Breve historia del «milagro de los Andes»
A lo largo de la historia, ha existido casos de supervivencia extrema. ¿Has oído hablar del milagro de los Andes?
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El 13 de octubre del año 1972, un Fairchild F-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que viajaba desde Montevideo a Chile, con los miembros adolescentes de un equipo de rugby a jugar un partido amistoso, se estrelló en la ladera de una montaña en el medio de los Andes. El avión, partido en dos, se deslizó por una montaña nevada unos cientos de metros. Muchos murieron en la colisión, pero otros tantos sobrevivieron.
¿Por qué se le llamó el “Milagro de los Andes”?
Siete personas que estaban a bordo habían sido succionadas hacia el exterior en el primer golpe y cuatro más, entre ellos el piloto de la nave y la madre de Fernando Parrado, murieron tras el impacto final. Para cuando Parrado recuperó la conciencia, dos días más tarde, habían fallecido otros cinco más, incluido el copiloto y Abal, uno de sus amigos.
De un total de 45 personas, quedaban 29 sobrevivientes. Estaban en el medio de los Andes, en un avión blanco que se confundía con la nieve y no tenían ninguna manera de comunicarse con el mundo exterior.
Después de haber soportado 72 días en condiciones extremas, el número de sobrevivientes había disminuido a 16. Además de algunos chocolates y cigarrillos, no tenían alimento alguno.
Después de días de considerarlo, y al ver que no tenían otra salida, decidieron que debían alimentarse con los cuerpos de quienes habían fallecido.
Habían encontrado una pequeña radio de transistores y todos escucharon cuando, en un boletín de noticias, el gobierno chileno anunciaba que los esfuerzos oficiales de búsqueda habían terminado.
Los sobrevivientes se ponen en marcha
El día 18, 5 días después del accidente, una avalancha casi enterró todo el fuselaje, matando a otras 8 personas. Este hecho hizo que el grupo decidiera emprender la marcha en busca de ayuda. Para ello, prepararon una especie de trineo, seleccionaron la mejor ropa y confeccionaron un saco de dormir.
Roberto Canessa y Fernando Parrado fueron los elegidos para realizar la proeza. Habían resuelto marchar hacia el oeste, en dirección a Chile. Cuando subieron a la primera montaña, sin embargo, se dieron cuenta de que su situación era peor de lo que pensaban. Los picos nevados de montañas gigantescas llegaban hasta donde la vista podía abarcar.
Después de 7 días escalando montañas y debilitándose cada día más por los esfuerzos de caminar en la nieve profunda, llegaron hasta un valle sin nieve y un río. Esa noche, el 20 de diciembre, lograron ver a un hombre a caballo del otro lado de la corriente.
Los sobrevivientes escribieron una nota, la ataron a una piedra, y se la arrojaron. El hombre leyó el mensaje, les lanzó algunos alimentos y se apresuró en buscar ayuda. Unas horas después, apareció la policía montada chilena y muchos reporteros.
Parrado voló en helicóptero con los rescatistas para mostrar en dónde estaban sus compañeros sobrevivientes.
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