RECONSTRUCCIÓN DEL ACUERDO PSOE - JUNTS

Puigdemont obligó a Cerdán a descargarse una app de mensajería cifrada para negociar la investidura

El acuerdo que Puigdemont frenó por celos con ERC se fraguó entre Signal, aviones, fútbol, bromas y retrasos por el viento

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El socialista Santos Cerdán y Carles Puigdemont.
Joan Guirado
  • Joan Guirado
  • MÁLAGA
  • Enviado especial
  • Corresponsal de Gobierno y Casa Real. Siguiendo la actividad del presidente y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y del Rey de España. También política catalana.

Cuando OKDIARIO destapó el viaje secreto de Santos Cerdán y su número dos a París a principios de octubre, para negociar con Carles Puigdemont, el secretario de Organización del PSOE y el prófugo ya se habían visto en secreto más veces. El PSOE, en un alarde de desinformar a la ciudadanía y mentir a los medios, negaba aún que hubiera contacto. Fue en uno de esos encuentros, según fuentes directas de esas negociaciones, dónde Puigdemont obligó a Santos Cerdán a descargarse Signal, una app de mensajería más cifrada que WhatsApp para comunicarse durante la negociación. Para que no quedase mucho rastro.

Y es que a pesar de haber estado durante varias horas, a lo largo de la semana, a menos de 300 metros de distancia, Santos Cerdán y Carles Puigdemont no se volvieron a ver físicamente desde el pasado 30 de octubre. Ése fue el día en el que el PSOE y Junts oficializaron el aparente primer contacto entre ambos dirigentes, cuando en realidad era el enésimo. En todo caso fue el primero con imágenes y reconocimiento mutuo. Algo que siempre reclamó el fundador de Junts. Durante esos días sólo hubo un contacto virtual, el viernes 3, ordenado por Pedro Sánchez para salvar los muebles.

Durante esta etapa final de la negociación de Puigdemont, que reside en Waterloo (Bélgica) desde que se fugó de España, no quiso recibir ni una sola vez a Santos Cerdán. Y eso que peticiones de citas por parte del secretario de Organización del PSOE al equipo del ex president hubo unas cuantas. Como mínimo, tres. Siempre le dio largas. Para eso le hizo descargar dicha aplicación de mensajería cuya probabilidad de ser hackeados es mucho más difícil que en otras aplicaciones.

Cerdán, tras ese último encuentro cara a cara con Puigdemont, volvió de nuevo a Bruselas el jueves 2 de noviembre en un viaje que también avanzó este periódico. Su compañero Félix Bolaños también viajó ese mismo día, con el mismo objetivo de firmar un acuerdo, pero con ERC y a Barcelona. Ese fue, explican en el entorno del ex president, «el principal error que cometió el PSOE» para demorar la firma con Junts y la celebración de una investidura que los socialistas ya querían tener resueltas.

Haber permitido a Oriol Junqueras salir como ganador de las negociaciones es algo que no gustó a Puigdemont. Nada. Por eso, a los pocos minutos de difundirse la foto de la firma entre Bolaños y Junqueras, el fundador de Junts ordenó desmontar la sala de prensa que habían preparado en el hotel Thon del barrio europeo bruselense para explicar el acuerdo. Esa comparecencia se acabó aplazando durante una semana. De por medio frenazos, Signal, aviones, futbol, bromas y retrasos por el viento. Hasta la fumata blanca que llegó alrededor de las 3.30 de la madrugada del pasado jueves.

Ese acuerdo con ERC antes que con Junts -algo que OKDIARIO ya había avanzado que formaba parte de los planes del PSOE- y la última versión de la Ley de Amnistía que remitieron a los junteros, provocaron que Puigdemont ordenase «frenarlo todo» el día 2 de noviembre tras reunirse con su núcleo duro. Fue un encuentro que empezó tarde, ya que el vuelo VY8980 de Vueling salió de Barcelona con más de una hora de retraso por culpa del fuerte viento que soplaba en el aeropuerto Josep Tarradellas de Barcelona-El Prat. No era la mejor forma de empezar la jornada -como se acabó viendo-.

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Pero Cerdán aguardó un día más en el lujoso Sofitel de Bruselas, casa de Pedro Sánchez cada vez que viaja a la capital comunitaria, para ver si el viernes culminaba su trabajo. Pero no pudo ser y se volvió a España.

El número tres del PSOE, natural del municipio navarro de Milagro -un nombre que le viene como anillo al dedo con el pacto logrado-, aprovechó su estancia en su tierra para ir al fútbol. La casualidad quiso que, hasta en ese momento de desconexión, todo le recordase a Puigdemont. Como ocurre siempre en la fase de enamoramiento de cualquier relación como la que han entablado el PSOE y Junts. Cerdán fue a ver un Osasuna-Girona, que empezó bien para su equipo, pero que acabó con una remontada del líder, que ganó 2-4. Turull le mandó un mensaje bromeando.

Frenazo de Puigdemont

Con la resaca de la derrota, el domingo, volvió a montarse en el avión acompañado de su número dos Juanfran Serrano y el director de comunicación del PSOE, Ion Antolín. Dirección Bruselas. Mismo hotel. Mismo objetivo. Pero a diferencia del jueves, la decisión tomada el lunes por el juez Manuel García-Castellón de investigar por terrorismo al ex president y a Marta Rovira complicó aún más las cosas. Y Santos Cerdán tuvo que esperar impaciente, encerrado en su hotel, un acuerdo que peligró poco pero que no se acababa de cerrar por culpa de Puigdemont.

Entre medio, el núcleo duro de Junts se reunió en distintas ocasiones en la capital belga. Cambiando siempre de ubicación. Tratando de despistar a la Prensa. Finalmente, el miércoles 8, con una parte de los dirigentes retornados a Barcelona para acudir a sus obligaciones laborales en el Parlament -tuvieron que volver el jueves- empezaba a alumbrar un pacto que se cerró con nocturnidad y alevosía. Todo lo que ocurrió después, ya se conoce. Excepto un detalle.

«Respeto al interlocutor»

El jueves, a menos de 300 metros de distancia y sin verse, comparecieron ante la prensa Santos Cerdán y Carles Puigdemont. Los socialistas querían explicar su acuerdo allí para «hacer ver a Puigdemont que le respetamos como interlocutor». Un cambio de opinión sustancial e importante respecto a cuando lo que prometía Sánchez era traerlo a España para que rindiera cuentas ante los tribunales.

En un Madrid festivo por la festividad de La Almudena, políticos, jueces y asociaciones profesionales empezaban a reaccionar ante la infamia. Ya no había marcha atrás. Era la foto de firma de acuerdo más complicada que le faltaba al PSOE para asegurarse la investidura de Pedro Sánchez. Pero no hubo foto. Junts se negó a inmortalizar ese momento. Dicen en el entorno de Puigdemont que «para evitar que los rivales la usen» en la próxima campaña catalana.

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