Vicente Gil: «Acento, de Pepe Blanco, es más que una consultora: es el ‘lobby’ de Marruecos en Bruselas»

Alberto Garzón ha probado su propia medicina y se queda sin entrar en Acento, el lobby de Pepiño Blanco. Garzón quería ser lobbista, seguir pisando moqueta e ir en first class, pero ha tenido que renunciar por las presiones -ha dicho- «del ecosistema de la izquierda». O sea, esa actividad inmoral y destructiva que ejerce la izquierda española, promovida por gente como Garzón, para matar civilmente a todos los que disienten de ellos, sea en la política o en el periodismo. Todos la hemos sufrido alguna vez.
Desde que OKDIARIO publicara el fichaje de Garzón por Acento, la «guerrilla en redes» de Pablo Iglesias lo ha destrozado. Pepiño Blanco quería en Acento a alguien de la cuerda de Sumar para abrir puertas en sus ministerios, pero tendrá que buscarse a otro.
Vaya por delante que Acento es un lobby registrado, que actúa legalmente como tal. En este sentido, nada que reprochar porque en Bruselas es una actividad normal y regulada.
Pero una cosa es la legalidad y otra la ética. En España es distinto y no hay norma que regule los lobbies. Sánchez aprobó un anteproyecto en 2022, después (qué casualidad) de fichar a Antonio Hernando en Moncloa. Pero decayó por la convocatoria de elecciones generales.
Acento es la consultora de Asuntos Públicos que montaron Pepiño Blanco, la mano derecha de Zapatero, y Antonio Hernando, la mano derecha parlamentaria de Rubalcaba, cuando Pedro Sánchez se los quitó de enmedio. Pepiño Blanco y Antonio Hernando eran antisanchistas. Abjuraban de Sánchez. Pero Sánchez llegó al poder y se quedaron en la calle.
Acento se montó con 3.000 euros justo en junio de 2018, cuando Sánchez ganó la moción de censura a Rajoy. Con Zapatero manejando los hilos en la sombra del sanchismo, el camino para Pepiño Blanco, Antonio Hernando y Pedro Sánchez ha sido de ida y vuelta. La política les separó, pero el interés les ha vuelto a unir.
Cuando en octubre de 2021, Antonio Hernando dejó, por sorpresa, Acento, nadie imaginaba que, días después, ficharía como adjunto al jefe de Gabinete de Pedro Sánchez en Moncloa. Como adjunto de otro de los defenestrados de Zapatero que Sánchez recuperó, Óscar López, su actual jefe de Gabinete.
Con los ex de Zapatero, Óscar López y Antonio Hernando siendo las personas más próximas a Sánchez, la tercera pata se quedó en Acento: el propio Pepiño Blanco. Un puente de influencias. ¿Un reparto de papeles? ¿Por qué recuperó Sánchez a un personaje como Antonio Hernando al que odiaba y tildaba de «traidor»?
Estos días hablamos de los asesinatos de Barbate y de la decisión del Gobierno de eliminar la unidad de élite de la Guardia Civil, OCON Sur, que mantenía a raya a los narcos en el Estrecho. El único freno que había a ese suculento negocio de hachís, cocaína y tráfico de inmigrantes dirigido desde la costa norte de Marruecos con la implicación necesaria de altos funcionarios y mandos policiales y militares de Marruecos, un país donde nada ocurre sin que la Casa Real esté al tanto y lo autorice.
Acento, la consultora que Pepiño Blanco fundó con Antonio Hernando, es el lobby que asesora y trabaja en favor de Marruecos en Bruselas. El trabajo de Acento para Rabat ha conseguido cientos de millones de euros en «ayuda para la cooperación» a Marruecos. Más de 650 millones, según algunas fuentes. La influencia de Acento sirvió para conseguir que el PSOE votara en el Parlamento Europeo, de forma ridícula y solitaria, contra una declaración de todos los grupos sobre la implicación de Marruecos en el escándalo de corrupción del Qatargate, que más bien podría ser el Marruecosgate. O el Pegasusgate.
Por los pasillos del Parlamento Europeo pululan, acreditados para entrar, algunos asesores de Acento y allí es bien conocida la intensa relación de Acento con Marruecos, entre otros clientes.
Acento empezó con 3.000 euros en 2018 y sólo cuatro años después, en 2022, facturó 6,5 millones de euros. Aún no se conocen los datos de 2023.
Pero, ¿quién está en Acento junto a Pepiño Blanco? Pues medio Partido Popular y gente hasta de ERC. El presidente de Acento es Alfonso Alonso, ex ministro de Rajoy y ex líder del PP en el País Vasco.
Cuando Antonio Hernando fichó por Sánchez, Pepiño Blanco y Alfonso Alonso ficharon a Guillermo Martínez, ex consejero del PSOE en Asturias. Junto a él, Miquel Gamisans, ex secretario de Comunicación de la Generalitat de Cataluña con ERC y bien relacionado con Oriol Junqueras.
Recientemente, Acento ha fichado como director a David Cierco, ex alto cargo del área digital y económica del Gobierno con Nadia Calviño y afiliado al PSOE de Pozuelo de Alarcón, como Sánchez.
Por no aburrirles con más nombres, aparecen también como asesores en Acento junto a Pepiño Blanco: Elena Pisonero, ex secretaria de Estado de Economía con Aznar; el ex secretario de Sanidad del PP, el doctor Rubén Moreno; el ex secretario de Estado de Cultura del PP y ex marido de Meritxell Batet, José María Lasalle, o el hijo de Esteban González Pons, Esteban González Guitart, que ahora es asesor pero que, hasta hace poco, tenía funciones ejecutivas en Acento.
La nómina de socialistas en Acento la completan el ex ministro de Zapatero, Valeriano Gómez, que dejó en 2011 5.267.000 parados en España y que, después, se dedicó a hacer lobby en autonomías y ayuntamientos del PSOE para conseguir subvenciones en favor de UATAE, la asociación de autónomos que montó el entorno de Podemos para contrarrestar a ATA y que lidera su cuñada, la abogada televisiva María José Landaburu. Las tertulias de Mediaset y Atresmedia la pasean como experta independiente.
En Acento además está otro peso pesado del zapaterismo: Elena Valenciano. Valenciano fue eurodiputada y fue mano derecha, y mucho más, de Alfredo Pérez Rubalcaba. También de Pepiño Blanco.
Y como la industria de Defensa es golosa, en la Acento de Pepiño Blanco tienen, incluso, fichado como asesor al teniente general Ignacio Bengoechea, ascendido a segundo jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire por el Gobierno de Sánchez en 2021.
Es lo que buscan ahora las grandes consultoras aprovechando que no hay regulación en España: puertas giratorias rápidas con una agenda potente y buenos contactos en el móvil. Como Eduardo Madina o, en su momento, Borja Sémper, entre tantísimos casos.
Si a estas alturas se han hecho un lío con los nombres del lobby de Pepiño Blanco, quédense con la idea de que Acento está metido en Moncloa hasta las trancas y pegadito, codo con codo, a Pedro Sánchez; que, entre otros clientes, Acento es uno de los lobbies de Marruecos en Bruselas y que, por tanto, es normal que Zapatero maneje, desde la sombra, los hilos del sanchismo. Tiene a su fiel infantería bien colocada, aunque el jefe es Sánchez.
Las conclusiones de todo esto sáquenlas ustedes mismos.