España
Moción de censura a Rajoy

Rajoy no dimite y da paso a Sánchez porque no se fía del apoyo que ofrecía el PNV a su sucesora

Mariano Rajoy no va a dimitir y va a dejar que sea Pedro Sánchez, a raíz de la votación que tendrá lugar hoy en el Congreso, el que tenga que formar un nuevo Gobierno. El todavía presidente no se fía del apoyo que ofrecía el PNV a su sucesora. Tras adelantar OKDIARIO la decisión del PNV de respaldar la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy, el presidente terminó su ronda de intervenciones y abandonó el hemiciclo camino de un restaurante donde permaneció cerca de ocho horas y donde comunicó a su círculo más cercano que era estéril el intento de lograr un acuerdo porque no se fiaba de que el respaldo potencial del PNV fuese a ser duradero.

Entre las vías abiertas por los vascos y por Ciudadanos se encontraba la de que Rajoy dimitiera y que siguiera otra persona al frente del Gobierno hasta una fecha en la que se celebrasen elecciones. De ese modo, la moción hubiese decaído. Entre las personas que se barajaron se encontraban la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.

Ninguna de las dos despertaba la más mínima animadversión entre el PNV o Ciudadanos como para generar un problema de negociación. Pero esas conversaciones nunca fueron a más.

El presidente del Gobierno considera que el PNV le ha traicionado, que se comprometió a no aceptar la moción y que, al final, ha sido la clave para que él tenga que abandonar el cargo de presidente.

Cuando eran cerca de las ocho de la tarde se realizó un tanteo con los nacionalistas vascos. Y aunque lo cierto es que esa comunicación no negó la posibilidad de intentar buscar una solución, Rajoy no llegó a dar credibilidad ni confianza a la respuesta de los vascos.

El presidente del Gobierno, de hecho, había comunicado a través de María Dolores de Cospedal ya previamente que no dimitiría porque “la aritmética” no lo permitía. Es decir, porque no salían los cálculos del respaldo para pactar cualquier solución.

Tras esa intervención fue cuando el líder del partido de Ciudadanos, Albert Rivera, dio un paso más y reclamó personalmente y desde la tribuna de oradores al Gobierno que le realizara “una llamada” para empezar a hablar, porque estaban dispuestos, incluso a que “Rajoy siguiera en funciones” y pactar unas elecciones a medio plazo.

Pero Rajoy valoró que esa opción no sumaría porque el apoyo del PNV no lo consideraba convincente y porque, aún así, faltaban dos escaños más para sumar un apoyo de investidura a cualquiera de sus candidatas.

Efectivamente faltaban dos escaños para sumar 176 votos. Pero uno de ellos era el de la representante de Coalición Canaria, Ana Oramas, que en principio se decantó en el Congreso como totalmente favorable a la estabilidad de España y su Gobierno, por lo que no parece que fuese un escaño muy complicado de amarrar.

El otro podría haber sido más complicado de negociar: el de Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, integrado en el Grupo Socialista en el Congreso. Pero, de nuevo, había una baza: y es que el primer interesado en no ir a elecciones es el PSOE, porque los sondeos le dan una fuerte caída, por lo que hubiese sido posible que el propio PSOE, llevado a esa tesitura hubiese preferido dejar libertad a Quevedo con tal de no ir a un anticipo electoral, factor que sólo beneficia a Ciudadanos. Sea como sea, Rajoy no consideró creíbles esos apoyo y en especial la negociación con PNV.

Y, sea como sea, tampoco se podrá ya experimentar con otra posibilidad que hubiese evitado la llegada de Pedro Sánchez, Podemos y los separatistas al Gobierno. Y es que incluso faltando un escaño, la suma de 175 hubiese permitido ir a elecciones, un punto que, aunque es verdad que PNV no lo quiere ni por lo más remoto, hubiese provocado una caída de PSOE y Podemos y, por lo tanto, hubiese perjudicado sus intereses de cambiar al partido en La Moncloa.