España

Vicente Gil: «Mónica García y Sánchez odian a Ayuso y lo pagan con los enfermos de cáncer»

La inutilidad y el sectarismo de Mónica García empieza a notarse en Sanidad. El suyo y el del grupo de amiguetes de la cuhipandi super revolucionaria, te lo juro por Lenin, que ha enchufado en el ministerio. Mónica García ha dejado sin fondos europeos a siete hospitales de Madrid, de referencia para el 40% de enfermos de cáncer de toda España. ¿Qué ha sido? ¿Inutilidad o sectarismo? ¿Qué creen ustedes? ¿O la combinación explosiva de ambas cosas? Porque esta gente no está preparada ni para poner un chino, pero a rojos y sectarios no les gana nadie.

Mónica García fue colocada en Sanidad por Pedro Sánchez para comerse el marrón (que ella no conocía, pero Sánchez sí) de la investigación del caso Koldo. De los pufos millonarios que dejaron Salvador Illa y Carolina Darias. Mónica García hará en Sanidad lo que le diga el macho alfa monclovita y más con el percal koldoniano que ha heredado y que la tiene, según próximos, en un sinvivir.

El ego de la pija progre madrileña le llevó a aceptar el cargo. Le pasó ya a otros de estos niñatos revolucionarios del barrio de Salamanca, Aravaca o Pozuelo, de papá y mamá bien, como Rita Maestre, pero criados a los pechos de Pablo Iglesias. Sin Pablo Iglesias hoy no serían nada. Por supuesto, le traicionaron para seguir chupando del bote. Si no fuera por Iglesias, hoy seguirían destrozando cajeros con silicona o enseñando las tetas en la Complutense.

Mónica García pertenece a esa casta de señorintingos revolucionarios, «izquierda caviar» que dice Rocío Monasterio, que viven cojonudamente, pero que van de modernos y ácratas. A Mónica García la llevaba un chófer a la Asamblea de Madrid y unos metros antes se bajaba del coche para que un esclavo le pusiera una bici e hiciera el numerito ecologista.

Mónica García vive (y nos alegramos) en un mega ático en el Retiro, la mejor zona de Madrid, y tiene una propiedad familiar en Cercedilla en un terreno cuya concesión ya acabó, pero que se resiste a abandonar, rodeada de mansiones de las sagas más ricas y de alta cuna de España.

Mónica García ha durado frente a Ayuso en Madrid un poco más que Errejón, que se piró de la política madrileña en cuanto vio que no pillaba cacho, o sea, cargo. Ahora, el pobre niño Errejón va mendigando un puestecillo a Sánchez en el Gobierno (al estilo de los viejos traidores de Izquierda Unida) con buen sueldo y chófer junto a Yolanda Díaz.

Aunque tenemos malas noticias para Errejón. La cosa pinta mal porque la vicepresidenta parece haber caído en desgracia en Moncloa y quizá estén templando gaitas con Iglesias. Hasta tal punto que Pablo Iglesias ha conseguido enchufar como tertulianos en TVE a dos de sus colaboradores más descerebrados de su Canal Red. Eso, en TVE, ni es casualidad ni se le ha ocurrido sólo (aunque talento tiene) a José Pablo López, el número 2 de RTVE, verdadero protegido de Moncloa, que, ahora, le hace la cama a Elena Sánchez para echarla de manera sibilina del gran despacho con vistas de Prado del Rey.

Pero volviendo a MeMa, que ahora es MeMaMi porque es médico, madre y ministra. El día que tomó posesión no cabía en sí de gozo. Mónica García tomó una primera medida nada más hacerlo: irse de vacaciones 20 días. Es cuando mejor ha funcionado todo en el ministerio, según cuenta algún malvado funcionario.

La epidemia de gripe pilló a MeMaMi en pelotas y, a la vuelta de sus vacaciones, sólo se le ocurrió lo típico de quien no tiene ni pajolera idea de qué hacer contra la gripe: obligarnos otra vez a las mascarillas. Hasta las autonomías socialistas se unieron a Ayuso y le saltaron a la yugular. MeMaMi tuvo que envainársela. Ayuso había podido otra vez con ella.

Desde entonces, no se le conoce ninguna aportación especialmente inteligente que no sea como las de Irene Montero o Pam. Esto es, que quepan en un tuit. Parece que Mónica García está muy preocupada por la legalización del cannabis con fines terapéuticos y poco más. Suponemos que por orden de su jefe Sánchez para contentar a Mohamed porque Marruecos e Israel (los de Pegasus) tienen un emporio mundial montado con eso y están ganando una pasta.

Mónica García tampoco da muchas entrevistas, salvo a coleguitas suyos. Hace poco estuvo con Inés Hernand, la que llamó «icono» a Sánchez en TVE durante los Premios Goya. La ministra dijo que las mujeres, cuando tienen infartos, son discriminadas en los hospitales frente a los hombres por el hecho de ser mujer y que las mujeres con síntomas de infarto no van a Urgencias hasta que no terminan las tareas de la casa (sic). Esto es lo que hay en España como ministra de Sanidad después de una pandemia.

Mónica García debió descubrir esta teoría de la mujer y el infarto durante los seis meses más duros del Covid en los que se escaqueó, abandonó a sus compañeros de hospital y cobró indebidamente 13.000 euros de la Sanidad pública madrileña que dice defender. Cuando la descubrieron, dijo que no se había dado cuenta de que tenía 13.000 euros de más en su cuenta corriente.

¿De verdad España merece este nivel de MeMas o MeMaMis? Mónica García va camino de ser la nueva Irene Montero o la nueva Pam del Gobierno, legislando sobre sus paranoias y obsesiones. Y Ayuso es la primera.

Mónica García fue la misma que denunció que Enrique Ossorio cobrara el bono social térmico mientras ella lo estaba cobrando también en su mega ático del Retiro. ¿Nos toma por lerdos? Mónica García es la pistolera que disparó con su dedo un tiro a Lasquetty en la Asamblea, pero que va de pacifista.

Mónica García topó, cada jueves, en la Asamblea de Madrid contra el muro de una Ayuso sin complejos, que Sánchez tampoco ha podido derribar pese a envites tan sucios y delictivos como el del novio. Mónica García está frustrada con la presidenta madrileña y se lo hace pagar a los enfermos de cáncer de Madrid y de toda España que vienen a esos siete hospitales madrileños a curarse y a intentar salvar la vida.

A ella, ¡qué más les da! ¿Qué son los enfermos de cáncer si dejándola sin fondos europeos le creamos un problema a Ayuso?

Sánchez y Mónica García pinchan en hueso aunque la odien. Ayuso es mucho Ayuso. Que se lo digan a Pablo Iglesias y al propio Sánchez, machistas y misóginos donde los haya, que siempre encontrarán en sus partidos progresistas periquitas acomplejadas para piarles.