La web ‘Politico.eu’ une a Puigdemont con Le Pen y Orban entre los «populistas europeos» como Trump

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Carles Puigdemont posa con un 600 independentista en la sede de la Generalitat.

El año 2017 será el año en que Europa, los europeos, decidirá si «todo lo que pasa en Estados Unidos acaba llegando aquí». Y será así porque varios países tienen procesos electorales que medirán la capacidad de los países de la Unión para ejercer de muros ante el populismo. Francia celebrará presidenciales en mayo y Alemania elegirá nuevo canciller, Italia va en pocos días una reforma constitucional el mismo día, 4 de diciembre, que Austria deberán demostrar si los partidos ultra siguen avanzando en el terreno abonado que les ha dejado una crisis que cumplirá una década el año que viene y la gestión de la misma. ¿Y en España? Aquí tampoco andamos vacíos de populismos, entre Podemos y el independentismo catalán que apela a «somos distintos, merecemos ir por nuestra cuenta» a cada minuto.

Así lo ve la revista Politico.eu en un largo y prolijo análisis publicado este jueves, en el que incluye, además, entre estos movimientos apegados a los mensajes fáciles que pelan a los sentimientos, al independentismo catalán. Porque en 2017, según ha insistido en el último mes el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, «se celebrará el referéndum secesionista sí o sí, con acuerdo o sin él».

Pero los síntomas hasta ahora no indican que Europa vaya a ser el guardián de los valores de Occidente surgidos a partir de la segunda posguerra mundial. En Grecia, el partido radical de izquierdas Syriza ocupa el poder desde hace más de un año, si bien no está pudiendo cumplir sus quiméricas promesas; en Reino Unido, el referéndum del Brexit lo ganó la opción defendida por los proteccionistas, nacionalista y mentirosos –así lo admitió el propio Nigel Farage al día siguiente de su triunfo– que abogaban por recuperar la grandeza del imperio británico; y en varios países como Holanda, Dinamarca y la misma Alemania ascienden los partidos radicales de distinto signo, todos caracterizados por la apelación a «la gente», al «pueblo» u otras formas de identificarse con lo que en Hungría lleva tiempo siendo una realidad en el Gobierno: «primero los de aquí».

Si Brexit fue un regalo inesperado y luminoso para los pupulismos europeos, la victoria de Donald Trump en las elecciones de este 8 de noviembre en Estados Unidos no hace sino ‘normalizar’ una realidad que se empieza a parecer mucho a la que vivió el hemisferio occidental tras la crisis del 29… que en una década eclosionó en una guerra mundial.

Ahora, todos los sociólogos tratan de explicar el porqué de la victoria del candidato republicano, cuando todas las encuestas en los medios tradicionales daban por ganadora a Clinton indefectiblemente. También los medios digitales que más han presumido estos días de ser expertos en big data, y cuyas proyecciones, trackings y sesudos estudios coincidían con el ‘mainstream’ se corrigen ahora apelando a lo que decía Google Trends y si los posts de Trump en Facebook siempre tuvieron más interacciones que los de Hillary.

El caso es que ni los gobiernos están sabiendo conectar con la desazón el pueblo ni los medios consiguen explicar qué es lo que está pasando y se puede hacer para dar respuesta a una población hastiada que halla en los revolucionarios, los radicales y los que les dicen lo que quieren oír una salida a su hartazgo.

Y los aplausos llegan, claro, desde las filas de esos populismos. Minutos antes de que se certificara la victoria del magnate de la construcción, al primera felicitación le llegó desde Francia. Pero no del presidente de la República, François Hollande, que tanto lo había criticado hasta minutos antes de la visita de los estadounidenses a las urnas, sino de la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen. Lo mismo pasó desde Holanda, donde el ultra Geert Wilders celebró «el fin del Gobierno de las élites» que ha comandado Europa durante los últimos 70 años.ven el inicio de una insurrección contra las élites que han gobernado Occidente durante 70 años: el líder del partido anti-islam neerlandés tuiteó emocionado, junto a una  foto de Trump: «También vamos a recuperar nuestro país».

Frauke Petry, director de la Alternativa por Alemania (AfD), el partido euroescéptico anti-inmigrantes, dijo que la elección de Trump representaba una «oportunidad histórica». Y en Hungría, el primer ministro populista Viktor Orbán, enfrentando a Bruselas de obra y palabra desde Budapest tmbién mostró su satisfacción: «Qué gran noticia. La democracia está viva «.

¿Y en 2017, un nuevo orden mundial?

Francia está convocada en mayo para elegir un nuevo presidente. y mientras el Partido socialista está hundido en las encuesta y no aparecen candidatos que revitalicen el languidecimiento de Hollande, la derecha juega a comprar los postulados de Le Pen para cosechar en sus campos de votantes radicalizados. Las condiciones parecen maduras para que la hija del fundador del movimiento fascista Frente Nacional pueda aprovechar la ola normalizadora de los mensajes populistas y sea la nueva presidenta en mayo. Así, en los últimos dos años, más de 40 encuestas colocan a Le Pen en la segunda vuelta sin problemas, al tiempo que los dos grandes partidos aún no tienen ni candidato.

El pasado septiembre, el partido demócrata-cristiano de Angela Merkel sufrió una enorme derrota en su distrito de origen. La política migratoria del último año y medio, en el que Alemania se ha llenado de más de un millón de refugiados y ha sufrido una ola de atentados islamistas, han rebajado su aceptación popular, hasta ahora indestructible. Y lo capitaliza  la AfD está ganando, que sube como la espuma en las encuestas.

En Holanda, Wilders aspira a la segunda posición en los comicios de marzo, con horquillas que lo sitúan en el  18% de votos, justo detrás del partido gobernante VVD.

La apelación a la «soberanía nacional» de todos estos políticos se parece, como una gota de agua a otra, a lo que sale por la boca de los secesionistas catalanes. El pasado octubre, los partidos independentistas votaron a una por celebrar el referéndum «vinculante» y «claro» en el venidero septiembre de 2017. La revista ‘Politico.eu’ insiste en incluir a Pugdemont, Junqueras y los antisistema de la CUP, en el club de los populistas que quieren «subvertir» el orden institucional apelando a las entrañas de los votantes, más que a posiciones políticas o siquiera ideológicas.

Según los analistas internacionales el peligro en Europa no viene sólo de partidos radicales, sino de los radicalizados al calor de la crisis económica. Y, como hace 80 años, son los nacioanlismos los que en muchos de estos territorios están removiendo las masas para darles una salida «fácil» llena de promesas basadas en nada, como las de Trump en estas elecciones estadounidenses. Poco importa que el Estado español se defienda con las leyes, cuan do éstas son desconocidas por los que las deben aplicar en la autonomía catalana. «Tenemos que prepararnos para un momento extremadamente complicado e incierto», ha dicho recientemente Puigdemont. Se refería a la victoria de Trump, recuerda la citada revista electrónica, pero «podría aplicarse fácilmente a sus propios movimientos para romper con España».

 

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