Crisis en el PSOE

Sánchez frenó el resurgimiento de Antonio Hernando en Ferraz al temer un motín de bases y dirigentes

Antonio Hernando
Pedro Sánchez y Antonio Hernando

La salida de Adriana Lastra como vicesecretaria general del PSOE provocó serias dudas en Pedro Sánchez sobre su reemplazo. El líder socialista valoró especialmente otorgar un papel relevante en la dirección de Ferraz a su ahora jefe de gabinete adjunto, Antonio Hernando. Esa operación, sin embargo, se frustró en una ronda de Sánchez con barones y cuadros intermedios en la que el presidente del Gobierno comprobó de primera mano que el nombramiento podría provocar un incendio ante la militancia.

De ahí que el peso que Sánchez quería darle en el partido haya quedado finalmente diluido en Óscar López -su jefe de Gabinete- y los ministros con los que el jefe del Ejecutivo despachará el día a día del PSOE: Félix Bolaños (Presidencia); María Jesus Montero (Hacienda y ahora nueva número dos del PSOE); Isabel Rodríguez (Política Territorial y portavoz del Gobierno); Pilar Alegría (Educación y nueva portavoz del PSOE) y Miquel Iceta (Cultura).

Hombre fuerte

En realidad, Sánchez reserva a Hernando como hombre fuerte en el Gobierno. El socialista, como ya avanzó OKDIARIO días atrás, ha valorado incluso convertirlo en ministro del Interior, en sustitución de Fernando Grande-Marlaska, muy debilitado por su convulso mandato al frente de esta cartera. Hernando, según las fuentes consultadas, está a disposición del puesto que quiera otorgarle el presidente.

El movimiento -que Sánchez tiene previsto desde hace tiempo- daría un perfil eminentemente político a este Ministerio, cuya gestión es compleja, y reforzaría la presencia de partido en el Ejecutivo. El político, al que muchos comparan con Alfredo Pérez Rubalcaba, «tiene un perfil interesante para dirigir este Ministerio», apuntan en el entorno del presidente.

Desde que Sánchez le recuperó para el Gobierno -tras años de fría relación- el ascenso de Hernando parece imparable. El ex portavoz del PSOE en el Congreso se ha erigido como uno de los hombres de máxima confianza del jefe del Ejecutivo. De ahí que Sánchez pensase también en él para atar en corto el partido y las relaciones entre la cúpula socialista y las federaciones.

«Rehabilitación»

La rehabilitación de Hernando forma parte de la estrategia de Sánchez de visibilizar el discurso de unidad en el PSOE -que nació del 40 congreso celebrado el pasado octubre en Valencia-, como fue también la de Óscar López.

Ambos -también López- compartieron sus inicios políticos bajo la órbita de José Blanco y mantenían una relación que parecía inquebrantable. De hecho, Hernando fue el encargado de negociar los pactos de Gobierno para la investidura de Sánchez, en 2016, cuando lograron cerrar un acuerdo con Ciudadanos, pero no con Podemos. La gran crisis en el PSOE de ese año por el voto en la investidura de Rajoy, que acabó provocando la dimisión del socialista como secretario general, marcó un punto y aparte en la relación. Como portavoz socialista en el Congreso, Hernando fue el encargado de defender la abstención de su grupo parlamentario que permitió la investidura del presidente del PP.

Tras recuperar Sánchez el liderazgo del PSOE -en mayo de 2017- presentó su dimisión como portavoz en el Congreso, no concurrió a las generales de abril de 2019 y se alejó de la política activa. En octubre del año pasado, el presidente socialista le recuperó para un relevante puesto en Moncloa -jefe de Gabinete adjunto de la Presidencia del Ejecutivo-, confiándole la estrategia del Gobierno.

Sin embargo, las viejas heridas aún perviven en una parte relevante de la militancia socialista, especialmente en aquélla que confió en su día en Sánchez y que sigue viendo a Hernando con desconfianza. De ahí, que el líder del PSOE, en una decisión meditada largamente, haya decidido no provocar nuevas crisis en el partido. De hacerlo, un fracaso en las próximas elecciones locales y autonómicas podría suponer entonces su propia hecatombe.

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