España
Moción de censura

Vox pierde la moción convertida por Sánchez y Díaz en trampolín de su carrera electoral

  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez, con el economista y ex dirigente del Partido Comunista Ramón Tamames de candidato, se ha saldado con el resultado inverso: con una coalición más cohesionada tras sus múltiples crisis -al menos en apariencia-, con Yolanda Díaz en el puesto de salida para las generales y con las opciones del propio partido proponente en entredicho. El PP, en un segundo plano -ni siquiera Alberto Núñez Feijóo se acercó al Congreso-, eligió un papel de Estado, firme en la oposición a Sánchez pero equidistante con la inútil propuesta de Abascal. El resultado ya estaba escrito: votos a favor, 53;  en contra, 201; abstenciones, 91.

Tras la ruptura total entre PSOE y Podemos por la reforma de la Ley del sólo sí es sí y ante un ciclo electoral decisivo, la moción de censura ha dibujado la unión entre los partidos del Gobierno. Pedro Sánchez aprovechó sus réplicas a Tamames para dar un extensísimo mitin, pero también para hilvanar la estrategia de la izquierda lanzando la candidatura de Yolanda Díaz en plena disputa con Podemos. A sólo unos días de que Díaz presente oficialmente su plataforma, Sumar, y a nueve meses de las generales, presidente y vicepresidenta ensayan tándem electoral y evidencian que están destinados a entenderse para mantener las aspiraciones de la izquierda ante una derecha líder en las encuestas. Con cara de circunstancias, a Ione Belarra e Irene Montero no les quedó más que asistir desde sus escaños a la puesta de largo de la ministra.

La moción, además, ha reafirmado la división de los bloques, encarnados de un lado por Abascal y, del otro, por Sánchez. Su cruce de reproches en el debate desplazó por completo al candidato Tamames, que tuvo que aguardar más de dos horas y media para estrenarse en el pleno. El líder de Vox defendió que sobran los «motivos» para presentar una moción, para poner fin a una legislatura «suicida» y para acabar con el legado de «ruina, división, negligencia y odio» del Gobierno. El socialista le acusó impulsar «en las calles agitación, en las tribunas, bronca, insultos, en el Parlamento, dos mociones estériles y en todas partes, odio» y puso empeño en meter en el mismo saco al PP.

Con el discurso filtrado de antemano, no hubo sorpresas en el aspirante a la presidencia del Gobierno. Tamames sintetizó su reproche a Sánchez en menos de una hora y se olvidó incluso de su principal reclamación, la convocatoria de elecciones anticipadas. La intervención, alejada de las propuestas más extremas de Vox, desmontó algunas de las políticas del Ejecutivo, como la llamada ley de «memoria democrática».

El candidato, con su bagaje comunista, recordó a Sánchez que ambos bandos cometieron «atrocidades» y que la segunda república no fue «tan angelical» como la pinta. También le afeó la corrupción socialista, con el caso del Tito Berni sobrevolando el grupo parlamentario, y sus pactos con separatistas y proetarras. El Gobierno Frankenstein del que advirtió el propio Pérez Rubalcaba. Para resumir, pidió a los partidos constitucionales que cumplan con unos mínimos» e instó a llegar a acuerdos en tres ámbitos: un paquete de medidas económicas, una ley electoral que «no sobre-represente más» los independentistas y «una vigilancia» de la corrupción. «Un pacto para hacer posible que el país recupere una cierta concordia, paz y entendida en la mayoría de los españoles», reclamó desde el escaño, pues sus problemas de movilidad le impidieron hacer la intervención en la tribuna.

Díaz-Sánchez

Sánchez, en su respuesta, reprochó a Tamames haber aceptado la oferta de Abascal porque son los «herederos de Blas Piñar», en referencia al líder de Fuerza Nueva. «No ha sido la mejor idea que ha tenido en su vida», abroncó al veterano comunista. Dispuesto al desgaste por agotamiento, el socialista no reparó en los tiempo, tanto que el propio Tamames le interrumpió para quejarse de que hubiese subido a la tribuna «con un tocho de 20 folios» escritos de antemano. «Habla de cosas que yo no he dicho», reprochó visiblemente molesto.

Yolanda Díaz, inmaculada de blanco, aprovechó su momento para vestirse de candidata y líder del espacio político a la izquierda del PSOE. Alabó sin reparos sus propias políticas económicas y elogió, uno por uno, a los miembros del Gobierno. También a Belarra y Montero. Incluso tuvo regañinas para Tamames. «Llama mucho la atención que usted, un profesor ilustre no haya referido ni una palabra a la reforma laboral, de la que hablan todos los organismos, se está discutiendo en las universidades mundiales….», dijo entusiasmada, levantando revuelo en la Cámara. El candidato ironizó con que el discurso de la vicepresidenta había sido «interesante en muchos de sus pasajes» aunque también de «presentación de un proyecto político».

La portavoz del PP, Cuca Gamarra, reparó igualmente en este asunto. En su intervención denunció el uso de la moción de censura para la promoción personal y para permitir al Gobierno bipartito «exhibir una unidad que no tiene». Gamarra dejó claro que el PP es un partido «sin ataduras» y sin compromisos ajenos a su ideario, «con criterios propios que solo se guía por interés general de los ciudadanos». Un partido, dijo, que «combate las políticas de un Gobierno dividido, presidido por alguien sin autoridad para destituir y formado por ministros sin dignidad para dimitir». La conclusión entre los populares es de satisfacción total: «Sánchez y Vox nos han regalado el centro político».