la mayoría de edad. Esta proclamación desencadenó la Primera Guerra Carlista.

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