Unos langostinos de tierra adentro revolucionan la gastronomía
Medina del Campo está un poquito lejos de Sanlúcar de Barrameda, pero en esa localidad vallisoletana amenaza con hacer temblar el monopolio de las delicias rayadas frente al Coto de Doñana, una empresa llamada Noray.
Los langostinos de esta insólita granja son calificados y clasificados como frescos y sostenibles y de origen español. Aunque se trata de un marisco criado bastante lejos del mar, en una granja que pasa por ser la única bajo techo en todo el planeta, y que cuenta con la conformidad de las autoridades sanitaria, y que llega a producir nada menos que 50 toneladas al año. Y subiendo. Porque esta sorprendente firma no se ha marcado otro techo que seguir creciendo. Los responsables de esta compañía, cuya portavoz es la brillante comunicadora Yolanda Patiño, directora de marketing y branding, aseguran que pretenden multiplicar por cinco lo que ahora se produce en los próximos 3 años. Y eso que, como reconoce esta directora, » nosotros operamos bajo demanda y los pescamos acorde a las necesidades de nuestros clientes, para garantizar la máxima frescura”.
Esta sorpresa de producto tiene ya todos los premios y es el resultado de una década larga de investigación y en apostar, y aquí no es topico, por la sostenibilidad de todas las etapas del proceso productivo del langostino, manteniendo la línea de frescura hasta un consumo al que se garantiza un envasado de langostinos de una hora desde su captura. Con todo el rigor y la calidad, de hecho no se utiliza sulfito alguno en las fases de producción. El resultado es tan brillante que en justa lid han conseguido estos crustáceos la máxima puntuación en los reputados Superior Taste Awards del belga International Taste Institute en su edición 2022 por su original textura y sabor.
Lo mejor es que están ricos. Diría más, en cata a ciegas o en elaboraciones gastronómicas de primer nivel pueden tener el mismo resultado que los marinos. Si no, que se lo pregunten al vasco Martin Brerasataegui para su flamante Gastrobodega de la vinícola zona de Rueda. Sus descriptores hablan de una textura de mayor carnosidad. Incluso la dulzura no deja de ser otro de sus alicientes para la cocina en crudo de origen oriental o peruano hoy tan prestigiosas, de las que se convierten en cómplices indudables. Tienen buena pinta además. En dos calibres, de 60/80 piezas por kilo, con ejemplares de 14 gramos, y la del crudo en bandejas de 40/60 con peso medio de 20. Además de los congelados hay casi la mitad se exporta a países como Francia p Singapur. Y pueden comprarse por su parte en supermercados especializados o en la web norayseafood.es.
Que nadie se rasgue las vestiduras, porque estas soluciones creativas son necesarias para un mundo de superpoblación. Además, patriotismos al margen, que haya una empresa que haya invertido más de 10 millones en i+D , dedicado 7000 m2 a esa producción y muchos puestos de trabajo, bien vale un sombrerazo. Y además, ¡Están buenos oiga!
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